"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
El 7 de julio de 1974, Alemania Federal y Holanda disputaban la gran final de la Copa del Mundo en Múnich. El torneo había sido largo y casi 40 años después sigue dejando y evocando nombres, equipos y partidos míticos. No en vano se considera este Mundial el primer campeonato del “mundo moderno”, en contraposición al disputado cuatro años antes en México, considerado el “último clásico”. La manera de entender el juego había cambiado radicalmente en este corto lapso de tiempo. El culto a la técnica, al juego ofensivo, al “jogo bonito”, al fútbol de duelos uno contra uno que habían representado equipos como Brasil o Perú se veía ahora sustituido (no superado) por la movilidad, la preparación física y el intercambio de posiciones. Alemania’74 es el Mundial del “fútbol total”, y no solo por las hazañas de la Selección holandesa, pese a lo que muchos piensan.
Sergio Vilariño aprovecha el evento mundialista para adentrarnos en las profundidades de aquellos centrocampistas de otros tiempos, jugadores que parecían eternos y omnipotentes, abarcando el campo por entero, prodigándose sin desmayo. Neeskens y Matthaus, Toninho Cerezo y Netzer, Overath o Van Hanegem, el polaco Deyna y cien nombres más. En la Revista nº 5 del Club Perarnau repasamos la historia completa de esos centrocampistas de ensueño.
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