"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Desde algún lugar de España,
¿Cómo estás? La Eurocopa no se detiene y sigue desgranando partidos, aunque de momento sólo nos ha proporcionado emoción a cuentagotas. Con todo, aún es muy pronto para valorar nada y serán los cruces los que nos darán la medida del torneo. Si te parece, iré al grano. Hoy quería hablarte de una de las selecciones que atraen más miradas: Portugal. La verdad es que tienen una historia escasa pero ya llevan más de diez años acaparando mucha atención. Con merecimiento. Con mejor juego o sin él, Portugal siempre es una animación futbolística y mediática fantástica.
Francamente, los miro y veo una guerrilla que administra sus recursos sabiéndose perdedora. Aun a riesgo de equivocarme, porque los hemos visto una sola vez, esta es la impresión que me causa y me causó desde la misma fase de clasificación. Portugal tiene hombres de talento pero fía sus opciones, sobre todo, a un contraataque aguerrido. ¿Quizá por la falta de mediocentros de calidad o de peloteros de postín? Es posible. Me encanta la definición que hace de los portugueses Juan Villoro: “Portugal es una mezcla de talento y rudeza innecesaria, una selección de apuestos duelistas de barrio que acaban por encajarse un cuchillo en el pie”. En efecto, Portugal se gusta en la escaramuza, en la andanada a quemarropa. ¿Sabrías decirme por qué? Es un plan de juego tan válido como otro cualquiera, pero queda la impresión de que lo hacen porque no les queda más remedio. Como por supervivencia y pragmatismo.
Y no estoy nada seguro de que eso sea así. Portugal no es ningún equipo de campanillas pero sí que tiene artillería como para echarse más hacia adelante. Los ves agrupados y casi se diría que es una forma de vivir; la actitud agazapada y aviesa de un país poco estimado con el cartel inevitable de la irrelevancia. Su riqueza es estimable y voy a tratar de describirla.
Si me permites la licencia, Portugal es el equipo de Jorge Mendes. El representante estrella es el Rey Midas del fútbol luso y casi diríamos que del fútbol mundial, un verdadero milagro fenicio digno de los mejores estudios sociofinancieros. No hay pocos jugadores en el barco portugués representados por él, son la mayoría, lo que da buena prueba de los quilates del conjunto. Otra cosa es cómo casen y cómo jueguen, claro, pero la materia prima es apreciada y cotizada. En el mismo espejo de excelencia y éxito de Mendes se mira Cristiano Ronaldo, hercúlea prolongación futbolística del comerciante, el jugador más desequilibrante que jamás han tenido los portugueses. Simplificando un poco, el trabajo de Queiroz en Sudáfrica y de Bento en Polonia y Ucrania es el de sacar rendimiento coral a una individualidad tan extraordinaria como CR7. Es una idea tan simple como razonable. En eso han estado últimamente, con resultados bastante desiguales, poca fortuna y conjuntos bastante deslavazados. Con Portugal, Ronaldo ha solido lucir en su peor versión, la del zafio futbolista prodigioso obcecado en conquistar el mundo con su cerviz. Se le ha recriminado su bajo rendimiento, lo recordarás, pero tampoco cabe reprocharle mucho, me parece. Un futbolista de cultura individualista zozobra sin remedio en medio de un equipo por cuajar. Ya se sabe que los solistas no logran afinar si el coro no acompaña como debe.
Quizá pienses diferente, pero creo que no podemos hablar de Portugal sin mencionar a Scolari. Permíteme la pequeña retrospectiva. En él está lo que Portugal fue y ha sido recientemente, lo cual me parece fundamental. El Oporto ganó una Champions y eso no fue casual. ¡Qué bien jugaba ese centro del campo! Maniche, Costinha, Deco… Y los entrenaba un tal José Mourinho, al que habitualmente se le tilda de entrenador austero. De esa medular nacieron buena parte de los éxitos del combinado luso en la Eurocopa que jugaron en casa en el 2004, cuando fueron subcampeones, y en el cuarto puesto del Mundial de Alemania. Al lado de ellos era igualmente importante la increíble hornada ofensiva de Figo, Rui Costa, Simao… ¡Y Pauleta, no te olvides de él! La verdad es que no era ningún goleador extraordinario, pero desde su marcha, Portugal no ha dado con un delantero de verdaderas garantías. Ni Hugo Almeida ni Helder Postiga parecen haber ocupado ese lugar.
Simplificando un poco, el trabajo de Queiroz en Sudáfrica y de Bento en Polonia y Ucrania es el de sacar rendimiento coral a una individualidad tan extraordinaria como CR7. Es una idea tan simple como razonable. En eso han estado últimamente, con resultados bastante desiguales, poca fortuna y conjuntos bastante deslavazados.
En efecto, la Portugal de 2012 no goza de su mejor generación, aunque tampoco son ninguna selección pequeña. Está por ver que logren lo que persiguen, que es armar un equipo sólido de verdaderas garantías. Insisto en que el mayor galimatías es hacer de Cristiano una sinergia colectiva sin dejar de aprovechar su impresionante potencial. Es fácil adivinar que por su banda, y por la de Nani, vendrá la mayor parte del peligro portugués, aunque nada podrá hacer si el centro del campo sigue sin producir. No quiero extenderme mucho más, pero repito que el libreto es jugar a la contra y difícilmente eso cambiará. Bento confía en la “paciencia” de sus hombres y en que sepan aguantar la presión, cualquiera que sea la circunstancia, sin cambiar el planteamiento de salida. Está por ver si llevan esto al extremo en caso de que se les siga complicando la clasificación. Su grupo es terrible y es posible que se vean en la necesidad imperiosa de tocar a zafarrancho. Entonces quizá podamos ver a una Portugal diferente, más vertical y arrebatada. Lo agradeceremos.
Por favor, guarda esta carta hasta el 1 de julio. Pase lo que pase mantén la correspondencia. Afectuosamente,
PD: España empató y dejó sensaciones agridulces. Personalmente me encantaron los últimos veinte minutos con Navas y Torres, pero hay una cosa que me ha disgustado mucho. No es futbolística. El planteamiento de Del Bosque ha sido criticado con tremendo oportunismo, cuando lo único que ha hecho es prolongar el alabado modelo de los centrocampistas poniendo a Cesc de falso 9. ¡Cómo se hubieran deshecho en elogios los fariseos si el invento hubiera rendido mejor! La idea no salió tan mal, por cierto, pero el ventajismo prendió como la pólvora. Es una pena. Creo que tenemos una Selección que no nos merecemos.
* Carlos Zúmer es periodista. En Twitter: @CarlosZumer
– Foto: AFP
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