Con la llegada de Sandro Rosell a la presidencia del Fútbol Club Barcelona se establecieron una serie de medidas entre las cuales se incluía un mayor número de requerimientos para poder ser socio del club. Tales como ser familiar de algún socio o haberlo sido personalmente en algún momento de tu vida.
Como pocos cumplían estos requisitos, y ante la presión de los aficionados, crearon una tercera vía llamada Carnet de compromiso. Dicho carnet es un documento con vigencia de tres años que, transcurridos estos, te da derecho a solicitar tu incorporación como socio del club.
Como habitual al Miniestadi, creí que ésta era una buena opción para ver todos los partidos en mi asiento habitual a cambio de unos 130 euros y dejar así de vivir a costa de las invitaciones de futbolistas y amigos. Como es lógico, antes de firmar el contrato y pagar el importe, me aseguré de que el carnet en cuestión me permitiese la entrada a todos y cada uno de los partidos. Leí detenidamente las condiciones, donde se especificaban las diferencias entre este documento y el de los socios, para asegurarme de nuevo que podría ver al Barça B.
Pues bien, hace un mes instalaron en el Miniestadi unos tornos que te permiten acceder al pasar tu entrada o carnet por el lector de código de barras. Desde el primer día mi carnet dio problemas, pero los allí presentes me permitieron la entrada sin más dilación.
Poco después me llegaron rumores de que, con la instalación de estos tornos, los titulares del famoso Carnet de compromiso dejaríamos de tener acceso al estadio, así que fui personalmente a la Oficina de Atención al Barcelonista para informarme sobre esto. Allí me aseguraron que no había ningún problema y que todo seguiría como hasta el momento.
Con todo lo anterior, mi sorpresa fue mayúscula cuando al llegar al estadio para el partido Barça B-Mirandés, y tras intentarlo varias veces, no me permitieron el acceso. Como única explicación, el hombre de la puerta me dijo que él había recibido órdenes de no dejar pasar a los titulares de dicho carnet y que el problema era que no había comunicación entre los diferentes departamentos del F. C. Barcelona. ¿Después de tres años desde la instauración de este documento todavía no se han puesto de acuerdo con sus condiciones? ¿Iban a cambiar de manera unilateral las condiciones de un contrato todavía vigente?
Con toda esta información en la mano escribí a Pere Jansà, director del Área Social del F. C. Barcelona, exponiéndole la situación. Él me respondió unas horas más tarde, dándome la razón y pidiéndome disculpas por el trato recibido, explicándome que se trataba de un error interno y que se tomarían las medidas pertinentes para asegurarnos la entrada con normalidad.
En el partido siguiente, el que enfrentaba al filial blaugrana con el Lugo, me hicieron dirigirme a las taquillas del Camp Nou y presentar mi carnet para darme, a cambio, una entrada. La sorpresa llega cuando, una vez allí, me comentan que sólo pueden ofrecerme entradas para el Gol Sud, porque ya han vendido todas las de tribuna y lateral.
El Miniestadi es un estadio que no se llena prácticamente nunca, en todos los años que llevo asistiendo sólo se ha completado el aforo en tres ocasiones, así que no me resultaba creíble que se hubieran agotado ya las entradas para un partido de tan poca relevancia. Se lo hice saber a la mujer que me atendía y, después de mucho insistir, me dieron las entradas en mi sitio de siempre. En efecto, no estaban agotadas.
Este sábado, para el partido entre el Barça B y el Alcorcón, fui hacia el estadio con más antelación aún. Me dirigí a las taquillas una hora antes del encuentro y, de nuevo la misma mujer, me dijo que en tribuna y lateral estaban agotadas las entradas. Le recordé lo que había pasado la semana anterior y pedí hablar con el responsable. Éste, de malas maneras, me dijo que en tribuna las entradas están reservadas para los compromisos del club y que si yo quería ver el partido que me conformase con un asiento en uno de los fondos.
Personalmente, no tengo ningún problema en ver el partido desde la posición que sea, pero con el Carnet de compromiso (136’50 euros) cada partido en el Mini me cuesta 6’50 euros y la entrada individual en el Gol vale 5 euros. Por lo tanto no me sale a cuenta. De muy malas maneras insistió en que la tribuna y el lateral estaban completos y que o compraba entrada en uno de los fondos o veía el partido desde casa.
Después de mucho discutir, me vi obligada a coger mi entrada y la de mi acompañante en el Gol Sud para no perderme el partido. El estadio no estaba lleno, ni tampoco la tribuna o el lateral. Concretamente asistimos al encuentro 3.947 espectadores, cuando el Mini tiene capacidad para 15.276. El estadio prácticamente vacío y las entradas supuestamente agotadas, desaparecidas.
No entiendo cómo es posible que desde el club se impulsen campañas para intentar aumentar la asistencia de los aficionados al Miniestadi y a la vez, desde las propias instalaciones, se ponen tantas trabas para que el aficionado disfrute de los partidos del filial. No sé si están intentando tomarnos el pelo o si simplemente estamos pagando, una vez más, la ineptitud de unos cuantos.
Sea como fuere, este Carnet de compromiso que adquirí en su día es el resultado de muchos sacrificios con la única intención de poder seguir animando al Barça B cuando llega septiembre. Somos mucho los que, sin trabajo ni ingresos, invertimos lo poco que tenemos en acercarnos un poco más a un club que nos da la espalda y nos trata cada día peor.
Al final resultará que al Miniestadi puede entrar cualquiera (incluido grupos violentos) pero no las personas que llevamos años y años apoyando a un filial del que muchos presumen y pocos conocen.
* Sita Aguilera.
– Fotos: FC Barcelona – Marc Basco
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