1.- Partido anunciado desde la alineación. Sin Cesc, el Barça no podía jugar abierto como gusta de hacer en las últimas semanas, sino regresar a su versión más cerrada. El Barça ortodoxo de Xavi, el del juego agregado y los jugadores próximos entre sí; el de los triángulos constantes y las recuperaciones por cercanía. Pero enfrente no hay un cualquiera, sino el campeón de las transiciones.
2.- Recordando sus excelentes noches en las finales de la Europa League o de la Supercopa europea, el Atlético de Simeone se ha plantado en un repliegue medio en 4-4-1-1, con Diego Costa como pieza básica para el enganche y la catapulta de Arda Turan lista para lanzar a Falcao. Cerrar, cortar, transitar y a por el mordisco del Tigre.
3.- Desde el segundo minuto se le han visto las intenciones al Cholo: cerrar el tubo central aun a costa de conceder algo por fuera, aunque no demasiado. Monumento a la organización defensiva de la segunda línea. Koke, Gabi, Mario Suárez y Arda, reyes del acordeón, con Diego Costa por delante de los cuatro o incrustado entre ellos. Trabajo memorable de este quinteto, apoteósico en la tarea oscura de cerrar todas las puertas que Iniesta y Xavi intentaban abrir.
4.- Lo mejor de dicho trabajo ha sido las distintas alturas que los jugadores rojiblancos alcanzaban. No era una línea recta y plana, de las que superas con un quiebro o una mirada. El Barça podía superar a uno, pero pronto encontraba la cobertura de otro y por ahí se ahogaba: la lenta agonía de los peces fuera del agua. Ese era el hábitat que encontraban Iniesta y Messi, algo menos Xavi pues retrocedía unos metros para ganar perspectiva.
5.- Y así han llegado uno, dos, tres zarpazos de Falcao. Al palo el primero, errado el segundo, adentro el tercero. Tres pérdidas de balón, tres transiciones fulgurantes, elásticas, dúctiles, hermosas, del Atlético. Como dibujadas con escuadra y cartabón. Busquets sufriendo como un perro y la ausencia de Cesc Fàbregas, el moderno Keita en estas labores, que pesaba toneladas.
6.- En ese primer tiempo que han acabado remontando un latigazo de Adriano y la gélida sangre de Busquets hemos visto un correcto Barça, próximo al que pretende ser cuando no está Cesc, pero sobre todo un espléndido Atlético. Si acaso, un Barça demasiado ocupado en no perder el balón. Y ya sabemos que el efecto inverso acaba haciendo siempre de las suyas: en el fútbol, cuando buscas algo acostumbras a encontrar lo opuesto. De tanto evitar una pérdida peligrosa, el Barça perdió balones de riesgo. Pocos, pero de ay ay ay.
7.- El Tigre se ha cobrado una víctima más gracias a un monumento tras pérdida de Messi, quizás el único punto débil del asesino de adjetivos: sus pérdidas en zonas de riesgo. Carrera veloz, toque sutil, adiós Busquets, adiós Puyol, mirada de engaño, soberbia curva por encima de Valdés. Premio merecido frente a un Barça enredado en el acordeón rojiblanco, con Messi fuera del circuito de pases. Hasta que ha llegado Adriano y ha sacado la artillería. Que digo artillería: ¡el Gran Berta en persona!
8.- Adriano en disparo inverosímil, folha seca con pierna izquierda desde el vértice del área, ha recolocado las piezas del Barça, las míticas “judías secas” que definiera Rexach. Así, de un disparo, el acordeón se ha agrietado y cada toque blaugrana ha pasado a ser un triángulo de peligro a medida que Busquets daba pasos adelante y se hacía con el partido, llevándose con él a Xavi para que abriera a los costados y volcando ya todo el peso del equipo a la izquierda, donde Iniesta, Alexis y Alba cumplimentaban el dominio definitivo.
9.- Busquets, sustantivo de hielo. Donde cualquiera hubiese rematado al bulto, en la frontera del área pequeña, él ha decidido pisar el cuero y esperar dos centésimas, las justas para que Mario Suárez se fuera a tierra y ante la meta de Courtois se abriera un abismo. Y con eso, el partido, que ya fue del Barça hasta las heces, excelentes Piqué y Puyol, explosivo Adriano, indescriptible Iniesta, feroz Alexis, imperial Busquets.
10.- Cada día más principio y eje del equipo, Busquets ya es mucho más que vela y ancla del Barça; más que la pared del colegio que devolvía cualquier balón al gusto del compañero; más que el amigo invisible; más que un jugador que juega de perfil para abrir pasillos insondables. Busquets ya es un sustantivo por sí mismo, al igual que Iniesta es un verbo y Messi, las obras completas de Shakespeare.
11.- Antes del tercer gol, el Barça más ortodoxo, aquel que hiciera del juego de posición casi un juego de mesa con el que Pep Guardiola entretenía las noches, aquel Barça regresó al Camp Nou, mandó arriba a los laterales, ordenó triangulaciones a galope tendido, colocó a Busquets en la yugular del Atleti y se sintió tan guapo que meció al rival de banda a banda con aquella vieja nana que entona Xavi a media voz.
y 12.- Y así se fue yendo el partido y llegando los récords, con un Atlético que jugó media hora excelente pero marcha anonadado por lo ocurrido, como si le hubiera atropellado un elefante, y un Barça sintiéndose cada día más Barça, sea cual sea la versión del día, la abierta, la cerrada o la mediopensionista, que empieza a dar igual.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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