"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
El Barça tiene garantizado disputar 64 partidos esta temporada, que pueden ser 65 si alcanza la final de Champions. El Real Madrid jugará 58, que pueden ser 59 si consigue clasificarse para Munich. Y ambos habrán alcanzado un nivel extraordinario de competitividad: si el Madrid no ha sumado ningún título todavía es porque el Barça le batió en confrontación directa por la Supercopa española (al margen de eliminarle en Copa). Ambos conjuntos conseguirán este curso algo muy difícil y complejo en el fútbol contemporáneo: competir al máximo hasta las últimas fechas del calendario. Suena sencillo y fácil, pero no lo es. Basta ver lo que ocurre en otros campeonatos, donde son muy pocos los equipos que lo están logrando. El Manchester United domina la Premier, pero ya no pelea por la FA Cup y mucho menos por la Champions, en la que ni siquiera accedió a octavos, para caer incluso en Europa League. En Italia, Juve y Milan pelean por el scudetto, pero no están en Europa y solo la vecchia signora aspira a la Coppa. Es cierto que en Alemania, el Bayern aspira aún al triplete, en doble pugna interna con Borussia Dortmund, pero sería la única excepción a la regla europea, junto con los dos equipos españoles. Así que lo que están haciendo Barça y Real Madrid no entra dentro de lo común. Quizás ésta sea una de las características fenomenales de ambos conjuntos: más allá de cómo juegan o golean, de cómo derriban rivales y les someten, o de sus respectivas dinámicas, positiva la actual blaugrana y trastabillante la madridista, ambos se muestran formidables en competitividad. Cuando haya pasado mucho tiempo y se borre el ruido actual y todas las excrecencias queden atrás, borradas afortunadamente por el paso del tiempo, recordaremos esta característica excepcional: grandes futbolistas compitiendo sin respiro cada tres días. Ganando o tropezando (mayormente, ganando), pero compitiendo hasta las heces.
Esto no es mérito de aficiones ni tradición histórica, sino de formación deportiva. En el caso del Barça, por ejemplo, es una característica que se educa desde que los canteranos alcanzan cierta edad: aunque el objetivo primordial es formarles en un modelo de juego, no resulta compatible hacerlo sin enfocarse en la victoria. El debate sobre vencer o jugar bien no existe en esa escuela: hay que ganar, pero hacerlo a partir del respeto a una forma de jugar y comportarse. Son vasos comunicantes: formarse y vencer, formarse para vencer y vencer formándose (o perder, que aún educa más que el triunfo). Es a partir de semejante criterio que puede entenderse lo que está ocurriendo en este duelo memorable. Que el ruido y las furias no nos hagan perder de vista la receta: sonreir poco y correr mucho.
– Foto: Ángel Martínez (Real Madrid)
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