Aunque normalmente el aficionado no se detenga a pensar en ello, la labor de un preparador físico es clave dentro del funcionamiento de un equipo de fútbol y, sobre todo, en sus éxitos y fracasos. Si ese trabajo te permite además vivir experiencias alrededor de todo el planeta, no se puede pedir más. Eso es precisamente lo que le ha sucedido a Cédric Thyus. Además de en España, donde ha trabajado para Mallorca y Real Madrid entre otros, el mallorquín ha vivido experiencias en países tan dispares como México, Rumanía o Arabia Saudí, donde se encuentra en la actualidad.
Pregunta.- Pero empecemos por el principio.
Respuesta.- Mi primera oportunidad fue en el Mallorca, antes incluso de terminar la carrera. En 1997 yo estaba en 4º de INEF y Paco Navarrete, con el que ya había coincidido jugando en Tercera División en el CADE Paguera, me pide que vaya a hacer un informe del cadete A del Mallorca que él entrena, un equipo con Albert Riera, José Blázquez, Chando… Intercambiamos opiniones al respecto y al año siguiente, al acabar la carrera, se me ofrece la posibilidad de entrar como preparador físico de los dos equipos cadetes del Mallorca y entrenador de la escuela de fútbol. Así se produjo mi entrada en el RCD Mallorca.
P.- Y desde el cadete hasta el filial.
R.- Estuve dos años en categoría cadete, luego un año en el Ferriolense, que era filial del Mallorca, de 3ª, después paso al juvenil División de Honor durante otra temporada y finalmente subo al Segunda B, donde estoy tres temporadas, hasta que me voy al Real Madrid.
P.- ¿Y cómo surge esa posibilidad del Real Madrid?
R.- Durante varios veranos coincidí con Alberto Giráldez, en ese momento coordinador del fútbol base del Madrid, durante unas jornadas de entrenamiento de alto rendimiento que se hacían en Manacor, organizadas por Toni Pascual. Después de una serie de conversaciones me comenta que el Real Madrid tiene un proyecto de abrir escuelas de fútbol por todo el mundo y que tengo el perfil para entrar. Así que fui a una entrevista con el propio Giráldez y con Javier Azkargorta, que era el director del proyecto, y me ofrecieron dirigir una escuela en México. A pesar de que significaba dejar el Mallorca, no me lo pensé demasiado. Estamos hablando del Real Madrid.
P.- ¿Cómo fue la experiencia en México?
R.- Fueron tres años maravillosos. Ahí me di cuenta de la grandeza del Real Madrid a nivel mundial. Yo era el director de la escuela en Puebla, una de las tres que había en México, todas bajo la supervisión de Xabier Azkargorta y Emilio Butragueño. El objetivo principal era ofrecer la metodología formativa del Real Madrid a los niños mexicanos que pertenecían a esa escuela y tratar de conseguir que esos jugadores llegaran al mundo profesional. Ocho lo lograron y uno estuvo cuatro años en el fútbol base del Real Madrid.
P.- ¿Cómo eran ahí los jugadores? ¿Qué suponía para ellos estar en el Madrid?
R.- Sentían una pasión exagerada por el Real Madrid. Más coincidiendo con la época de los galácticos. Vestir la camiseta oficial, escuchar el himno, representar al club a nivel nacional e internacional… Yo creo que les marcó de por vida.
P.- ¿Y esto duró hasta?
R.- Todo se terminó cuando Ramón Calderón ganó las elecciones, en el 2006. Se producen los lógicos cambios en la directiva y nos informan de que el proyecto internacional se dará por cerrado en julio 2007. Eso sí, nos informaron con seis meses de antelación, lo cual es de agradecer.
P.- Continuamos. ¿Siguiente parada?
R.- En junio del 2007 vuelvo a Mallorca y me tomo un año sabático para dedicárselo a mi hija recién nacida. Y al verano siguiente me llega una oferta del Baleares, con un ambicioso proyecto después de subir a Segunda B, con Toni Cazorla de entrenador. La cosa no va bien, nos echan en la jornada 13ª, y poco después me llega una oferta para dirigir todo el fútbol base del Jaguares de Chiapas, así que me voy otro año a México, hasta que en el 2010 me llama López Caro comentándome que tiene una oferta de un club de primera división de Rumanía y que quiere que me vaya con él.
P.- ¿Qué te unía con López Caro? ¿Por qué te llama?
R.- Había coincidido con él tanto en el Mallorca como en el Real Madrid, y aunque nunca llegamos a trabajar directamente juntos, siempre hubo muy buena relación, una muy buena sintonía a la hora de interpretar el fútbol, el entrenamiento, la formación de jugadores… y supongo que por ese motivo me llamó diciéndome que quería contar conmigo.
P.- Y os embarcáis en la pesadilla rumana.
