Con cualquiera menos con el Arsenal

por el 4 diciembre, 2013 • 12:02

g-1

Lo de que que en 2014 tampoco vamos a ganar la liga me quedó claro cuando el Liverpool perdió por 2-0 en el campo del Arsenal. Quiero decir, que no tuve que esperar al ridículo de Hull para darme cuenta. Y lo peor es que ya entonces, el hecho no me pilló de sorpresa. Más bien al contrario. Tanto es así que el día en cuestión preferí trabajar de corresponsal para una radio cubriendo el Fulham-Manchester United antes que frustrarme con nuestras incapacidades. Pese a todo, he de reconocer que una vez terminadas mis obligaciones periodísiticas estuve un rato viendo el partido en la minúscula sala de prensa de Craven Cottage. Quería ver cómo empezaba la cosa. Por si acaso. Pero no.

Aunque no vi el segundo tiempo y, por lo tanto, no puedo decir si nuestro desempeño fue un desastre o no, lo cierto es que la derrota estuvo llena de significado. No solo por la constatación de sabernos inferiores a los candidatos al triunfo final, sino también por la constatación de que el Arsenal es uno de los candidatos a ese triunfo final. Al menos para mí, que no puedo con el Arsenal, este último detalle es difícil de digerir. La cosa viene de hace tiempo. De cuando estaba en esa fase de descubrir lo que es el Liverpool y su significado. Alguien me dijo en su momento que nuestros rivales no eran el Manchester United o el Everton, que nuestros rivales eran el Arsenal y el Leeds. En definitiva, los equipos que se cruzaron en nuestro camino justo cuando empezábamos a ser lo que teníamos que ser. Es decir, cuando Shankly y el bastión de invencibilidad.

Por suerte, y desde hace ya bastante tiempo, el Leeds no parece levantar cabeza. Pero el Arsenal, cuidado. Como ya he dicho, apunta a ganar algo. Y yo no tengo nada claro que esté preparado para aceptarlo. Es más, diría que cada día que pasa, mi rechazo compulsivo por todo lo que tiene que ver con el club del norte de Londres se agudiza. Sin ir más lejos, unas semanas después del fiasco que nos ocupa me fue revelado un episodio que contribuyó un poco más a esta fobia que padezco. Sucedió mientras visitaba a mi amigo Chris Wood, un tipo que ha visto 989 veces al Liverpool desde la grada de algún estadio. Una eminencia, vaya.

El caso es que hablando de todo un poco me contó cuando fue testigo de lo que pasó con aquel título que perdimos en el 72, justo en la última fecha del campeonato. Jugábamos en el viejo Highbury con la necesidad de ganar al Arsenal y esperar una derrota del Leeds en casa del Wolverhampton. Esto último era algo muy poco probable. Mucho más si tenemos en cuenta que había rumores de que los futbolistas del Wolves estaban comprados. Al final no hubo amaños ni nada parecido. De hecho, aquellos jugadores fueron unos profesionales y se llevaron el triunfo por 2-1. Mientras tanto, en Londres, los aficionados del Liverpool estaban con las radios echando humo sabiendo que una victoria les daría la copa. Al final no pudo ser. El 0-0 final solo sirvió para que, en una de las tribunas del estadio, el mencionado Chris se sintiera por unos instantes inconsolable. Lógico. Aunque no para los hinchas locales, que aprovecharon la circunstancia para señalarle con el dedo y reírse de él. También en el césped, Alan Ball, exjugador del Everton, hacía lo propio. Todavía hoy le cuesta a Chris hablar de lo acontecido esa noche. Al llegar a casa no se le ocurrió otra cosa que mandarle una carta a Shankly para agradecerle todo lo que habían hecho durante la temporada. Y Shankly le respondió a los dos días dándole a su vez las gracias. Pero eso es otra historia.

Volviendo al tema de este escrito, es necesario entender que el Arsenal es el equipo que más daño le ha causado al Liverpool desde siempre. Por eso, si hay que perder, es mejor hacerlo con cualquier otro club antes que con el Arsenal. De ahí que mi única aspiración de cara a la temporada que viene es que podamos confirmar la ausencia de victorias en un campo de la Premier que no sea el Emirates. Creo que no es mucho pedir. Y desde luego, en caso de producirse de este modo, me sentiré profundamente aliviado. Y también mi amigo Chris, claro.

* Juan Morán.

– Foto: AFP




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