Cuando se acercan los Juegos Olímpicos, hay varios deportes que se miran con más atención que otros por los aficionados de un país en concreto, por el simple hecho de que el representante de su nación tiene serias posibilidades para volver a casa con alguna que otra medalla al cuello. Se sientan delante del televisor acompañados de refrescos y algo de picar suficiente para que dure toda la prueba y saltan de alegría si el deportista consigue su objetivo. O vuelven a sus tareas con caras largas por una amarga derrota.
En España todos seguimos con entusiasmo el baloncesto, porque gracias a la mejor generación de jugadores de nuestra historia soñamos con ser capaces de ganar al Dream Team estadounidense. Puede que sea posible: no lo parece, pero lo creemos factible. También teníamos claro que el fútbol era medalla segura, llegamos a Londres con tres campeones de la Eurocopa y un grupo de chavales de fina calidad y nos topamos con la realidad como un planchazo al saltar mal a la piscina.
Precisamente un planchazo es lo que se han llevado los seguidores italianos en la piscina olímpica de Londres. En la representación azzurra en estos Juegos las medallas aseguradas de antemano eran sobre todo las de la esgrima, donde Valentina Vezzali, Elisa Di Francisca y su equipo cumplieron lo prometido y se llevaron la gloria en el ExCel Center. La squadra de waterpolo sigue con paso firme en su lucha por el podio, como esperaban sus aficionados. Probablemente en voleibol también consigan llevarse algún metal.
Federica Pellegrini (Mirano, Venecia, 1988) es uno de los rostros deportivos más conocido del país de Michelangelo. Es considerada una niña prodigio, a la altura de las mejores nadadoras del mundo, incluso por encima si consideramos sus cuatro oros en campeonatos mundiales y los ocho en piscinas europeas. Su victoria en Pekín la obligaba a ser favorita, a estar entre las tres primeras al menos. Puede que fuera la presión, el cambio de pareja, las continuas permutas de entrenadores, pero mañana Federica tendrá el cumpleaños más agrio de su carrera.
Se marcha de Londres para tomarse un año sabático. Durante los próximos 365 días, Federica le dará vueltas a esta semana en la piscina olímpica, a esos momentos en los que veía cómo sus rivales se llevaban la gloria que ella ansiaba pero que no había sido capaz de conseguir. Irse de los Juegos Olímpicos sin ninguna medalla es “una derrota muy dura de digerir”, según su ex entrenador, Philippe Lucas, un golpe que va a hacer peligrar al actual preparador de la veneciana, Claudio Rossetto. “No sé si seré entrenador de ‘Fede’ hasta Río, es muy complicado de prever porque ella va hacer cambios bruscos en su vida”. En esos cambios en el desarrollo de su carrera está olvidarse de la natación durante un tiempo, centrarse en su propia vida, disfrutar y olvidar los malos momentos y tener muy presentes los éxitos del pasado. “Volver a competir al máximo nivel después de tanto tiempo parada será casi imposible”, o eso al menos se teme Lucas.
Los malos resultados no serán precisamente por falta de preparación. Los cambios en su instrucción, con cuatro entrenadores en los últimos cuatro años (desde la muerte de Alberto Castagnetti no ha encontrado la estabilidad), no le han afectado en sus éxitos. La llegada de Federica a estos JJ. OO. vino precedida por la disputa de los campeonatos de Europa de natación de Debrecen (Hungría). Allí, la italiana consiguió los mejores resultados en cuanto a medallas se refiere. En su especialidad, los 200 metros libres, ni le dio opción a sus perseguidoras por el oro. Dejó a casi dos segundos a la alemana Silke Lippok y a la francesa Ophélie-Cyrielle Étienne, plata y bronce respectivamente. También subió al escalón superior del podio con sus compañeras de la selección italiana de natación en el 4×200 metros libres, además de lograr el bronce en los 4×100.
En esos mismos campeonatos, Federica pudo ver cómo su pareja sentimental desde hace justo un año, el capitán del equipo italiano Filippo Magnini, volvía a confirmar su supremacía en la piscina europea con un oro en los 100 metros libres y otro primer puesto en los 4×100 metros estilos, además de otras dos platas en 4×100 y 4×200 estilo libre. Magnini era la otra gran baza italiana en Londres y también se ha vuelto a casa de vacío. Para el campeón del mundo en 2005 y 2007, estos JJ. OO. podían suponer, a sus 30 años, su última oportunidad para conseguir por vez primera en su carrera un éxito olímpico que se una a su amplio palmarés internacional. Pero por desgracia para el de Pesaro, los Juegos no le han proporcionado las alegrías y victorias que en cambio sí ha encontrado en todas las demás competiciones.
Italia se ha echado encima de ‘la Pellegrini’, como dicen ellos. Varios diarios deportivos y generalistas hablan del final de una carrera exitosa de una nadadora que tan sólo tiene 24 años. También anuncian el fracaso de Magnini, uno más en los Juegos, al que además acusan airadamente de haber creado un mal ambiente difícil de llevar en el seno del equipo italiano, con unas declaraciones fuera de tono. Aislarse de los comentarios, críticas y menosprecios de sus propios conciudadanos no será fácil para ambos. Federica visitará menos las piscinas, no dejará de nadar para no perder la forma, pero quiere «estar mucho más tiempo en casa”. ‘Fede’ no baja los brazos; Río de Janeiro la espera.
* Jesús Garrido es periodista. En Twitter: @jgarridog7
– Foto: Il Matino – London2012.com
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