R.- Fue una etapa complicada. Sufrimos muchísimo. Más a nivel personal que deportivo. Habíamos firmado por tres años de contrato, con el objetivo de entrar en Europa el primer año y los dos siguientes luchar por el título. Éramos una ciudad pequeña y teníamos que combatir con leyendas como el Steaua, el Rapid, el Dinamo, el Cluj… A las tres jornadas el presidente interpreta que es imposible quedar entre los cuatro primeros estando a media tabla, cuando sólo estábamos a cuatro o cinco puntos del cuarto. Era un proceso que requería tiempo, con un nuevo cuerpo técnico que desconocía el fútbol rumano, jugadores que se acababan de incorporar como Rivas, Campano o Bodipo, que se tenían que adaptar a ese fútbol. Así que se terminó pronto y mal la etapa rumana.
P.- ¿Cómo lo viviste personalmente?
R.- Yo fui el primero en salir al impedirme entrenar con el equipo alegando que mi titulación española no tenía validez en Rumanía. La RFEF envió un certificado acreditando la validez de la documentación, pero no varió la situación. Decidimos rescindir el contrato y acudir al TAS. Se evitó ir a juicio al llegar a un acuerdo previo.
P.- ¿Con qué recuerdo te quedas de aquella etapa?
R.- Intento recordarla con respeto y cariño, aunque es cierto que lo pasamos muy mal. Con respeto porque estoy seguro de que hay compañeros de profesión que lo han pasado o lo están pasando peor que yo, y con cariño porque no deja de ser una oportunidad de debutar en la primera división rumana y jugar una ronda de Europa League. Es un capítulo del que intento guardar los buenos momentos.
R.- Sí. Llego a mediados de septiembre a la isla y el RCD Mallorca se puso en contacto conmigo para interesarse por mi situación. Tras varias reuniones me incorporo al organigrama del fútbol formativo con el objetivo de coordinar el área de Metodología y Entrenamiento desde la escuela de fútbol hasta el filial. Nuevo reto, porque significaba dejar el campo para centrarse más en funciones organizativas. Pero a finales de año Vicente Engonga pasa a dirigir al Mallorca B y me incorporo como asistente suyo. La temporada siguiente, con la llegada de Miquel Soler, continúo formando parte del cuerpo técnico.
P.- Hasta que vuelves a recibir la llamada de López Caro.
R.- Sí. Antes de terminar la temporada me llama Juan Ramón y me dice que ha firmado como director deportivo de la Federación de Fútbol de Arabia Saudí y que quiere que me vaya con él.
P.- ¿Cómo te quedas cuando oyes Arabia Saudí?
R.- Cuando estás acostumbrado a viajar, te da igual. Prestas más atención a lo que es el proyecto, qué esperan de ti, qué cargo vas a ocupar y, por supuesto, las condiciones. No al sitio en sí al que vayas. El país de destino no es una prioridad, si bien es cierto que una vez tienes familia e hijos preferirías un lugar más cercano, pero valoro mucho más la confianza depositada por personas como López Caro.
P.- ¿Te lo pensaste mucho cuando te llamó?
R.- Fue muy complicado. Sobre todo porque me siento muy identificado con la política formativa de Serra Ferrer en el Mallorca, creo que los pasos que se están dando en el club a nivel formativo aunado al alto nivel de los técnicos que hay, darán resultados muy satisfactorios. Además significaba volver a dejar tu casa, tu club, un trabajo donde me sentía muy valorado e identificado. A nivel familiar cuesta cada vez más alejarme de mi mujer e hijos, pero aprovechamos los stages realizados en Europa para que vengan a visitarme y desde mayo ya he estado varias veces en casa. Facilita muchísimo el hecho de contar con una mujer que, además de respetar mi profesión, me apoya incondicionalmente. Estas experiencias nos ha unido aún más como pareja y como familia.
P.- Cuéntanos un poco tu trabajo ahí.
R.- La selección absoluta de Arabia Saudí tuvo un muy buen momento en la década de los 90, llegando incluso a los octavos de final del Mundial de Estados Unidos. Después siguió clasificándose sin pasar de primera ronda hasta que en el 2010 no participó y el año pasado quedó eliminada en la clasificación del Mundial de Brasil 2014. En los últimos años los resultados internacionales no han sido los esperados y ahora la federación ha apostado muy fuerte por invertir en las selecciones inferiores para recuperar, en un futuro, ese lugar en el mapa internacional. Y ese es nuestro cometido.
P.- Sois todo un equipo español que se ha marchado ahí.
