Un tiempo atrás, los entrenadores en nuestro afán por darnos importancia, o quizás en la búsqueda de escapar de etiquetas tan peyorativas (para algunos) como ser denominado simplemente “alineador”, empezamos a poner fronteras al mapa de interrelaciones ínfinitas que es un campo de fútbol.
Esta necesidad de controlar lo incontrolable y medir lo inmesurable, que nos permita formular certezas que demuestren que no se nos escapa un milimol de lactato, ni los kilómetros que recorre fulanito por el terreno como estaba preestablecido (ni uno más, ni uno menos), para parecer más sin preocuparnos por ser; cuando quizás la única certeza rotunda es que vivimos en la incertidumbre y que es imposible controlar, a través de mediciones, dos fenómenos complejos como son el Juego del Fútbol y al propio Jugador.
LO PRIMERO ES JUGAR
Ese afán por reducir nos llevó a delimitar la funcionalidad de nuestros jugadores (los laterales no se podían incorporar a la vez, los extremos pegados a la cal, dos mediocentros siempre tras el balón, etc…); a crear especialistas en torno a una pequeña parte del juego (uno que robe, uno que organice, uno que desborde por fuera y, por supuesto, un 9 goleador); así como poner orden a nuestras funciones (el central y el lateral primero tienen que defender; el mediapunta debe atacar primero y luego guardar energías), cuando quizás hay un solo orden: Lo Primero es JUGAR.
A toda esta mezcla se le llamó Fútbol Moderno y primero determinamos los Sistemas y después ensartamos jugadores, teniendo muy claro que esa complementariedad iba a surgir desde las diferencias. Quizás por esa teoría de los polos opuestos.
LOS INSUMISOS
Pero, como siempre, han existido insumisos, gente que no entiende esa existencia de fronteras que limiten los aconteceres de un juego que es infinito. Entrenadores de Jugadores que encuentran complementariedad desde las semejanzas y que establecen el Modelo a partir de las capacidades del Jugador y no al revés pero, sobre todo, existen jugadores para los cuales los límites impuestos no son óbice para demostrar que jugar bien no entiende de emplazamientos; comprenden que ellos no son posiciones: son capacidades de interacción y posiblidades de intervención; que mi primera acción va a condicionar el resto y que lo que haga en una zona del campo posibilitará otra en algún otro lugar (“Decidimos poner a Thiago en izquierda porque el hecho de tener a Alves muy abierto en derecha iba a provocar numerosas situaciones de 1×1 en el lado contrario y Thiago tiene desborde y capacidad para pasar”, Pep Guardiola tras la final del Mundial de Clubes), un terreno de 105x65m. y no fracciones de 20x20m.
Para nuestro deleite existe esta estirpe de futbolistas, ilimitados en su ubicación, enemigos del GPS, que luchan por eliminar las fronteras que un día castró su talento y el de tantos que se quedaron en el camino, jugadores que conocen los principios inherentes al juego cuando se encuentran por fuera, cuando reciben en 3/4 o cuando son oponentes directos al poseedor. Aquellos que saben jugar y entienden el juego: son los Silva, Mata, Modric, Cazorla, Iniesta o Pires y Zidane en su día, gente que lucha por eliminar fronteras, aquellos que tienen por patria una pelota, son Ciudadanos del Mundo.
* Adrián Cervera es Entrenador de la UD Marbella y autor de «Modelo Organizacional-Estratégico de entrenamiento en fútbol» (Ed. MC Sports). En Twitter > @AdrianCervera
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