1.- Dirigiendo el partido desde la banda, Leo Messi marcó el tempo necesario para cada tramo: pausado para atacar posicional al principio, temporizando para evitar la reacción atlética tras el primer gol, directo y veloz para ejecutar transiciones peliagudas cuando se intuía que el Barça podía sentenciar. Todo ello sucedió en apenas 45 minutos, los primeros del partido, en que el campeón liguero se mostró sombrío y taciturno, arrinconado hasta las telarañas de su portería, como temeroso e inseguro. Digamos, simplemente, que la defensa del Atleti fue, por momentos, un desorden completo, lo que ya es decir. Mérito también, y muchísimo, de la movilidad extrema de los delanteros barcelonistas: Neymar febril cual anguila, Suárez gigantesco como boya y Messi director, guionista y actor principal.
2.- Salvo por un primer minuto vibrante y eléctrico, el Atleti se vistió de roca. Es un equipo que se siente cómodo plantándose como una roca en su parcela cuando enfrente tiene a un cocodrilo del tamaño del Barça. Ocurre que los precedentes del último año avalaban la estrategia de la roca: el cocodrilo culé llevaba tiempo perdiendo los dientes cada vez que mordía esa roca. Hace algunos años, cuando el Atleti aún no era una roca, al Barça le bastaba con dar vueltas alrededor de la presa para zampársela. Cuando Simeone transformó la piedra en roca llegaron los partidos desdentados, en los que Messi y compañía se estrellaban sin remedio contra la pétrea estructura rojiblanca y a cada asalto se dejaban un par de muelas.
3.- La estrategia de la roca exige dos condiciones: precisión defensiva y viento a favor. Lo primero no ha existido, principalmente porque los atacantes blaugrana se han movido con fluidez, como si llevaran unos hilos invisibles con los que arrastrar y desorganizar a los defensores rojiblancos. Lo segundo, tampoco. Ser roca es formidable si van pasando los minutos de manera estéril para el atacante y no logra marcar, pues le sobreviene el estrés y a cada minuto la roca se agiganta. Pero si el atacante marca, como ha sido el caso a los 11 minutos en un gol con resbalones por doquier, el plan se queda en nada y recomponerse es bastante más complicado que echarse cuatro gotas de perfume.
4.- Sin necesidad de hacer nada sobresaliente, ni crear superioridades notables o construir un volumen de juego abundante, el Barça se ha puesto por delante sencillamente aprovechando la propuesta de Simeone. Sin presionar arriba ni en medio, plantado en un 4-4-2 lleno de agujeros, el Atleti permitía que Busquets circulara el balón por donde quisiera y solo en el tramo final afilaba las armas con su habitual 2 contra 1 en las bandas. La ubicación de Gámez como lateral izquierdo para sellar a Messi no ha resultado exitosa, al revés de lo que ocurriera en 2007 cuando Rafa Benítez plantó a Arbeloa en dicha posición para beneficio del Liverpool. Pero Messi ya no es el de 2007, sino un objeto volador identificable pero imparable.
5.- El regalo de los espacios por parte del visitante ha sido una bendición para Busquets, libre cual mariposa, que se ha permitido girar al rival a un lado y a otro. Luis Suárez ha actuado como segundo pivote, arriba en punta, con lo que el Barça dominaba en campo contrario con un poliedro sellado en los dos vértices por Busquets y Suárez, el primero como mediocentro distribuidor del juego, el segundo como hombre boya del ataque, en realidad un repartidor de pases para sus colegas delanteros. El uruguayo ha sido clave en la función porque ha facilitado la movilidad extrema de Neymar y la aparición inesperada de Messi por cualquier lugar. Suárez ha estado siempre en el lugar donde más falta hacía y Messi, en el lugar donde más daño hace.
6.- En el Atleti, al desorden defensivo había que sumar una descoordinación profunda en la presión, apenas realizada tímidamente por algún individuo suelto, Koke por lo general, Tiago en ocasiones, y el descontrol emocional, reflejado en ese Mandzukic que hoy ha mostrado sus cartas menos lúcidas.
7.- El primer tiempo del Barça ha sido completo, sin ser brillante. Ha ejecutado bien el ataque posicional al principio; la pausa y la temporización después, ahogando al Atleti, al que ha impedido chutar en todo el período; y el juego directo a la menor oportunidad que encontraba, lo que le ha llevado a sumar varias ocasiones de peligro. El segundo gol, iniciado con un control de Messi con el brazo, ha culminado un excelente trabajo en las transiciones, con la cabalgada del argentino, el arrastre hacia dentro de Neymar llevándose a Juanfran, y vaciando el centro del área, y el desmarque de Suárez para recibir solo, suelto, indefendible.
8.- La tarea se ha convertido en tremendamente compleja para el Atlético, que no ha cambiado de plan tras el descanso. La única variación es que, tras marcar Mandzukic de penalti, el Barça de los grandes atacantes y los defensas sobrios (hoy, los cuatro de atrás lo han sido) se ha visto reforzado por Iniesta. Aunque sigue en un tono bajo, ha aparecido. Con Rakitic dimitido de toda relación con la pelota, Iniesta se ha hecho con ella, permitiendo que pasara el rato. En realidad, salvo volteretas y berrinches, golpes y empellones, el segundo tiempo no ha tenido más juego que el de Iniesta, su posesión defensiva y su conexión con los tres de arriba, que se han reservado para momentos puntuales.
9.- El Atleti parecía claramente dispuesto a no buscar más que un saque de esquina, una falta lateral o uno de esos accidentes de la ruta que le permitiera hacerse con el empate, pero el conjunto de Luis Enrique no le ha permitido jugar ni, especialmente, transitar. Apenas, disparar de lejos en cuatro ocasiones, todas ellas tímidas y blandas. Ni siquiera los duelos aéreos han sido rojiblancos, pues han perdido más de la mitad de ellos, indicador que refleja mejor que nada cuanto ha ocurrido en el Camp Nou, por no hablar de ese 40 % de pases fallados en campo contrario, problema irresoluble para los de Simeone.
y 10.- Basado puramente en sus atacantes y sin apenas peso de sus medios, el Barça logra un triunfo de impacto sobre el campeón, que sale del partido menos coriáceo, menos sólido, menos roca. Messi lo concluye en fanfarria, con los colmillos afilados, muy poco acompañado por sus centrocampistas, pero bien rodeado por el eléctrico Neymar y el boya Suárez. Provisional o definitivamente, el Barça de los centrocampistas ha desembocado en el Barça de los delanteros.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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