Benvolgut Fede:
En toda demolición alguien se disfraza de bola y alguien de grúa que la maneja. A ti te huele ya todo a cascotes y eso es porque te vas haciendo mayor, tarea inevitable en la que estamos todos. No es malo el consejo que das de acudir al refugio nuclear ante la nube tóxica de papanatismo que nos invade. Permíteme un añadido: es papanatismo dirigido. Ni siquiera iletrado, que tendría disculpa sencilla: al fin y al cabo, si uno no llega, no llega. Pero los de la demolición sí llegan, solo que ejercen de bola.
Desde lejos todo se ve diferente. Por lo general, la distancia te impide apreciar los detalles pictóricos, así que no puedo decirte si Messi cena carne o pescado, pero por lo que leo parecería que ahora este chico lo hace todo mal. De hecho, si salió aquellos minutos contra el Paris Saint-Germain debió ser por capricho a la vista de la exhibición que estaban realizando sus corajudos compañeros, los mismos que resoplaron felices cuando se marchó el tirano porque así podían jugar más liberados… A mí me pareció, más bien, que Messi salió aquella noche a salvar un desastre mayúsculo y aún creo recordar que le tacharon de Cid Campeador porque dio la vuelta al desastre con su simple presencia. Fue entrar en el campo y echarse a temblar Thiago Silva, pero quizás leí mal entonces y Messi no arriesgó su pierna esa noche para meter al Barça en unas semifinales en las que, ay amigo, vimos lo que vimos, o sea Troya. Quizás Troya era esclava de los sistemas de juego.
La distancia, como te digo, le impide a uno percibir el detalle y, a cambio, te regala una generosa panorámica. Hace frío en Múnich y apenas estamos en otoño. Cuando haga frío de verdad esto va a ser como el infierno el día que resetean las calderas. Transito entre Dortmund y Múnich, que es el equivalente a la lejanía: imagínate que aquí los políticos aceptan sin rechistar que los ciudadanos elijan en votación el camino a seguir. ¡Qué gente tan rara! Alemania es el extranjero y queda lejos de esa nube tóxica de la que me hablas. Aquí hay dos clases de periódicos: los sensacionalistas y los otros. Los primeros escriben breve, titulan grueso y venden mucho. Sirven para un rato y son más comedia que discurso. Una farsa sin más, del gusto mayoritario, como en todas partes. Los segundos escriben largo y profundo y espeso, venden menos y no pretenden ocupar el espacio de los primeros. Así que quien quiere farsa la tiene y quien busca profundidad, también. Conceptos claros y fronteras diáfanas.
En tus e-pístolas me hablas de la historia y el poco aprecio que hay por ella. Te refieres a la del Barça en concreto, aunque permíteme una precisión: estamos en un gran momento. Tu editorial (Saldonar) anda como enloquecida publicando tus maravillosas obras de arte, ya sea Kubala, ya Kocsis, sea Villaverde o sencillamente Ramallets. O esa sensacional biografía de Paulino Alcántara que han lanzado Ángel Iturriaga y David Valero, imprescindible para conocer al primer gran mito. No Fede, la historia del Barça, recién cumplidos 114 años, ya tiene quien la escriba, en concreto vosotros, gente de bien, dispuesta a quemarse las cejas por sacar a flote cuanto sucedió.
Distinto es que el club se abstenga de potenciar su propia historia, enfrascado como está en borrar todas las huellas recientes e imitar períodos negros de populismo y vacuidad. ¡Ah, amigo! Eso es inevitable en una sociedad que ha aceptado vender cualquier ética a cambio de unos euros. Hemos elegido el patrón dinero y en su altar hemos sacrificado cualquier escrúpulo. En estos meses en Alemania he observado que los alemanes son como nosotros. Buenos, malos, corruptos u honrados, hay de todo. No son mejores. Los políticos se corrompen, los deportistas trampean y a nadie le gusta pagar impuestos. La diferencia es que ellos son conscientes de que quien la hace, la paga (si le pillan). La línea que separa lo que está bien de lo que está mal (y permíteme que lo exprese así, aunque ya sé que hablamos de intangibles subjetivos) sigue estando bien presente y visible. No es que por aquí nadie se salte dicha línea: lo hacen, solo que si les pillan, los crujen.
Y tengo la impresión fundada de que por tus tierras se han desvanecido las líneas rojas y ya nadie pilla a nadie, salvo a los desgraciados, que son los que no tienen pasta ni poder. Perdona la parrafada, pero cuando me hablas de historia blaugrana y del poco aprecio que sienten los mandamases por ella me sonrío: ¡pero si están repitiendo paso a paso el camino de Núñez! Adviértase que Núñez hizo muchas cosas buenas por el Barça. Hay que ser muy zoquete para no hacer nada bueno en una entidad tan poderosa. Pero esta gente de hoy va camino de repetir las peores hazañas de aquel presidente, que también las tuvo y a puñados. ¿Para qué sirve la historia? Para evitar repetirla en forma de farsa, como dejara escrito el señor de los brumarios. Será que no le han leído.
Si te manejas desde el resentimiento acabarás llegando a una orilla diferente a si te mueves desde la generosidad. Este presidente actual venció como nadie antes, alcanzando una mayoría absoluta formidable, incluyendo un voto de castigo no menos colosal al candidato laportista. Ahí estaba el castigo al anterior presidente, más por sus formas extemporáneas que por la propia gestión, que en lo deportivo fue lúcida como ninguna. A Sandro Rosell debiera haberle bastado semejante victoria oceánica para sentarse en el trono de la generosidad y dedicarse a gestionar la mejor etapa de la historia del club. Podría haber unido a demócratas y republicanos, empleando esa distinción que has acuñado, alrededor de un patrimonio común que estaba en su apogeo. En lugar de eso prefirió mandar desde el rencor, costumbre de reyes. Ya conoces la historia de los reyes: alguno hubo magnánimo, pero la mayoría fueron hirientemente vengativos. Shakespeare lo dejó todo escrito: celos, traición, venganza. Todo está en el ilustre inglés. Otelo, Hamlet, Macbeth. “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.
Hace frío en Múnich, Fede, y aún estamos en otoño. No quiero imaginar lo que será esto en invierno. Ya te conté que ando por aquí porque el azar y la magnanimidad de un club europeo de élite me abrió sus puertas para mostrarme todo cuanto sucede en su interior. Intento aprovecharlo, viviendo con los ojos bien abiertos. Desde la distancia te mando mi solidaridad sublevada ante tanto resentimiento voraz y mi apoyo en la recuperación de la memoria que estáis llevando a cabo. Quien no cuida la herencia legada acaba siempre en una esquina perdida de la historia. Lo dejó escrito sir William: “Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a ti mismo”.
Múnich, donde cuidan los legados
– Foto: epemsl
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