"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
La forzada paridad dentro de la MLS ha permitido que esta temporada haya un cambio de orden absoluto en el fútbol estadounidense, especialmente en la Conferencia Oeste, en la que por primera vez en más de cinco años habrá un equipo en la final de conferencia distinto a Real Salt Lake, LA Galaxy o Seattle Sounders. Los esmeraldas se vieron superados por la pujanza de la juventud de Dallas, que al mando de Óscar Pareja está demostrando ser uno de los equipos que hay que tener seriamente en cuenta por el título. Galácticos y monárquicos llevan ya varias semanas de vacaciones después de un duro año en el que la meritocracia ha estado a la orden del día y en el que, a falta de las semifinales y la final por el título, solo quedan dos de los 23 jugadores que cobran un sueldo de siete cifras –Liam Ridgewell e Higuaín– en competición. Este dato supone un serio aviso para las franquicias de cara a sus reestructuraciones, ya que ha quedado demostrado que en la MLS prima más el colectivo que las individualidades que aterricen para potenciar una liga que, cada vez más, vuela sola.
El defensor del Supporters Shield no sufrió en exceso en su primera eliminatoria de playoffs. DC United apareció con un planteamiento rácano en el que no consiguió su primera ocasión clara de gol hasta bien entrada la segunda mitad del partido de vuelta. Con mucho oficio, la trabajada plantilla de Jesse Marsch supo gestionar ambos partidos sin excesivos lujos pero siempre conscientes de cuál era el objetivo a conseguir. Un gol de Dax McCarty en el partido de ida puso las cosas muy a favor de los de Nueva Jersey, y el trabajo quedó finiquitado cuando Bradley Wright-Phillips hizo bueno un envío de Gonzalo Verón desde la banda derecha para batir a Bill Hamid en el tiempo añadido y regalar una nueva victoria a la afición del Red Bull Arena en un partido de la Copa Atlántico que apenas tuvo competitividad por parte de los capitalinos. El escaso acierto de Ben Olsen con los cambios despertó varias críticas en el entorno de DC, que podría ver algo más que su escudo rediseñado de cara a 2016.
Se le acabó la gasolina al equipo de Didier Drogba y Nacho Piatti. Montreal, que se había postulado como uno de los tapados dentro de la carrera por el anillo de la MLS, terminó pagando el gol que recibió en el Saputo hace siete días. Kei Kamara volvió a su mejor versión, a la que lo llevó durante toda la temporada a disputarle a Sebastian Giovinco no solo la Bota de Oro, sino también el MVP que, teóricamente, debería ir a parar a manos del italiano cuando se hagan públicas las votaciones. El delantero sierraleonés desplegó todo su repertorio de lectura del juego y su capacidad asociativa con la línea de tres mediapuntas para generar un tormento a la defensa del Impact. Kamara anotó dos goles, estrelló un balón contra el larguero y falló un penalti, pudiendo haber sentenciado la eliminatoria sin necesidad de llegar a la prórroga. No obstante, sus fallos y el acierto de Dilly Duka en un barullo dentro del área del Crew dieron vida a Montreal, hasta el punto de que tuvieron que ser Cedrick Mabwati y Ethan Finlay quienes sacaran las castañas del fuego con el gol del empate que llevó la eliminatoria a los 30 minutos extra. Una vez en el escenario a cara o cruz, Kamara finiquitó su resurgimiento con un cabezazo digno de uno de los mejores rematadores de la MLS para llevar a la Pandilla a la final de la Conferencia Este por primera vez desde 2008, cuando era Guillermo Barros Schelotto la estrella.
El duelo que enfrentaba a uno de los finalistas del Oeste del año pasado (Seattle) con el líder de la conferencia esta temporada terminó siendo el más apasionante y dramático, no tanto por el fútbol como por la falta de interés de los implicados en rendirse. Los Sounders cambiaron su guion y le cedieron la iniciativa a Dallas, equipo experto en contragolpes que tardó muchísimo en aclimatarse a este nuevo escenario, que durante gran parte del partido consiguió reducir al mínimo el factor influyente de la afición del Toyota. Un incisivo Michael Barrios tomó la iniciativa ante la escasez de ideas de Fabián Castillo y Mauro Díaz en la zona de tres cuartos, y el acierto de Óscar Pareja con los cambios terminó decantando la eliminatoria. Tesho Akindele puso en ventaja a los texanos a falta de cinco minutos para el final con un centro tenso de Je-Vaughn Watson desde la derecha, pero Seattle se repuso rápidamente cuando Chad Marshall se impuso en un balón aéreo a dos marcadores para empatar y meter provisionalmente a Seattle en la final de conferencia. Lejos de acusar el golpe, los otros dos jugadores de refresco de Dallas –Blas Pérez y Walker Zimmermann– reclamaron el protagonismo en otra jugada a balón parado que terminó con el balón en el fondo de las redes de un Stefan Frei que tuvo que vestirse de salvador en más de una ocasión. Tras una dura prórroga con mucho cansancio y mayor dominio de los texanos, el partido se decidió desde los once metros, en el que el acierto de Jesse González bajo palos le permitió a Zimmermann anotar el penalti decisivo y convertirse, por una noche, en el ídolo de la afición de Frisco. Dallas responde al favoritimos de los Red Bulls en el Oeste y sigue firme los pasos hacia el sueño del anillo.
Volvió Pedro Morales al once de Vancouver, pero la larga inactividad del chileno durante varias fases de esta temporada y su falta de ritmo competitivo terminó lastrando al equipo de Carl Robinson en el Clásico de Cascadia. Los Timbers, conscientes de su papel absoluto de outsider en estos playoffs continúan con su gran momento de forma y dominaron por completo a su eterno rival, que duró lo mismo que aguantó Kekuta Manneh sobre el césped hasta que la hierba sintética del BC Place castigó su tobillo de forma irreversible. A partir de ese momento los de Caleb Porter tomaron el mando de la eliminatoria y fueron poco a poco cercando el área de David Ousted, hasta que un error en el marcaje de Steven Beitashour permitió a Diego Valeri escaparse, alcanzar línea de fondo y poner el balón atrás, terreno en el que el nigeriano Fanendo Adi no perdonó. Con el 0-1 en el marcador y la moral de la afición canadiense por los suelos, el equipo de Oregón gestionó a su antojo un partido que se fue tornando áspero por momentos y terminó con el premio del 0-2 en el descuento, obra de Diego Chará tras un contraataque guiado por Adi. La peor noticia para Portland es la ausencia de Rodney Wallace y Valeri en la ida de la final de conferencia por sendas amonestaciones, aunque será una ocasión para ver a Darlington Nagbe con mayor responsabilidad ofensiva frente a los descarados jóvenes de Dallas.
*Agustín Galán es periodista.
– Foto: Trevor Ruszkowski (USA TODAY Sports)
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