1. El Chelsea había mostrado horas antes síntomas de humanidad y perdió su primer partido en la presente temporada, trasladando la presión al Manchester City, que recibía en el Etihad a un Everton desdibujado. Tendría que haber sido una tarde mansa para los citizens, que habían alcanzado velocidad de crucero en las últimas semanas y poco a poco volvían a reconocerse como el vigente campeón. Pero todas las sensaciones de optimismo se borrarían apenas un minuto después de que Andre Marriner iniciara el partido.
2. El Kun Agüero volvió a alarmar a los aficionados skyblues cuando no habían pasado ni siquiera dos minutos de juego. El delantero argentino está viviendo la que tenía que ser su temporada, llegando a mostrar un rendimiento tan solo equiparable al de los dos colosos actuales del fútbol mundial, Messi y Cristiano Ronaldo, pero su cuerpo volvió a darle una vez más un aviso, esta vez en el ligamento de la rodilla. Parece Agüero un futbolista condenado a no establecerse como una estrella de forma permanente, un Sísifo que cuando alcanza la cima y el mundo por fin puede reconocer su valía, ve cómo todo su trabajo previo cae cuesta abajo hasta el fondo del valle. A falta de la confirmación oficial del tiempo de baja, el Kun ya está concienciado de que tendrá que dar lo mejor de sí mismo una vez más para regresar.
3. Aunque ya se había alcanzado el minuto 7 de partido, lo cierto es que hasta la entrada del joven delantero español Pozo en sustitución de Agüero no pudo decirse que hubiera competición en el Etihad. Ni al Manchester City ni al Everton les había dado tiempo a entrar en calor, y las sensaciones que dejó la lesión del Kun facilitaron un ambiente aún más gélido en el que el fútbol no iba a tener un protagonismo especial en los siguientes minutos.
4. Trabados ambos equipos en la construcción del juego, quedó patente que la empresa de recortarle tres puntos al Chelsea iba a ser más fatigosa que de costumbre. Por suerte para el Manchester City, un penalti sobre Milner tras un leve contacto facilitó que Touré Yaya pudiera superar a Howard desde los once metros. No fue la mejor manera, ni la más justa teniendo en cuenta los méritos mostrados, pero los citizens respiraron viéndose por delante en el marcador en una fase temprana del partido. Del Everton no había rastro alguno aún.
5. La espesura en el juego continuó siendo una constante tras el gol inicial, con muy pocas propuestas innovadoras y algún exceso de contundencia en el Manchester City –Mangala y Fernando fueron amonestados tras dos acciones bastante peligrosas sobre Eto’o y Barry–. Dados los daños sufridos en sus filas y la inminencia del partido clave de la temporada en la Champions, el City dejó claro que tenía que ser el Everton el siguiente en mover ficha, papel que el equipo de Roberto Martínez no asumió.
6. El Everton es un equipo diametralmente opuesto al de la temporada pasada, no en la composición de la plantilla, que sigue estando formada por los puntales de la 2013/14 con muy pocos añadidos, sino por las sensaciones que deja sobre el terreno de juego. Coleman se mostró cohibido al jugar de extremo y no tener toda la banda para progresar como es habitual, Besic apenas aportó nada en el doble pivote y Eto’o y Lukaku fueron una sombra de sí mismos. Tan solo unos pequeños destellos de Mirallas parecían indicar la presencia de un equipo que quería luchar por llevarse un buen resultado de Manchester.
7. Quienes salieron beneficiados de esta situación de servicios mínimos fueron Howard y Hart, que apenas fueron exigidos en sus respectivas porterías. Tuvo que llegar la segunda mitad para que el meta estadounidense mostrara sus reflejos en un disparo a bocajarro de Pozo, que aún tendrá que esperar para cantar su primer gol en la Premier League. No fue la mejor tarde para que mostrara todas las cualidades que se presuponen al jugador formado en las inferiores del Real Madrid y hoy en la academia del Manchester City, que dejó su lugar a Dzeko pasada la hora de partido. El bosnio reaparecía tras una lesión y Pellegrini optó por alargar el máximo posible su entrada para evitar riesgos, más aún con el vital partido frente a la Roma en la siguiente página del calendario.
8. Roberto Martínez pareció contagiarse del ambiente en el Etihad y apenas hizo una modificación, dando entrada a Barkley en lugar de Besic buscando un poco más de creatividad en una zona ancha en la que Fernando y Touré estaban más que cómodos anulando a los mediapuntas toffees. Su entrada tampoco varió de forma notable el signo del partido, echándose en falta algunas variantes más por parte del entrenador español, que esperó hasta el minuto 88 para apostar por Osman y ni siquiera agotó las tres sustituciones. Este inmovilismo le facilitó la tarea a Pellegrini, que reforzó aún más su centro del campo con Lampard ante la desasosegante cojera que arrastraba Touré desde hacía varios minutos.
y 9. En los estertores del encuentro se activaron por fin Lukaku y Eto’o, pero más por empuje y vergüenza propia que por tener una idea preconcebida para hacer daño a una defensa rival en la que no estaba su líder, Vincent Kompany. Lukaku pudo haber conseguido el gol del empate, pero Hart estuvo muy fino en la única ocasión en la que fue realmente exigido, firmando una parada a la altura de aquella con la que Howard le había negado el 2-0 a Pozo. El final del partido dejó una sucesión de gestos contrariados: el de Lukaku, por haber firmado una nueva actuación decepcionante –como la del resto del Everton–; y el de Manuel Pellegrini, esperando el diagnóstico definitivo de la lesión de Agüero. El Manchester City consigue situarse a tres puntos del Chelsea y reavivar la lucha por el título, pero quizá a un precio demasiado alto.
* Agustín Galán es periodista.
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