1.- Hay veces en las que nos enfrentamos a un libro, a una película o a cualquier demostración artística y ha habido ciertos detalles que, bien porque no nos hemos percatado y los hemos pasado por alto, bien porque no los hemos entendido del todo, los dejamos correr. Y una buena crítica, ya sea escrita o dialogada ayuda para resolver ese pequeño (o gran) enigma que quedó pendiente. García Márquez puso en boca de Santiago Nasar una afirmación que yo no entendí: “ya está de colgar en un alambre tu prima la boba”. Unos días más tarde, una persona me explicó que es una forma de expresar en Colombia que una chica ha llegado a una edad, llamémosla, atractiva. Pues bien, este Madrid está casi para colgarlo de un alambre.
2.- Para conservar los alimentos, las carnes y los pescados eran secadas al sol de un gancho que colgaba de un alambre, y cuando comenzaban a tener un olor intenso (que no desagradable), se descolgaban para su consumo. La estela de tufillo que deja el Real Madrid por allí donde pasa nos alerta que en poco tiempo estará para pasar a ser un plato delicioso. Le falta unos pocos días más en el alambre y una pizca de condimento. Este equipo desprende seguridad en sí mismo y madurez en las ideas en una ascensión imparable hacia lo ideal.
3.- Seis partidos sin encajar gol. 568 minutos sin que el contrario vea puerta. No es resultado únicamente de una buena labor defensiva, lo cual bien es cierto que se echaba de menos años atrás. La imbatibilidad viene también dada por la tranquilidad que desprende el Real Madrid en la gestión de los partidos. Obviando los errores puntuales, como ese mal pase atrás de Illarra hacia Casillas, el Madrid ha tenido controlado el partido de hoy hasta el serial de córneres finales de un Espanyol que no encontró el final heroico que ansiaba.
4.- Ancelotti no se equivocaba cuando dijo que este sistema le daba equilibrio. El sacrificio del trequartista por un interior bregador como Di María no le ha restado posesión, como podía preverse, al contrario. El Madrid es pura organización en el mediocampo, todo a merced de las voluntades de Modric. Él decide cuándo robar y correr y en qué momento es preferible retener la pelota y que el que corra sea el otro. Illarra hace de segundo violinista en una orquesta que todavía suena (y sonará) mejor con Xabi Alonso. Terminaron los tres el partido. Paradójicamente, fueron los instantes de más descontrol.
5.- Se intuye una futura brillantez en el juego merengue, pero esta ha surgido en un momento de la temporada en la que Ancelotti no está rotando. Son muchos ya los partidos en los que el italiano apenas ha modificado un par de piezas de un esquema mencionable ya de carrerilla, igual que pasó entre el inicio del curso 2012-13 y enero del año pasado en Can Barça. Tito y Roura estiraron el chicle de los titulares y se rompió antes de abril. Sirvió para ganar la liga, solo para eso.
6.- Muy diferente es la perspectiva con la que el Espanyol enfocó esta ida de cuartos de final. Seis nombres diferentes enfrentaron al Madrid en la jornada 18 de liga, hace nueve días. Tres cambios en defensa, dos en el medio y otro en la referencia ofensiva para componer el mismo 4-1-4-1 ideado por Javier Aguirre. Ese sistema se partía demasiado en defensa y ataque. El Espanyol juntaba las líneas y cerraba espacios con intensidad y constancia atrás, pero a la hora de salir de la cueva solo eran cuatro los que atacaban, y de forma desarbolada.
7.- Sergio García intentó multiplicarse de forma antinatural en funciones tanto de lanzador de contragolpes como de definidor de los mismos. Sus resultados no fueron provechosos para su club, aunque sí dejara un buen susto en el cuerpo a Iker Casillas. El capitán perico se situaba entre la línea de Modric-Illarramendi y la de los centrales sacando de la nada huecos que eran rápidamente cerrados por Ramos y un Pepe inconmensurable. Torje empezó animoso hasta que Marcelo le paró los pies y de Pizzi y Lanzarote apenas hubo noticias.
8.- Los ataques organizados son la seña de identidad de la nueva calma creativa que ha insuflado Ancelotti. Buscar la portería en pocos toques ya no es la prioridad e incluso Cristiano Ronaldo hoy ha levantado la cabeza y vuelto a comenzar una jugada aunque se encontrase en el pico del área, su coto privado de caza, motivado también por la presencia de Kiko Casilla, su némesis en estos partidos, entre los palos y la red. Benzema, con ese juego es feliz, adora las asociaciones vertiginosas en espacios minúsculos. Es Bale el que está teniendo más dificultades para entrar en esa dinámica novedosa.
9.- El gol apareció creado en las botas de Álvaro Arbeloa, y no se trata de una fábula de los hermanos Grimm. Que no es un virtuoso con el balón es tan evidente como que el naranja no le pega al Madrid. Pero hoy se ha sentido muy libre y a gusto en el campo y se ha atrevido a buscar posiciones de ataque como en sus primeros meses en el Madrid, cuando incluso marcaba goles. Vio de cerca a Casilla en un par de ocasiones, ambas las pudo terminar mejor, quizás, pero ahí estaba él para poner el centro que peinó Bale y remachó Benzema.
10.- Casilla y Casillas tuvieron ambos intervenciones de mucho mérito. Iker salvó una similar a la que Robben estrelló en su pie derecho en la final del Soccer City de Johannesburgo, menos complicada, eso sí. Y Kiko salvó la eliminatoria para el Espanyol. El Madrid metió una de muchas que tuvo y el Espanyol no aprovechó las pocas de que dispuso. De hecho, fue el tiro demasiado elevado de Pizzi lo que despertó al Madrid. En los siguientes siete minutos, Cristiano mandó un lanzamiento a la madera, probó al guardameta otra vez y Benzema marcó.
y 11.- Pocos serán los aficionados pericos, los más osados únicamente, que piensen que tienen opciones reales de alcanzar las semifinales. Deben darse varias circunstancias muy poco probables para que el Espanyol elimine al Madrid. Una es que los blancos tengan poco o nulo tino de cara a puerta, y la segunda es que concedan dos goles en plena racha inmaculada.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Vicens Giménez (El País)
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