A Fabio Capello no le vamos a descubrir ahora. Lleva años aplicando las mismas directrices básicas: líneas juntas, fuerte presión y acierto en la definición. Su llegada a Rusia no parece haber modificado su libreto. Tras seis años de poner en práctica las enseñanzas de la ‘escuela holandesa’ con Hiddink y Advocaat, Rusia aspira a ganar en orden y mentalidad defensiva con el italiano.
Y, sorprendentemente, en su primer once oficial (empató 1-1 ante Costa de Marfil en un amistoso previo) solo aparecían tres defensas natos. Con Vasili Berezutski e Ignashevich como centrales y Anyukov en la derecha, Capello apostó por el centrocampista Kombarov como carrilero izquierdo.
Con Zhirkov perdido en un mal momento de forma y el joven Schennikov aún demasiado verde, el zurdo del Spartak de Moscú se destapó como una opción fiable. Toda la banda fue suya en el duelo ante Irlanda del Norte (2-0), con Shirokov haciéndole las coberturas defensivas, y se mostró más conservador en la goleada a Israel (0-4) porque por delante ya estaba Glushakov.
Una de las tareas que tiene el técnico transalpino ahora mismo es la de encontrar savia nueva que rejuvenezca a una de las selecciones más veteranas de la pasada Eurocopa. El delantero Kokorin (21 años, Dinamo Moscú) aparece como una de las opciones más fiables, incluso por delante de Dzagoev. Frente los norirlandeses entró en el segundo tiempo y provocó el penalti del 2-0; y contra los israelíes fue titular y marcó un gol antes de lesionarse en el minuto 34.
Schennikov (21 años, CSKA), Arseni Logashov (21, Anzhi Makhachkala) o Burlak (22, Lokomotiv) están también entre las nuevas caras que pueden ir entrando en los planes del seleccionador ruso en los próximos meses para acabar con un vestuario con algunas estrellas acomodadas.
«Nadie tendrá privilegios. Todos somos amigos y todos somos iguales. Para obtener resultados tenemos que trabajar como equipo”, aseguró Fabio Capello en su presentación. Y poco ha tardado en hacer efectivo el aviso. Arshavin, que fue el capitán ante Costa de Marfil y fue abucheado por el público ruso, no fue convocado para los dos partidos de clasificación para el Mundial 2014. Tampoco entraron en la lista Pavlyuchenko y Pogrebnyak.
Capello vivirá en Rusia a tiempo completo, a diferencia de Advocaat, para acudir a los estadios a ver partidos en directo, algo que ya ha empezado a poner en práctica. Su idea es ver incluso encuentros de Segunda y Tercera división. “Estoy seguro que hay muchos jugadores talentosos en una país tan grande como Rusia”, ha asegurado.
El técnico italiano de 66 años y su ayudante, Christian Panucci, han definido rápidamente un equipo con nueve titulares fijos: Akinfeev, Anyukov, Ignashevich, V. Berezutski, Kombarov, Denisov, Shirokov, Bystrov y Kerzhakov. Las únicas dudas están entre Fayzulin y Glushakov en la banda izquierda y los jóvenes Kokorin (que parece adaptarse mejor al nuevo estilo) y Dzagoev en la punta de ataque.
Con estos futbolistas, Capello se ha ganado a la afición en un abrir y cerrar de ojos. Ese era su objetivo inicial. Ahora podrá trabajar con tranquilidad para convertir a Rusia en un conjunto rocoso. Para entrenar con calma ha decidido cambiar el lugar de concentración, abandonando el centro de Moscú para instalarse en Kratovo, una zona mucho más tranquila a 40 kilómetros de la capital.
La nueva selección rusa comienza con fuerza sus partidos, apostando por el dominio del balón y el ataque, una zona dominada por Alexander Kerzhakov. El delantero del Zenit, ex del Sevilla, aporta una gran movilidad, peligro en todas sus acciones y goles (con el equipo de San Petersburgo lleva seis tantos en cinco partidos esta temporada). Es además quien inicia la presión y quien lanza las faltas cerca del área (un gol y un tiro al palo ante Irlanda Norte e Israel).
El equipo, sin embargo, se transforma cuando se pone por delante en el marcador. Pasan del 4-4-2 o el 4-4-1-1 al 4-5-1 en fase defensiva, con cierta presión arriba para permitir el repliegue rápido. Rusia es una selección que empieza intensa, dominante, pero que especula con el resultado. Tira hacia atrás y cede mucho espacio a su rival para poder jugar al contragolpe.
Así llegó la sentencia ante los británicos y pudo destrozar a los hebreos. Les dio confianza y les invitó a salir de su zona defensiva para asestarles nuevos golpes a la mínima oportunidad. Parece una buena opción para un equipo que tiene ciertos problemas para atacar una defensa cerrada y que tiene poco control del balón cuando no aparecen Denisov o Shirokov, ya que los centrales abusan del patadón a la mínima presión.
* David Ruiz Marull es periodista.
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– Fotos: AFP
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