R.- Sí, además de Juan Ramón López Caro, que firmó como director deportivo, y de mí, van otros siete técnicos españoles, entre los que está el exentrenador de porteros del Mallorca Monchi, y entre todos formamos los diferentes cuerpos técnicos de todas estas selecciones. Yo, por ejemplo, estaba de preparador físico de la categoría sub-19 y sub-14. Hasta que a unos cuantos nos subieron ahora al primer equipo.
Además, estamos inmersos en un proyecto de formación para ofrecer, a través de la federación, cursos para los técnicos locales. También tenemos establecidas vías de comunicación con todos los clubes profesionales de Arabia Saudí para intercambiar información sobre jugadores y metodología de entrenamiento. Explicamos cómo trabajamos, cómo entendemos los procesos formativos, cómo organizamos las concentraciones, cuáles son nuestras normas de convivencia… Y así ofrecer la posibilidad de sumar esfuerzos colectivos por el bien de los jugadores.
P.- ¿Y lo aceptan bien?
R.- De momento sí. Los primeros que nos ayudan a ello son los propios futbolistas. Cuando vuelven a su club intentan mantener hábitos, rutinas preventivas…
P.- ¿Cuál es el objetivo en cuanto a resultados?
R.- En la selección absoluta, el objetivo es muy claro: la Copa de Asia del 2015. Empezamos ya en febrero, enfrentándonos a la China de Camacho y hay que buscar la clasificación. En el fútbol formativo, al ser un proyecto a cuatro años vista, queremos comenzar a dar pasos importantes en un año-año y medio, pensando por ejemplo en la Copa de Asia sub-21, sub-16 y sub-14.
P.- ¿Qué nivel hay en el fútbol formativo árabe?
R.- Hay talento, pero no desarrollado. Los jugadores no compiten antes de los 15 años, y por tanto tienen carencias en todos los aspectos. Al llegar a las competiciones internacionales en edad formativa esos años de desarrollo que les falta sale a la luz. Tenemos en las selecciones inferiores jugadores que podrían jugar en clubes profesionales españoles y algunos jugadores de la sub-19 que si tuvieran la oportunidad de entrenar en España podrían dar el salto al mundo profesional en menos tiempo de lo que la gente se imagina. Hay talento, pero con años de retraso en cuanto a su formación.
P.- ¿Y ellos quieren trabajar? ¿Están dispuestos a ello?
R.- Totalmente. De hecho, en el poco tiempo que llevamos ahí han cambiado radicalmente muchos aspectos. Ya no sólo la forma de jugar, sino cómo interpretan el fútbol. O cómo interpretan el entrenamiento. Para nosotros ir a entrenar es ir a mejorar y eso lleva implícito muchos aspectos y valores a los que no les daban importancia.
P.- Y me imagino que habréis tenido que cambiar muchas cosas para conseguirlo.
R.- Recuerdo una concentración de tres semanas que coincide con el Ramadán. Hasta las seis y pico que se pone el sol no pueden comer absolutamente nada. Por tanto, lo que hacen es levantarse por la tarde y acostarse de madrugada. Durante ese tiempo nos informan de que debemos llevar a cabo entrenamientos poco intensos porque el jugador, durante esa festividad, no está en condiciones de entrenar con normalidad. Pues bien, nosotros lo que hicimos fue instaurar una doble sesión durante 21 días. La primera a las nueve de la noche y la segunda a las dos de la madrugada. Eso nunca se había hecho, ni a nivel de selección ni a nivel de club. Tuvo mucha repercusión y empezaron a tomar conciencia de que realmente teníamos muy claro lo queríamos lograr, respetando siempre sus tradiciones.
P.- ¿Y los jugadores lo aceptaron sin ningún problema?
R.- No tuvimos ningún tipo de queja. Su grado de adaptación y asimilación de las cargas fue excepcional e incluso recibimos muchos agradecimientos, de los dirigentes, de los servicios administrativos… Sobre todo cuando fuimos a disputar un torneo internacional y vieron cómo podíamos competir ante selecciones de más tradición y prestigio que la nuestra. Entonces empezaron a creer en nuestro trabajo y a convencerse que se podía llevar a cabo.
P.- ¿Y cómo os entendéis? Porque me imagino que árabe aún no sabrás.
R.- Con los que entienden inglés hablamos en inglés, y disponemos de un intérprete. Pero hay que ser realistas y aceptar que el idioma del fútbol son unas 300 palabras. Y nosotros ya dominamos bastantes: aprieta, repliegue, abre, cierra, ofrécete, línea de pase, marca, zona, vigilancia, tranquilo, pausa, tírate al suelo, provoca tarjeta… El idioma del fútbol es muy acotado y tú tienes que aprender ese idioma. Hemos creado un vocabulario específico, a nivel técnico-táctico, a nivel físico, otro de competición y otro de porteros. Lo tenemos en una libreta, y está en el banquillo.
P.- ¿Y cómo es vivir en Arabia Saudí?
