1.- Justo antes de que Tito Vilanova enfermase, y también en los partidos inmediatamente posteriores, el Barça logró alcanzar un nivel de juego excelente a partir de una nueva reinvención dentro del mismo modelo. Hoy se ha visto un Barça bastante cercano a aquel, aunque sin alcanzar ni mucho menos su máximo.
2.- A priori, esta opción presenta una gran ventaja: reúne a cinco excelentes centrocampistas que, juntos, hablan el idioma Barça sin rastro del menor acento. Ello significa que la fluidez del pase, la triangulación o la búsqueda del dominio del encuentro a través del balón están garantizados. Eso, de por sí, ya es mucho. Más en los tiempos que corren, en los que en función de la alineación o del rival el equipo cambia tanto.
3.- No hace tantos años, un Barça con Busquets, Touré y Keita como únicos centrocampistas jugaba a lo mismo que con Xavi e Iniesta. Las diferentes características de los centrocampistas llevaban a ciertas variaciones, pero el Barça seguía siendo un equipo con márgenes de posesión en campo contrario elevadísimos, que jugaba agregado e interpretaba una marcada melodía colectiva. Hoy, en función de los intérpretes, esta melodía cambia por completo, y al ser el antiguo modelo el único trabajado y desarrollado, sumar jugadores que lo abanderan garantiza un mayor nivel colectivo.
4.- En este sentido, cabe destacar el buen estado de forma en que Martino ha logrado que lleguen al tramo decisivo de la temporada prácticamente todos sus hombres de acuerdo con el momento actual de su carrera. Especialmente un Andrés Iniesta que está de dulce, y eso es mucho decir. Hoy, como hace un año, volvió a mostrar sentirse en su salsa partiendo de posiciones más escoradas, recibiendo desmarcado en el carril central gracias a la buena circulación de balón y a los excelentes movimientos de Cesc para compensarle.
5.- Recibiendo los centrocampistas con ventaja a partir de la superioridad tres contra dos de Piqué, Mascherano y Busquets respecto a Vela y Seferovic (mecanismo habitual), el Barça conseguía ser fluido e instalarse en campo contrario con la inestimable ayuda de un Pedro más móvil y facilitador que nunca y un Alves colosal, opuesto al que veníamos viendo últimamente.
6.- Cabe recalcar a Alves porque si, más avanzado el partido, la Real pudo atacar su espalda no fue por su culpa, ya que para bien o para mal el equipo está diseñado así. En transición defensiva, su función consiste en presionar. Son sus compañeros quienes deben, primero, haber sometido al rival para que no pueda encontrar su espalda con facilidad y, segundo, cubrir su hueco.
7.- En este sentido hay que señalar que, pese a que la calidad de la posesión permitió al Barça recuperar el balón con rapidez durante muchos minutos, nunca acabó de juntarse del todo en campo rival. Y esto fue por voluntad propia. Busquets quedaba cerca de los centrales para generar superioridad respecto a los puntas y Jordi Alba tenía orden de contener sus subidas para aumentar el colchón de seguridad. Es decir, dos de los principales activos en la presión del Barça recuperaban demasiado lejos de la portería contraria como para generar transiciones ofensivas veloces.
8.- Quizá por ello, pese a las buenas sensaciones, el Barça generó las mismas ocasiones que la Real Sociedad en el primer tiempo: solo una. Para más inri, la del Barça se debió únicamente a un mal despeje de un jugador de la Real y a que Messi es Messi. Sin más.
9.- El reparto equitativo de ocasiones se mantuvo en una segunda parte en la que el control culé se redujo. En parte por cierta lógica distensión y sobre todo por el encomiable espíritu de una Real que, pese a estar virtualmente eliminada, jamás dejó de competir.
y 10.- En definitiva, mediante la acumulación de jugadores que definen el teórico modelo culé, el equipo ha parecido reencontrarse con el mismo. Sin embargo, dicha acumulación no ha servido para ser globalmente mejor que una Real Sociedad claramente inferior a los rivales que esperan en la Champions League, con un enorme asterisco: al Barça esa igualdad le servía para alcanzar la final. Y alcanzar una final siempre es sinónimo de éxito. A la espera de ver la respuesta en otras competiciones, toca felicitar al conjunto catalán por haber hecho los deberes en Copa del Rey.
* Rafael León Alemany.
– Foto: EFE
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