1.- Que coincidan dos grandes porteros en un mismo escenario futbolístico es una realidad que no tiene por qué sobresaltar a ningún futbolero más que en el vuelo de uno de los arqueros a por una pelota imposible. Pero que coincidan dos con un apellido tan similar es singular. O plural. O los dos. Que me pierdo. Es magnífico y desesperante, dependiendo de qué parte implicada opine al respecto. Unos cuantos atacantes, en buena parte pericos, no quieren ver a Casillas, el plural, y Cristiano Ronaldo solo será feliz cuando vea a Casilla, el singular, buscando su disparo en la red.
2.- La meritocracia podrá votar con una papeleta que no tener que hacer ninguna parada de mérito en noventa minutos minimiza una cifra de minutos imbatido hasta la fecha inalcanzada y que, en cambio, anular la referencia ofensiva mundial de la actualidad en tres partidos diferentes es un hito singular. O plural, que son tres. Cada cual a lo suyo que le aplique la relevancia que considere. Como se suele decir en este Magazine, las estadísticas están para contarse y ninguna de estas dos carece de interés para ser mencionadas e incluso vanagloriadas.
3.- Pepe, Benzema y Jesé deberían sentirse orgullosos de ser los únicos que han superado el muro tarraconense en cada uno de los tres partidos entre Real Madrid y Espanyol de las últimas dos semanas. De los tres, el único que no marcó de cabeza fue el nuevo reclamo canteranístico del respetable madridista, que tuvo la habilidad necesaria para superar a Casilla de entre un tráiler lleno de ocasiones. De ese gol nos quedaremos con dos cosas en general, las más obvias, y una singular, la que pasará más desapercibida. Las dos primeras, el pase que no saldría ni en la PlayStation y el control en carrera. La otra, el ligero y casi inapreciable amago de Jesé previo al golpeo por el palo corto que dejó a Casilla sin opción a la reacción.
4.- El gol fue la nota más alta de una primera media hora en allegro del Real Madrid que pasó a un demasiado literal andante hasta terminar en un adagio peligroso para el récord de Casillas. Las fases de juego excelso merengue no se prolongan más allá del ratito, como mucho un tercio de un partido. Algo suele haber que cambia el disco y hace sonar la música mejor o peor. Contra el Granada fue el descanso que derivó en una versión positiva; contra el Espanyol ha sido una amarilla a Nacho lo que ha comenzado a emborronar una partitura sin tachones hasta ese instante.
5.- Ver al Madrid en esa fase casi pletórica es encantador. El problema es que esa versión distinta y agradable siempre invita a más y el espectador no suele recibir lo que demanda. Se resume el cambio en la evolución de Isco durante el encuentro. Si el malagueño disfruta, el equipo también, así como el aficionado. Isco salía de su nueva posición de delantero atrasado para confluir en el transcurso de la pelota desde que salía de las botas de Xabi e Illarra, y esos movimientos habilitaban espacios kilométricos para Cristiano y Jesé, como el que se abrió en el gol.
6.- Pero cerca de llegar al ecuador del choque, Isco empezó a preguntarse qué narices hacía de falso nueve si ya la pelota no rodaba tan libre y dinámica como instantes antes. A partir ahí, Isco deja de estar a gusto, le molesta todo, siempre futbolísticamente hablando, y su decaimiento va de la mano con el del equipo. ¿Qué es primero? Difícil decirlo, aunque las circunstancias de hoy me incitan a pensar que se trata sobre todo de un repentino mejor entendimiento del Espanyol del trabajo que tenía que realizar.
7.- Para un club que no dispone de un presupuesto similar ni siquiera a los que luchan con posibilidades reales de entrar en Europa League, tener un jugador franquicia, al más puro estilo NBA, es fundamental, me atrevería a decir que es hasta indispensable. El Zaragoza tenía a Diego Milito; el Racing tenía a Munitis; el Depor, a Valerón. Hasta el Murcia tiene a Acciari. Jugadores que con una acción en un principio aislada levantan el ánimo del resto de sus compañeros y provocan una reacción en cadena que saca a su equipo del brete donde se haya metido. Ese es Sergio García para el Espanyol. Su coraje no ha servido para marcar a Casillas, pero sí lavó la imagen del Espanyol, que si bien nunca dio visos de poder remontar, sí acabó eliminado de forma muy digna.
8.- Y mérito añadido tiene el partido del capitán blanquiazul ante la extenuante actuación de la pareja de centrales madridista, inmensos en la anticipación desde el minuto uno hasta que el mayor de los hermanos Teixeira Vitienes dio el partido por acabado. “¡Lástima!”, podría pensar egoístamente Nacho Fernández por la inminente vuelta de Raphaël Varane, porque su rendimiento cada vez que ha jugado ha sido magnífico. Hoy, con el reto además de tener que jugar con su hermano Álex vestido de gris y negro, que por cierto ha jugado un muy buen partido entre las líneas medular y defensiva del Madrid.
y 9.- Lo diremos a la ligera los próximos días, pero ocho partidos sin encajar un gol hoy en día es una barbaridad al alcance de muy pocos. Bien es cierto que los rivales, sin faltar, no han sido ni el Manchester City ni el Bayern, pero eso no resta mérito a lo conseguido de forma plural. Diego López y Casillas. Debate en la portería, dicen. Ancelotti sonríe. Es feliz.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Andres Kudacki (AP)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal