Principales responsables de los éxitos pero, como norma general, sólo se habla de ellos cuando las cosas se tuercen. Definición a grandes rasgos de lo que representa un entrenador en el mundo del deporte, un defecto del que la NBA tampoco escapa. Para compensar este hecho empezamos una serie de reportajes sobre los ocupantes de los banquillos de la considerada mejor liga de baloncesto del mundo, un repaso al camino que ha seguido cada uno de ellos hasta alcanzar su actual puesto. Comenzaremos con la Southwest Division.
El banquillo de Tennessee tiene un nuevo ocupante, un rookie en estas lides que tendrá la difícil labor de hacer olvidar a Lionel Hollins, entrenador grizzlie durante la época más exitosa de la historia de la franquicia. Acorde a su política de recortes, la nueva directiva encabezada por Robert Pera decidió no renovar a Hollins por motivos económicos y ofrecer el cargo a Dave Joerger, quien llegó a Memphis en 2007 con Marc Ivaroni. Si contamos con que su labor se centraba en el trabajo defensivo y con que los Grizzlies fueron los que menos puntos recibieron durante la liga regular en la pasada temporada, la elección podría considerarse parcialmente lógica tras prescindir de Hollins.
Será la primera experiencia de Joerger como entrenador jefe en la NBA, aunque llega avalado por sus éxitos en ligas menores, donde logró cinco títulos en siete temporadas como máximo responsable del banquillo. Cuatro títulos de IBA/CBA –la Internacional Basketball Association adquirió los derechos de la histórica CBA en el verano de 2001– entre 2001 y 2005 (los tres primeros con Dakota Wizards, el otro con Sioux Falls Skyforce) y campeón de la NBA D-League en 2007 con Dakota Wizards, éxito que le llevo al banquillo de Memphis en calidad de asistente.
Sin duda, nos encontramos ante el caso de un hombre con clara vocación de entrenador sin experiencia como jugador de baloncesto profesional. Tras jugar dos años en equipos universitarios de Minnesota, Joerger dio el salto al banquillo de Dakota Wizards en 1997, cuando sólo contaba con 23 años. Cuatro años como asistente le valieron para ponerse al frente del equipo en el 2000. Los éxitos llegaron rápido para este apasionado de la estadística avanzada aplicada al baloncesto, una de las tendencias del momento en la NBA, especialmente en Memphis.
Sus 39 años le sitúan como uno de los entrenadores más jóvenes de la liga, uno de los talentos pujantes del banquillo, aunque su juventud no le amilana y piensa en reeditar los éxitos de la pasada campaña, cuando los Grizzlies alcanzaron la final de la Conferencia Oeste.
“Hay gente que piensa que tuvimos suerte la pasada temporada. Gente que dice ‘los Clippers ganaban 2-0 y Blake Griffin se lesionó. Jugásteis contra Oklahoma y Russell Westbrook no pudo aparecer por su lesión… Después llegó San Antonio y os ganó por 4-0’. Nosotros debemos tomar esas palabras y demostrar que eso no fue suerte”, manifestó el nuevo entrenador de los Grizzlies durante su presentación.
Compañero de Larry Bird en 1986 cuando los Celtics ganaron el último anillo de la década, la carrera de Rick Carlisle como jugador fue realmente discreta. Promedió 2,2 puntos y 7,8 minutos sobre el parqué a lo largo de los 188 partidos que disputó, hasta que en 1989 llegó al banquillo de los New Jersey Nets como asistente de Bill Fitch. Tras cinco temporadas en los Nets, Carlisle pasó seis años más como asistente, primero en Portland y después en Indiana, donde volvió a coincidir con Larry Bird; hasta que en 2001 los Pistons confiaron en él como head coach.
Con Carlisle al frente durante dos cursos, llegaron a Detroit, doce años después, dos títulos de división. El primero de ellos, el del 2002, llegó acompañado del premio Coach of the Year para el actual entrenador de los Mavericks, un gran reconocimiento en su debut como entrenador jefe. A pesar de que Carlisle devolvió a los Pistons a la senda del triunfo, en 2003 fue despedido por su mala relación con la directiva.
Inmediatamente los Indiana Pacers apostaron por él, cansados de caer en primera ronda de playoffs durante las tres temporadas en las que Isiah Thomas fue el responsable del banquillo. Al igual que pasó en Detroit, Carlisle ganó en su primer año en Indiana el título de división y avanzó rondas en postemporada, aunque cayó en la final de la Conferencia Este con los Pistons como rivales, campeones a la postre ante Los Angeles Lakers. La poética del deporte, con Carlisle sucumbiendo ante su exequipo, dio paso a la patética del mismo, la trifulca que estos dos equipos protagonizaron al inicio del siguiente curso, una de las mayores peleas que se recuerdan en un terreno de juego a nivel profesional.
