1.- La superioridad del Real Madrid sobre el Celta es incontestable. Es tan amplia que perjudica al propio Madrid, pues se adormece sobre sí mismo. El Madrid es un equipo que juega de lujo cuando juega con la sexta marcha puesta. De hecho, , sus mayores dificultades acostumbran a producirse cuando no la usa y reduce su intensidad. No tanto por la regla general de que ningún equipo es dominador cuando imprime medio gas, sino porque con otra marcha el modo merengue de jugar se desnaturaliza.
2.- Ante las bajas padecidas en los laterales, Mourinho ha salido con sus dos recambios más fiables: Ramos y Essien. El sevillano no es discutible en dicha posición. Si acaso, su aportación es menor que la que produce como central, pero no es discutible. Y el ghanés tampoco: no se le conocían experiencias en el costado izquierdo, pero sí en el derecho y todas fueron acertadas. Mourinho le colocó en la izquierda y rindió de manera espléndida. Essien llegó para cubrir bajas y es lo que ha hecho hoy.
3.- Por el contrario, Kaká llegó para otra cosa y aún se le espera. Sus evoluciones están rodeadas de desconfianza desde el segundo día de su aparición en el Bernabéu, como si aquel gran jugador del Milan se hubiese perdido en el trayecto. Cada cierto tiempo se anuncian “reapariciones” definitivas, a menudo tras buenas actuaciones frente a rivales muy menores. Pero ninguna de ellas tiene continuidad. Tras un buen partido frente a Irak, Kaká tampoco ha rendido bien contra el Celta y su presencia en el campo se ha limitado a 45 minutos, una norma en los tres últimos partidos ligueros. Kaká no juega completo un partido de Liga desde principios de marzo (salvo error u omisión del autor).
4.- Quizás por la composición de su zaga, el Madrid ha cambiado de costado a Cristiano y Özil. Mientras Xabi Alonso y Modric se juntaban en el doble pivote con bastante menos acierto y coordinación que cuando lo ocupa Khedira, el portugués se ha ido a la derecha, dejando su banda preferida a Özil. En ese punto se ha percibido en toda su dimensión el peso de la ausencia de Marcelo en fase ofensiva, pues el brasileño es quien aporta el desequilibrio definitivo: es Marcelo quien a menudo termina de inclinar el área a favor del Madrid.
5.- Sin él, la disposición no terminaba de funcionar con lo que, finalmente, el Madrid ha preferido aposentarse en un 4-4-2 con Higuaín y Cristiano más abiertos de lo habitual y los cuatro medios llegando por dentro (con Ramos incorporado en lugar de Alonso, que cubría el eje). El cuadro local se ha impuesto en el juego a partir de este poderío, casi aplastando a un Celta temeroso, del que su entrenador había dicho en días previos que consideraba clave el convencimiento anímico: bien, pues tal convencimiento se quedó en Vigo.
6.- El gol afortunado de Higuaín desde la banda izquierda, probablemente ayudado por el roce de Hugo Mallo con el balón, ha abierto las compuertas del marcador y dormido al Madrid. Solo entonces ha aparecido un Celta exquisito, pero con las carencias de tantos otros conjuntos de su corte: sin contundencia en ninguna de las áreas.
7.- Al Madrid le ha ocurrido en ese tramo lo de tantas otras veces: ha sido dominado en el centro del campo. En realidad, es un problema que parece preocuparle muy poco: no acostumbra a padecer sin balón ni con dominio rival, siempre que el contrario no amenace de verdad dentro del área de Casillas. Y el Celta es uno de esos: se queda el balón, lo maneja con precisión (en el caso de Borja Oubiña, con maestría y deleite), amaga con hacer daño pero, finalmente, ahí concluye su peligro.
8.- Ni siquiera puede valorarse que semejantes dificultades puedan ser síntoma de nada en el Madrid. Probablemente, solo sean síntoma de que el miércoles se enfrenta a un Borussia Dortmund que hoy casi se ha despedido de la Bundesliga al perder ante el Schalke y alejarse 12 puntos de Bayern. Los de Mourinho han bajado tanto el ritmo que por momentos incluso han hecho crecer las esperanzas viguesas, mermadas por unos cambios de Paco Herrera que se han antojado deficitarios.
y 9.- Sentenciado el partido con el gol de penalti de Cristiano, al Celta le han bastado algunas acciones para desatar los nervios de Casillas. El guardameta está viviendo, en estos tiempos, bajo una tensión emocional inaudita. Sus virtudes parecen apagadas (aunque surgen en cabezazos rotundos como el de Park a bocajarro) y sus defectos se agigantan, como si el runrún a su alrededor generase una tiritona peligrosa. No parece lo más interesante para el equipo que continúe vivo semejante problema.
– Fotos: Víctor Carretero (Real Madrid)
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