En el fútbol, la cuestión mental, desconocida en gran medida para el aficionado o el periodista que analiza desde cierta distancia, es tan influyente como la puramente futbolística. Incluso podríamos decir que más. Vicente Casado, hombre-total del Málaga que empezó como responsable de márquetin y ha finalizado como director general en uno de esos ascensos que ni Cospedal entiende, habló. Contó cosas también. No demasiadas, como es habitual en los hombres de eslóganes y verborrea publicitaria. El Málaga, de manera oficial y requeteconfirmada, cambia el chip. Deja de ser club comprador para ser vendedor. Deja de ser equipo referente a equipo aspirante. Deja de generar ilusiones infinitas para agarrarse a situaciones reales. Reconoce, al menos, su situación y cambia el chip. Los jugadores, la afición y la directiva. El objetivo del club, hablemos así de un ente cuya burocracia interna viene resultando casi críptica, cambia y lo reconoce.
Es fascinante observar cómo los jugadores han aprehendido el discurso (públicamente, al menos) que abarca un cambio de modelo que imprevisiblemente resultó insostenible para ser un club de nuevo creciente. O decreciente, esto ya lo dirá el tiempo. Pero el reto verdadero es asumirlo. Asumirlo donde se sonríe, se llora y se celebra. O sea, en el campo. Schuster quiso partir de una defensa sólida fundamentada en un equipo que no se resquebrajaba. Para esto, le resultó positivo que sus tres primeros rivales fuesen Valencia, Barcelona y Sevilla. Todos esperaban poco del Málaga y elevó el listón de manera casi sospechosa. El técnico alemán los juntó, los arrimó al centro del campo e hizo correr mucho a todos. El resultado fue solo un punto, pero tres imágenes muy positivas. La primera piedra asumible acabó derrotada 5-0. El (peor) Rayo de Paco Jémez.
Schuster había prometido que, superado el periodo de adaptación, su equipo comenzaría a llevar la iniciativa y pisar el área con cierta continuidad. Lo intentó, es verdad. Pero se ha encontrado con dos problemas que hasta ahora han sido irresolubles:
El cambio de paso que pretendía el entrenador alemán no ha llegado, no por no intentarlo, sino por ausencia de recursos reales. O sea, de activos creativos (y comprometidos) en la plantilla. Pero entre los eslóganes perfectamente huecos, como todos los eslóganes, por otra parte, de Vicente Casado, mano ejecutora en la realidad del Málaga, hubo algún contenido sencillo de asimilar: hay que fichar. O lo que viene a ser lo mismo: el cambio de chip ha desmoronado la identidad. Han de buscarla.
* Fran Alameda es periodista.
– Foto: Jorge Zapata (EFE)
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