Tras dejar a los Pacers fuera de playoffs en 2007 por primera vez en diez años, Carlisle abandonó el puesto de entrenador jefe y el de vicepresidente ejecutivo. Un año más tarde llegó la oportunidad de dirigir a los Dallas Mavericks, puesto en el que sigue inamovible el entrenador neoyorquino. El excéntrico Mark Cuban se había cansado de Avery Johnson, con el que los Mavs se desinflaban una vez llegaban los playoffs, y apostó por Carlisle y la vuelta de Jason Kidd como principales argumentos para acompañar a Dirk Nowitzki hacia el título de campeones.
A la tercera fue la vencida para el equipo tejano, que logró el campeonato en 2011 tras superar en la final a los Miami Heat de LeBron James, Dwayne Wade, Chris Bosh y compañía. Así, Carlisle se convirtió en el duodécimo hombre capaz de ganar el anillo desde el parqué y desde el banquillo. Un éxito seguido de dos temporadas decepcionantes: en los playoffs de 2012 cayeron por 4-0 en primera ronda ante Oklahoma City Thunder y en el 2013 no consiguieron clasificarse para la postemporada.
A pesar de ello, el dúo Carlisle-Cuban no tiene visos de ruptura y el segundo ha intentado atraer, sin demasiado éxito, a los mejores agentes libres para que el primero vuelva a conseguir el anillo. Tras los rechazos de estrellas como Chris Paul y Dwight Howard, José Manuel Calderón y Monta Ellis serán los principales compañeros de viaje de un Nowitzki que entra en la recta final de su carrera como jugador. A pesar de ello, la confianza en Carlisle para reeditar el éxito de 2011 es total.
A sus 41 años, Monty Williams afronta su cuarta temporada al frente de un equipo cuya reconstrucción post Chris Paul, nueva denominación incluida, parece llegar a su fin. Nos encontramos ante otro caso de entrenador joven aunque, a diferencia de Joerger, Williams sí sabe lo que es jugar como profesional.
Como alero que supera los dos metros de altura, Monty fue seleccionado en la primera ronda del draft de 1994 por los New York Knicks, tras ser nombrado All-American en su época universitaria, la cual transcurrió en Notre Dame. En la Gran Manzana, donde adquirió un nuevo concepto del trabajo a las órdenes de Pat Riley, permaneció temporada y media, hasta que en 1996 cambió Nueva York por San Antonio, donde Gregg Popovich daba sus primeros pasos como entrenador jefe. Tras pasar por Denver Nuggets y Orlando Magic, su carrera como jugador finalizó en 2003 con los Philadelphia 76ers de Allen Iverson.
La primera oportunidad de sentarse en un banquillo llegó dos años después, en 2005, cuando Nate McMillian confió en él como asistente en el banquillo de Portland Trail Blazers, su única experiencia en un banquillo hasta que los actuales Pelicans, entonces denominados Hornets, decidieron apostar por él.
En la primera temporada, la única en la que pudo contar con Paul a sus órdenes, Williams alcanzó los playoffs, logro que no ha vuelto a repetir hasta el momento. A partir de ahora se abre una nueva era en Nueva Orleans, con jugadores jóvenes y de calidad como Anthony Davis, Eric Gordon o el recién llegado Tyreke Evans que hacen soñar a la afición con volver a disfrutar de partidos de postemporada.
Al margen de su carrera con los Pelicans, Monty Williams forma parte desde el pasado mes de junio del staff técnico de la selección estadounidense de baloncesto, con la que pemanecerá al menos hasta los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. En el Team USA colaborará con una leyenda del baloncesto universitario como Mike Kryzewski, quien considera a Williams como uno de los mejores entrenadores defensivos que hay actualmente.
Como jugador, Kevin McHale fue un destacado miembro de los Boston Celtics de la década de los 80, en la que la franquicia de Massachussets, con Larry Bird como referente, se hizo con tres campeonatos. Tres anillos que se unen a sus siete presencias en un All-Star, sus dos premios a Mejor Sexto Hombre de la temporada, diversas inclusiones en los mejores quintetos de la temporada y la aparición en la lista creada por la NBA en 1996, coincidiendo con su 50º aniversario, la cual recogía a los 50 mejores jugadores que habían pasado por la liga. Reconocimientos que hablan por sí solos de la carrera de McHale sobre el parqué.
