“Debemos plantearnos un nuevo paradigma que no se base en el conocimiento del deporte, sino en el conocimiento del deportista”.
Francisco Seirul.lo
Los motores están arrancando, la llamada pretemporada es un momento muy especial en la construcción del equipo, pero la unión de un grupo de personas en torno a un interés común no les eleva a la categoría de equipo, y no nos estamos refiriendo solo a los jugadores, también estamos pensando en el cuerpo técnico y en la directiva que avale las propuestas para que no se produzca una organización fagocitada por su propia incongruencia. Sin embargo, en vista de lo que observamos, sí se cree así en la mayoría de casos.
En este punto, el cuerpo técnico que se dispone a iniciar su trabajo se encuentra con un conjunto humano, un grupo de personas que van a trabajar como una organización (equipo), en torno a una organización (competición), desde una organización (club) y para una organización (sociedad) con un desorganizado y efímero objetivo (ganar).
La actitud ante la disponibilidad económica para los fichajes, la claridad o no de ideario, de estilo y la competencia de las personas encargadas de tomar decisiones nos parecen factores esenciales que van, desde el minuto cero, a rodar sobre la cancha de juego y además no van a dejar de hacerlo: son ciclos perpetuos, vinculantes e importantísimos.
Tenemos club, tenemos cuerpo técnico, tenemos jugadores, pero en nuestra opinión seguimos sin tener equipo.
Para poder transformar ese conjunto de subelementos en un equipo, una vez el cuerpo técnico tiene delante el conjunto de jugadores, lo primero que debe buscar es el estilo de equipo. Para poder llegar ahí debe hacerlo a través del jugador, y este no es el fin de nada, es el origen de todo, es el motor.
El estilo de equipo hace referencia al ideario, a los puntos cardinales cualitativos que definen la impronta de nuestro proyecto de equipo, y para ello el cuerpo técnico debe sacar el tiralíneas y empezar a trazar las mismas. Las líneas del futuro equipo van a configurar los límites.
El concepto límite en sí mismo parece no encajar en un cerebro configurado en términos como interacción dinámica, plasticidad, creatividad… todos ellos a modo de conceptos sinónimos de pensamiento-movimiento. Sin embargo, defendemos la idea de límites como guía, como base no solo necesaria en la seguridad que toda persona necesita sentir, sino también como guía sobre la que driblar y tener un punto de referencia en la interacción entre cogniciones y conductas, porque no todo vale y esto no se debe confundir con la natural incertidumbre que está implícita en el juego.
Las posibilidades de acción como resultado de dicha interacción son tan ilimitadas, tan amplias y tan ricas como la propia naturaleza de la persona, lo que no significa que erijamos un estilo de actuación o de pensamiento anárquico. De la anarquía como justificación a un pensamiento desordenado, inseguro, aunque potencialmente hablando rico, hay un gran paso.
Por ello el estilo de equipo debe tener como principal objetivo ofrecer esa seguridad como base en las interacciones del jugador con el proyecto grupal, de modo que su entidad personal pueda ser percibida por el cuerpo técnico, autopercibida por el jugador y percibida por el resto de los integrantes del futuro equipo como su principal baluarte.
Los técnicos han de mostrar a cada una de las personas-jugadores la necesidad de explorar en su autoconocimiento, en su autopercepción. Las características técnicas del mismo pensamos que no son suficientes ni definitivas para poder configurar un equipo, entre otras cosas porque la técnica está inseparablemente unida a la persona como ejecutora de una decisión: necesitamos conocer el catálogo al completo y esto significa conocer emociones u estilos de pensamiento. Recordemos que no se trata de disociar componentes de una misma realidad.
Cuando valoremos y ponderemos todos estos aspectos, entonces y solo entonces estaremos en disposición de tener ante nosotros como cuerpo técnico, ante nosotros como club, ante nosotros como sociedad, un integrante de un equipo de fútbol. ¿Qué piensa el jugador que puede aportar al juego? ¿Cuáles creen que son sus puntos débiles? ¿Y sus puntos fuertes? ¿Cómo anda su ego? ¿Y la capacidad cooperativa? ¿En qué basa el jugador su autoestima? ¿Qué le pide al fututo equipo? ¿Qué está dispuesto a dar? ¿Cómo es su capacidad delineadora a la hora de mover o establecer límites? ¿Cuáles son su miedos?
Por lo tanto, definimos los conceptos de ideario y límites como guía, así como la adquisición de seguridad mediante unas señas de identidad que regulan y ayudan a que cogniciones y conductas actúen en armonía como el contenido esencial de un estilo de equipo. Con ello, generaremos en el futbolista la necesidad de pensar, de cuestionarse y cuestionar como forma de crecimiento, y aumentará considerablemente el conocimiento intra e inter personal de los, ahora sí podemos decirlo con propiedad, integrantes de un equipo.
* Rosa Mª Coba Sánchez es licenciada en Psicología. Francisco José Cervera Villena es entrenador, preparador físico y readaptador. Ambos son coautores del libro “El Jugador es lo Importante: la complejidad del ser hunano como verdadera base del juego”.
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