Cómo conquistar Europa

por el 14 mayo, 2014 • 13:40

Alcanzar la final de una competición continental nunca es un ejercicio fácil. El camino suele ser duro, áspero y el equipo que lo consigue necesita tener suerte en determinados momentos. Así ha sido para el Sevilla F. C., como no podía ser de otra manera. Es más, debemos decir que Turín recibe a un equipo sevillano bendecido por la fortuna de manera sorpresiva, porque la resolución de dos de las eliminatorias que le han llevado a este partido han sido casi inexplicables desde la lógica.

Los de Emery se presentan en la final de la UEFA Europa League tras haber realizado una competición en la línea de lo que ha sido su temporada. Con picos pronunciados de rendimiento, irregularidad y momentos muy buenos y muy malos de fútbol y competitividad. El Sevilla no ha sido un equipo estable durante todo el año, sino que ha ido mostrando dos caras diferenciadas cuya media le ha dado para considerar la temporada como buena. El objetivo principal del equipo ya está cumplido: la próxima temporada estará nuevamente en Europa. Pero la pérdida de la Europa League dejaría un regusto muy amargo –tras haber perdido en Bilbao la opción de disputar la Champions– a la clausura del año.

Le ha faltado al equipo de Nervión haber sacado un pequeño extra para haber adornado la temporada regular en liga como excelente. En Europa, la resolución de la dos eliminatorias frente a los equipos españoles podría haber sido cualquiera. La moneda mostró la cara a los de Emery como podía haberles mostrado cruz. Pero llegados a Turín todo eso deja de tener trascendencia, los noventa minutos que llevan a la gloria no entienden de pasado ni de los momentos vividos para llegar aquí. Todo se juega a un partido en el que la preparación del mismo y el manejo emocional por parte de los contendientes será el que marque su resolución.

Y el Sevilla llega habiéndose dejado ir un poco en la liga las últimas jornadas, una vez que ya había alcanzado la final de la Europa League. Esto puede ser un arma de doble filo porque la victoria siempre es el mejor combustible para la competición, con independencia de donde se produzca. Aun así, la ilusión sevillista es máxima y las armas con las que cuenta pueden ser suficientes ante un rival duro y complicado.

Competir es la palabra clave para el Sevilla, tener la capacidad de poder hacerlo y estar metido en el partido. Han sido muchos los encuentros del año, incluso en esta propia competición, en los cuales los rojiblancos no han estado a la altura de la circunstancias. Una final lleva implícita la motivación suficiente para entrar en el partido con el nivel de activación necesario para afrontarla. Pero ahí surgen ciertas dudas. Los de Emery han tenido un doble comportamiento en ese aspecto durante el año. Se ha visto un Sevilla sobreexcitado o demasiado relajado, sin tomar el pulso óptimo al choque desde el inicio. Las finales son largas, tienen diferentes capítulos y mantenerse siempre en liza define en gran medida su resolución.

Igualmente que hablamos de algunos aspectos negativos, existen factores positivos por los que creer en el Sevilla. Es su competición, aquella por la que se hizo grande y que le dio la gloria. Aunque los dos título consecutivos (2006 y 2007) quedan lejanos, en el inconsciente colectivo de sus jugadores y aficionados está grabada a fuego esa hazaña. Venimos a recoger nuestra copa, se repiten unos y otros. Turín nos espera para volver a coronarnos como reyes de Europa, es el lema con el que todo el sevillismo desembarca en Italia.

Desde el punto de vista estrictamente futbolístico, en el ámbito técnico-táctico la lógica nos dice que el Sevilla jugará en cierta medida a no ser protagonista con el balón. Durante toda la temporada los peores momentos sevillistas están asociados a partidos donde la responsabilidad de la posesión recaía en ellos. Los de Emery juegan mejor y son mucho más competitivos cuando se blindan y chocan tanto en defensa como en ataque, a través de un planteamiento agresivo tanto con balón como sin él. Cuando la pausa es necesaria, el equipo rojiblanco pierde enteros porque, como comentábamos antes, le falla el dominio de los tiempos de construcción del juego elaborado.

Esto no implica que veamos un Sevilla replegado a campo propio y cediendo toda la iniciativa al Benfica, sino que nos encontremos a un equipo que elabore un juego muy directo sobre Bacca para que este habilite espacios a Rakitic entre líneas y que busque presionar o replegar a campo propio según vaya discurriendo el partido.

Bajo su poderoso 4-2-3-1, las dudas defensivas recaen en el volante lateral que acompañe a Vitolo en los costados. Ahí suele tener siempre problemas el equipo de Nervión cuando le toca defender. El Sevilla que opta al título es aquel que consigue que el partido se juegue en el medio, donde no cede totalmente el campo y se acuesta en el área de Beto porque se le hace muy largo y complicado el contragolpe, y no le toca atacar de manera permanente porque sucumbe en la transición defensiva, permitiendo contratacar al rival de manera solvente.

Ver a un Sevilla campeón pasa porque el partido se desarrolle bajo un supuesto control del balón por parte del Benfica, pero con un control del juego y de los espacios por parte propia. No hablamos de un partido de ida y vuelta, sino de un partido jugado en mediocampo, donde los de Emery roben o ataquen directo sin demasiada elaboración desde Rakitic en corto o Bacca en la prolongación o a través del dominio del juego directo y con el trabajo de llegada o conducción de los centrocampistas, en especial Vitolo y Mbia.

Aunque el gran arma con el que el Sevilla llega a Turín para ser campeón no es otra que su domino del juego a balón parado. Ahí Unai Emery es maestro de maestros, con Reyes y Rakitic como lanzadores y Fazio y Mbia como ejecutores. Para el cuadro rojiblanco no es tan importante llegar al área rival como el tener la capacidad para salir del campo propio y generar acciones en juego estático. Casi desde cualquier distancia al marco rival es poderoso el Sevilla en la estrategia.

Activación óptima, dominio espacial del encuentro, intensidad en las disputas de los balones divididos, juego directo y estrategia son las claves desde las que los andaluces presentan su candidatura a ganar la Europa League. Si el partido toma tintes en los que se desarrolla en una única dirección y en las cercanías de cualquiera de las dos porterías, las opciones sevillistas bajan exponencialmente.

Una vez aquí tenemos que confiar. Las cartas sevillistas están muy marcadas; esperamos que pueda llevar el partido al lugar donde jugar con ellas sus mejores bazas.

Vamos, Sevilla.

* Miguel Canales es creador del blog ‘Táctica Barça’.




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