R.- Por las mañanas vamos a trabajar a la federación y por las tardes asistimos a entrenamientos y partidos de todas las categorías para hacer el seguimiento de los jugadores seleccionables. Seguimos viviendo en un hotel que cubre, de sobras, todas nuestras necesidades y en breve nos mudaremos a nuestras casas definitivas.
P.- ¿Ningún problema en la vida cotidiana?
R.- Ninguno. Llama la atención el sentido del pudor que poseen. No hay, por ejemplo, duchas colectivas como en toda Europa, sino que son todas duchas individuales, cada una con su puerta. Por tanto, tienes que ir vestido hasta la ducha y una vez dentro te desvistes y después te vistes. Los primeros días recuerdo que me iba con la toalla y nada más a la ducha. El manager del equipo me recomendó ser más discreto.
P.- ¿Y las mujeres?
R.- Es imprescindible intentar entender la religión islámica para posteriormente valorar cómo interpretan la vida, las relaciones… Para ellos el papel de la mujer desempeña un rol muy diferente al nuestro y nos siguen sorprendiendo algunas situaciones. Pero no hay que olvidar que los extranjeros somos nosotros y, por tanto, debemos respetar al máximo su cultura.
P.- ¿Y los tiempos de los rezos cómo los lleváis?
R.- Todo gira en torno a la religión y uno de sus deberes es rezar cinco veces al día. Nos llamó la atención, al principio de llegar, ver cómo se interrumpían los entrenamientos porque se oía la llamada al rezo. Por tanto, tras conocer los diferentes horarios de rezos, hemos programado las sesiones en horarios que no se vean afectadas por el rezo y así dar continuidad al entrenamiento.
P.- En tantos sitios y tantos vestuarios que has estado, ¿serías capaz de quedarte con un jugador?
R.- Imposible. Tengo mucho cariño por muchos jugadores que he tenido desde pequeños y que hoy juegan en Primera División, y me olvidaría de muchos si dijera uno. Víctor Casadesús era un jugador con una calidad y definición que llamaba mucho la atención, pero le faltaba constancia, sacrificio, capacidad de sufrimiento… Lo mejoró durante una serie de años y ahora está en Primera porque se lo ha ganado él. De Miguel Ángel Moyà me sorprendió mucho que en cadetes tuviera una mentalidad y personalidad superior a su edad. A Iván Ramis le tengo un cariño especial, ya que era un jugador difícil de convencer pero a la larga muy agradecido. Pau Cendrós, un jugador que supo exprimir al máximo sus virtudes para poder llegar a la élite.
P.- ¿Y un entrenador?
R.- He tenido el privilegio de tener muy buenos entrenadores. Sin contar a Juan Ramón López Caro, con el que estoy ahora, si tuviera que quedarme con uno sería Toni Cazorla. He trabajado muchos años con él y me siento muy identificado con su manera de dirigir un equipo. A día de hoy le considero un buen amigo antes que un compañero de trabajo. Otro con el que disfruté y aprendí mucho es el Nanu Soler. Considero que tiene argumentos y el perfil necesario para llegar a la élite. Ya siendo jugador analizaba a los entrenadores que tenía; y estamos hablando de Cruyff, Valdano, Cúper, Aragonés… Y no puedo olvidarme de entrenadores que me hicieron crecer profesionalmente como Juan Manuel Darder, Paco Navarrete, Tomeu Llompart, Vicente Engonga, Pep Gilet, Trobbiani, Moreiras…
P.- Has vivido fútbol, en el mayor significado del término, completamente distinto y por todo el planeta. ¿Podrías darme una característica especial de cada sitio en el que has estado?
R.- México es pasión por el fútbol. Cómo se viven los partidos, la identificación con unos colores, las tertulias diarias en todos los ámbitos sociales… es superior a nuestro país. Rumanía es talento sin organización. Además, la liga crea muchas suspicacias por los poderes fácticos que hay en los diferentes equipos. España es el referente actual a nivel mundial y se lo ha ganado. Por el nivel de los entrenadores, que cada vez es mayor, y, por tanto, el de los jugadores. Si antes siempre mirábamos de reojo a Italia, Francia, Alemania, Holanda, Argentina, Brasil… ahora nos miran ellos a nosotros.
Y Arabia Saudí requiere de muchos esfuerzos, ya que los jugadores no compiten hasta la edad de infantil y, por tanto, carecen de muchos años de formación y después porque culturalmente somos completamente antagónicos. El tiempo dirá.
P.- ¿Podríamos considerar eso como un gran reto?
R.- El mayor que he afrontado nunca. No hay gran pasión por el fútbol y los plazos de confianza suelen ser aún mas cortos que en España.
* Tolo Leal es periodista y editor del diario «Som Balears».
– Fotos: Fútbolbalear – As
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