"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Fútbol / Alemania / Crónicas 2014-2015
1.- “Querría tener miles de centrocampistas en mi equipo”, dijo en cierta ocasión Pep Guardiola. Un día colocó hasta siete en el once inicial y ganó por aplastamiento el Mundial de clubes frente al Santos. Otro día vació su equipo de centrocampistas y el que le ganó por aplastamiento fue el Real Madrid. Prometió no volver a traicionarse Pep, pero hoy frente al Bayer Leverkusen se presentó en el Allianz Arena con un único jugador criado en la medular: Xabi Alonso. En esta ocasión el susto duró 45 minutos y solo la falta de jugadores en esa posición obligará en el futuro a repetir plan al técnico. Al final todo lo arregló otro centrocampista, Rode, que dio sentido al juego y despejó los dolores de cabeza que habían provocado el equipo de la aspirina.
2.- Ese cambio llegó tras el descanso. Entró Rode por Götze y se reordenó el Bayern alrededor de un 1-4-2-3-1. El mediocentro alemán se colocó en un escalón intermedio entre la salida del balón (Xabi Alonso) y los agitadores del juego (Robben, Ribéry y Müller). Robben comenzó a pisar los terrenos de la mediapunta y liberó espacio para que Müller y Ribéry aprovecharan su velocidad por las bandas. El puzle terminó de ordenarse con Lewandowski como delantero centro. Tanto el polaco como Müller fueron durante el primer tiempo dos estacas pegadas a la línea de cal con la intención de abrir huecos para la entrada de Robben y Ribéry por dentro.
3.- Seis minutos tardó en dar resultado el movimiento de Guardiola sobre el tablero del Allianz. El Bayern había empezado a empujar al Leverkusen contra su portería, más por arrebatos de calidad de sus hombres que por juego. De hecho fue la buena interpretación de un córner que suponemos preparado con el que los jugadores de Guardiola desnivelaron el partido. La gran dejada de Xabi Alonso, elevado en los límites del área pequeña, fue contestada por Ribéry con una magnífica volea. Fugaz y potente. Imparable para Bernd Leno. El abrazo de Guardiola y Sammer era la escenificación de lo que había costado llegar hasta allí.
4.- El gol fue bálsamo revitalizante para los muniqueses y en los siguientes 15 minutos se vieron sus mejores momentos. La presión subió varios metros hasta llegar a tres cuartos de cancha, Xabi Alonso ya no se encontraba tan solo en la medular y el despliegue físico de Rode equilibraba a un equipo que entonces tenía más espacio para correr. De repente la cadena estaba engrasada. Las ocasiones se sucedieron. Primero Lewandowski y después Robben pudieron cerrar el partido con sendos remates. Lo evitó Leno, que terminó siendo el mejor de los suyos tras negar una y otra vez al Bayern que la renta fuera mayor. El robo rápido de Rode o Alonso y la salida directa hacia Ribéry o Müller impedían al Leverkusen respirar, ni siquiera dar más de dos pases consecutivos.
5.- Lo enchufado de esos minutos del Bayern se ejemplifica en esa pillería de Xabi Alonso a la hora de partido. Su pase milimétrico (con el balón todavía en movimiento, al sacar una falta rápida) dejó solo a Müller, que puso un centro al corazón del área. El rebote cayó a Lewandowski, quien con todo a favor tiró su volea al lateral de la red. No había medio de aumentar la ventaja, pero ni siquiera así sufrió el Bayern. Tras ese esprín de cuarto de hora, entendió Alonso que tocaba rebajar la marcha, enfriar el partido y buscar con más paciencia los caminos de la victoria. El desgaste de los de Roger Schmidt hizo el resto. Faltos de ideas, no consiguieron rematar a portería en toda la segunda mitad.
6.- Su momento había pasado ya. Todo pudo haber sido diferente si Bellarabi hubiera rematado con mayor contundencia aquella jugada a los tres minutos de partido que salvó bajo la línea Bernat. En esos minutos vivía agobiado el Bayern ante la siempre asfixiante presión de los equipos de Schmidt. Hasta cuatro jugadores atacaban la posesión de pelota de los defensores muniqueses en los primeros minutos de partido. Xabi Alonso sufría recibiendo de espaldas y las bandas eran la única vía de escape para los hombres de Guardiola. En esta ocasión, además, la adelantada presión no iba acompañada de lagunas de concentración o los desajustes defensivos que provocan que en sus partidos haya tantos goles.
7.- No sorprendería ese movimiento a Pep Guardiola siendo Roger Schmidt uno de los entrenadores que más admira y estudia. Un técnico que le fascina por la solidaridad y atrevimiento de sus jugadores y al que ya seguía en su etapa en el Red Bull Salzburgo. La réplica de Guardiola fue colocar a Robben y Ribéry como interiores en la salida de balón, por lo que ambos bajaban a recibir mucho más de lo habitual. Schmidt contraatacó entonces con Castro y Bender muy cerca de los jugadores más desequilibrantes en las filas del Bayern, lo que obligaba a ambos a descargar de cara o intentar una jugada individual incierta lejos de su zona de influencia habitual. Las bandas, ocupadas por Lewandowski y Müller, eran las zonas donde mejor encontraba la superioridad el Bayern, pero el Leverkusen cortocircuitaba siempre la conexión con Götze.
y 8.- Incluso Neuer tuvo que volver a aparecer con una de sus intervenciones fetiches. El falso central evitó con una salida más allá de su área que Bellarabi se plantará cara a cara frente a su marco. Kiessling todavía ganaría algún balón por alto que descargaría o prolongaría para la entrada del internacional alemán o del coreano Son, pero los de Schmidt perdonaron en exceso. Y lo pagaron después, claro. Con este resultado, el Bayern vuelve a dejar su portería a cero. Ya son once partidos, más que ningún otro equipo de las cinco grandes ligas. Esa consistencia defensiva es la que le ha aupado a lo más alto de la Bundesliga, donde no conoce la derrota. Pero las victorias se gestan en el centro del campo. Bien lo sabe Guardiola.
* Emmanuel Ramiro es periodista.
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