Tras su retirada, McHale pasó a la disciplina de los Minnesota Timberwolves como analista televisivo, puesto que pasó a compaginar en 2004 con el de asistente de Flip Saunders. En febrero de 2005 tuvo su primera oportunidad al mando de un equipo de la NBA tras el despido de Saunders. A pesar de conseguir un récord positivo (19-12), en Minnesota apostaron por Dwayne Casey para el siguiente curso. En diciembre de 2008 volvió a coger las riendas del equipo tras la destitución de Randy Wittman, quien sustituyó a Casey en el 2007.
El mítico interior celtic no repitió la hazaña y finalizó la temporada con récord negativo, algo que pasaba en Minnesota por cuarto año consecutiva, la segunda sin Kevin Garnett, en Boston desde el verano de 2007.
La nueva oportunidad tardó en llegar dos años, cuando los Houston Rockets llamaron a McHale para sustituir a Rick Adelman –curiosamente, actual entrenador de los Wolves– al frente del equipo. Desde entonces, los Rockets han progresado año a año, pasando de ser un equipo sin aspiraciones a un contender, especialmente tras las llegadas de James Harden y Dwight Howard.
A pesar de verse forzado a estar lejos del banquillo durante buena parte de la temporada por el fallecimiento de su hija, McHale hizo el curso anterior una clara apuesta por el juego rápido, en ocasiones alocado. El reto ahora es reinventarse, combinar el eléctrico perímetro formado por Harden, Lin y Parsons con las nuevas Twin Towers de Houston, la pareja formada por Howard y Asik.
Los nuevos Rockets ya han dado dos pasos importantes: hacerse con jugadores de nivel y volver a los playoffs cuatro años después. McHale dirigirá por primera vez un equipo hecho para ganar inmediatamente, suya será la responsabilidad principal de hacer que los aficionados olviden definitivamente al equipo que lideraba Yao Ming.
Poco que decir de un entrenador que afronta su 18ª temporada como jefe del banquillo de San Antonio. Ningún entrenador lleva tanto tiempo en su puesto como este hombre de ascendencia balcánica. Los éxitos de la franquicia tejana, incluidos cuatro títulos de campeones, van unidos a la carrera de Popovich en los banquillos.
Inició su aventura como técnico siendo asistente en Air Force, perteneciente a la primera división universitaria. Allí estuvo seis años y pasó a ser el entrenador jefe de Pomona College, de segunda división, donde permaneció durante ocho temporadas.
Tras catorce años entre universitarios, Popovich decidió lanzarse a la aventura profesional. En 1988 fueron los Spurs los que apostaron por él como asistente del recién llegado Larry Brown. Contaba entonces con 39 años de edad. En 1992, la directiva de los Spurs despidió a todo el cuerpo técnico y Pop se fue a Golden State Warriors durante una breve temporada, en la que trabajó codo con codo con Don Nelson.
En 1994, los Spurs cambiaron de propietario y Peter Holt, quien sigue en posesión del equipo actualmente, llamó a Popovich para que se pusiera al frente de la franquicia, pero desde los despachos. La temporada 1996/97 empezó mal para los Spurs, con tres victorias en los primeros 18 partidos, por lo que Pop despidió al entonces entrenador, Bob Hill, y se entregó el puesto a sí mismo. El resto es historia viva. Los éxitos empezaron a llegar en 1999, con un joven llamado Tim Duncan en la plantilla.
Desde que Popovich llegó al banquillo, la franquicia tejana ha conseguido cuatro títulos, y habría ganado el quinto si no llega a ser por un LeBron James que se reafirmó como el mejor jugador del mundo. Más allá de los campeonatos, el técnico que nos ocupa el segundo en superar las 900 victorias dirigiendo a un mismo equipo, tras el récord de Jerry Sloan en Utah Jazz.
¿Las claves de su éxito? Saberse reinventar con el paso del tiempo, pasando de ser un equipo duro en defensa y aburrido de ver para la mayoría a uno de los máximos anotadores del campeonato, con un ritmo de juego frenético; las rotaciones a la europea –lo que nos ha permitido disfrutar de la segunda juventud de Duncan a los 37 años– y una ética de trabajo que saca lo mejor de todos los jugadores, con Danny Green y Kawhi Leonard como últimos ejemplos.
Todo apunta a que la retirada de Popovich coincidirá con la de Duncan y Manu Ginóbili, ambas previstas para el verano de 2015, cuando Tony Parker, el otro miembro del big three que tantas alegrías ha dado en San Antonio, acaba contrato con los Spurs. Hasta que llegue ese momento, es previsible que la franquicia tejana siga luchando por la victoria final. Nadie apuesta por ellos, pero tampoco lo hacían la temporada pasada y cerca estuvieron de lograr el quinto anillo de campeones.
* Gonzalo Carpio del Saz es periodista.
– Fotos: USA Today
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal