1.- El fútbol tiene flashes únicos y reparte justicia a su antojo. Hoy, mientras el Atlético hacía un partido discreto y sin la tensión que acostumbra, hubo un hombre que creció en tanto veía que el partido se consumía lentamente. Su físico no aminoró con la suma de minutos, sino que fue marcando cada vez más distancias. Se entregó y fue más ancho, más martillo, pese a que la precisión no le acompañó. Hasta el último minuto. El estrés de la jugada hizo que el Viktoria colocara a todos sus hombres dentro del área esperando una falta frontal. Cristian Rodríguez no quería guerras aéreas, se fue a la frontal y sacudió el balón hacia la escuadra para ganar el partido. En un minuto para mentes calientes, un uruguayo la tuvo más fría que el resto para escurrirse hacia la frontal y sumar tres puntos dorados. Por la forma y el fruto conseguido.
2.- Como mencionamos en el párrafo anterior, el Atleti fue discreto y simplón. Aunque los primeros diez minutos fue distinto. Los de Simeone, más estrechos con balón, llevando el peso y ofreciendo apoyos a Emre –el único capaz– para poder fluir por dentro. Exactamente diez minutos. Pavel Vrba detectó que Kader y Cisma no iban a ser un sofoco y el Atleti quería los pasillos interiores. El Viktoria se fue estrechando y se pasó a jugar en poco más de 20 metros a lo ancho.
3.- El equipo de Vrba no quiso demasiado. Porque realmente pudo. Un equipo aseado, concentrado, sin lagunas, pero sin demasiado brillo, que prefería las bandas para el penúltimo paso ofensivo. Limbersky ofrecía un doa para dos por la izquierda y generaba algo. Pero no creyó. El Atleti insistía por dentro sin ser ancho. Cisma no apareció, Kader fijaba más que emergía, Koke no es extremo y Simeone quería que el ‘Cebolla’ apoyase el perfil zurdo de Emre. Así, sin ritmo ni cohesión, el Atleti chocó contra el muro. Sin ningún cambio de ritmo en tres cuartos que generara nerviosismo. Con la sensación de que faltaba alguien para que activara el cambio (Arda). El Atleti no era capaz de levantar el pie para subir el último escalón.
4.- Tuvo los primeros diez minutos y el Viktoria los últimos diez del primer tiempo. El retorno de Emre claudicó y Rajtoral y Reznik aprovecharon para herir en ese hueco. El equipo checo pudo, no lo consiguió y volvió a su caparazón, pues el resultado era notable para ellos.
5.- Durante todo el partido, Simeone renegó con gestos evidentes de su equipo. Especialmente en un aspecto: salir tras la recuperación. Si robar al contrario comenzaba a resultar difícil por destensión propia, cada robo era una nueva pérdida. Además, Vrba sabía la teoría: cuanto menos circule el balón por el centro, menos posibilidades de pérdida definitiva. Y lo sabía Simeone. Y sus jugadores insistieron en robar y volver a perderla. Ni una transición limpia. La misma sensación que si al Barça le quitan el balón. El Atleti no tenía su herramienta de trabajo.
6.- El Cholo probó a Koke de mediapunta, a Raúl García, y finalmente, terminó siendo Emre quien enganchara con Tiago a su espalda. Ninguno resultó ser demasiado productivo, pero ante la disfunción del colectivo, había que tirar del mejor técnicamente, el verdaderamente capaz de filtrar un paso definitivo. Y a su manera, ocurrió, pues el turco es quien pasa al ‘Cebolla’ el balón de gol.
7.- En la actuación individual, cabe destacar a las dos novedades principales: Pulido y Kader. El primero demostró ser un central interesante, que funciona mejor de cara al balón que corriendo hacia portería. Arriesga con soltura para anticipar, aunque se exige persiguiendo al rival. Partido correcto. Kader, de lateral, es muy efervescente, técnicamente notable, pero aún tiene que mejorar su lectura: Koke le ofreció el carril hoy y él no supo elegir los momentos, sino que fijó y solo recorrió en vertical.
y 8.- El Atleti jugó un partido sucio, sin demasiadas carencias, pero olvidando sus virtudes. Sobre todo porque la intensidad, una de las virtudes más marcadas del equipo desde que está Simeone, no fue la correcta. Y quiso ser estrecho, en lugar de ancho, tal vez coherente en vista de que los laterales no iban a ser diferenciales. Pero no salió. Le salvó el hombre más activo, incisivo, aunque sin demasiado brillo, pero determinante. Un Cebollazo sobre la bocina para devorar otra victoria: y van 15 consecutivas en competición europea. Definitivamente, con ‘Cebolla’ sabe mejor.
* Fran Alameda es periodista.
– Fotos: EFE
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