Contra Sky, el espíritu del Giro

por CARLOS ZUMER el 8 mayo, 2013 • 14:12

De las tres grandes vueltas de tres semanas del calendario ciclista, una es la reina, otra es un reino y la tercera no sabe quién es. La última es la Vuelta a España, abonada de un tiempo a esta parte a ese ciclismo YouTube (no sé quién inventó la expresión) tan dado a la cuesta de cabras, la eyaculación precoz de la montaña ciclista. El rey es el Tour, por supuesto. Su estatus de referente total viene de largo y no parece que vaya a cambiar en muchos años, por bien o mal que puedan hacerse las cosas. La Grande Boucle es la más grande de todas, pero por razón de decadencia del ciclismo francés desde hace años y por su fuerte afluencia foránea –es la más codiciada y todos quieren correrla– no representa ejemplo alguno de dominación local ni de feudo reservado. Antes bien, el Tour no es de los franceses sino del ciclista y el equipo más fuertes del momento. Por último, está el Giro de Italia. Mantiene un prestigio notable, muy enraizado en imágenes antiguas y épicas, los paisajes nevados y terrosos de Bartali y Coppi. No sin cierta nostalgia es considerada por muchos como la carrera más bella de todas. Preferencias aparte, y aun con altibajos en su popularidad y en su capacidad de espectáculo, el Giro goza de buena salud. Y de las tres grandes rondas es seguramente la que conserva más esencias propias, con su simbología rosa y blanca, su Gazzeta y su arraigo típicamente milanista, también toscano.

El Giro es, sobre todo, de los italianos. Lo defienden con pasión y se preparan para correrlo como el gran evento del año. No hay carrera de tres semanas que conozca un influjo local tan poderoso. De las últimas dieciséis ediciones, trece coronaron como ganadores a ciclistas italianos, y de los últimos cuarenta y ocho integrantes del podio, treinta y tres fueron transalpinos, lo que supone un porcentaje de casi el 70 %. Además, está el espíritu del Giro. Si el Tour se caracteriza sobre todo por su exigencia y su estrés, el Giro es una guerrilla cambiante, seductora, el marchamo de guerra de un país de muchas porciones al que hay que sobrevivir en todas las etapas. “En el Giro hay que estar con las orejas tiesas todo el día”, dice Xabier Zandio en esta entrevista. A la dificultad natural de una carrera tan vasta se une la natural virulencia de sus corredores patrios, que la agitan con entusiasmo, con una pasión competitiva que exige más del contrario. Pues bien, huérfanos de grandes rivales, ésta parece la mejor competencia frente al Sky, equipo que desembarca en la ronda italiana con la condición privilegiada de dominador, favorito con aire de imperio a pedales que busca anexionarse otro territorio. Que me perdone Nibali. Volverá a verse la fila militar de los hombres de Wiggins, así que será imprescindible que la sustancia extraordinaria del Giro y sus italianos, tan orgullosos, ofrezca alternativas y espectáculo. Sea por el bien del seguidor, que es la razón del negocio.

* Carlos Zumer es periodista.

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– Foto: Scott Mitchell