"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Es casi imposible adivinar lo que va a suceder en un partido de fútbol, incluso temerario si no se cuent-a con información privilegiada. Así que no sabemos lo que ocurrirá el miércoles (y, aunque lo supiéramos, podría venirse todo abajo en función de la presencia de Messi, por ejemplo) ni trataremos de predecirlo. Aunque, eso sí, al margen de lo que cambian las circunstancias en el Camp Nou (por ser el Barça el local, las distintas dimensiones y estado del césped) y lo que condiciona el marcador de la ida, es en el partido de ida donde podemos hallar la mayoría de las claves de lo que puede suceder, y eso es lo que hemos tratado de hacer.
El plan del Atlético contra el Barça, tan fácil de explicar como difícil de ejecutar, fue el siguiente:
1.- Cuando Valdés sacaba de puerta, había tantos jugadores de campo atléticos como culés por dentro para evitar la salida en corto. Asimismo, se dejaba libres a los laterales para que, si Valdés les buscaba, el Atleti basculara y pudiera hacer un pressing agresivo que le permitiera robar el balón. El Barça no fue capaz de mostrar ningún inconveniente de esta medida.
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2.- Iniciando el Barça el juego en cualquier otra acción en su propio campo, el Atlético esperaba en la línea divisoria. Villa sobre Busquets y, si se acercaba Xavi, Koke sobre él. Este mismo o Gabi salían a tapar a los centrales si trataban de batir en líneas en conducción. De Messi (cuando bajara) e Iniesta se ocuparían Gabi y Mario Suárez. Los extremos no estarían encima de su lateral, intentando que el Barça iniciara el juego mediante ellos y, así, abalanzarse para robar el balón. En definitiva: en el centro del campo, cerrar espacios por dentro y tratar de recuperar el balón por fuera para salir al contraataque. Eso sí, cuando era Messi quien bajaba a recibir, no se cerraban espacios, sino que se le presionaba ferozmente. A partir de esta decisión se entiende la mayoría de ocasiones de gol producidas en ambas porterías en la primera mitad.
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3.- Distancia entre líneas variable. Cuando el Barça buscaba ubicar receptores entre centrales y mediocentros, estos últimos (o, al menos, dos de ellos) se juntaban con los anteriores, negando cualquier espacio. En cambio, si los interiores del Barça se acercaban a Busquets, los centrocampistas del Atlético hacían lo propio. La vigilancia de Messi correspondía a quien ocupaba la zona en que caía, no persiguiéndole nadie en particular. Eso sí, si el balón se acercaba al área, la línea del centro del campo siempre se pegaba a la defensiva. Esta última siempre permanecía retrasada. El objetivo estaba claro: negar la fluidez en el juego interior y los espacios a la espalda. El precio que había que pagar: un desgaste muy elevado de los centrocampistas.
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4.- Cerca del área, escupir hacia la banda y no dejar volver al medio. Aprovechando la escasa capacidad de desequilibrio de Pedro, sólo el lateral se quedaba con él. Eso sí, el resto del equipo basculaba bastante evitando que encontrara con facilidad a los que juegan por dentro. En caso de que se incorporara su lateral, su extremo le seguía y el interior de ese lado provocaba la superioridad numérica defensiva. Así, el Atlético negaba también la fluidez en las proximidades del área a cambio de desguarnecer el costado opuesto al del balón. En el lado izquierdo, la estrategia era algo diferente: se basculaba y presionaba aún más, sabiendo que era su mejor lado para buscar el contraataque.
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5.- Tener el balón en la derecha, atacar por la izquierda. Diego Costa en la banda era la salida a cualquier tipo de presión culé, así como la llave para descansar con el balón y agrupar al equipo en campo contrario. Sin embargo, el peligro llegaría cuando se contragolpeara por el lado izquierdo: el de Filipe Luis, Koke, Arda Turan y Villa, los jugadores más técnicos del equipo.
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6.- Negar contragolpes culés. Para ello, la clave fue buscar siempre a Diego Costa en situaciones de presión. No se buscaban pases de riesgo, se trataba de finalizar jugadas, y en caso de no ser posible, la activación tras pérdida era enorme, alternando y combinando presiones y repliegues de gran calidad.
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Así fue el plan atlético, basado en impedir la fluidez culé, el que se impuso durante mayor del partido, por lo que lo hemos tratado antes que el del Barça. Pese a ello, el conjunto de Simeone no consiguió generar más ocasiones de gol que su rival ni tampoco más sensación de peligro. Algo lógico teniendo en cuenta la diferencia de potencial entre los dos equipos y, también, que el Barça no jugó ni mucho menos tan mal como se dijo. Estos fueron los puntos clave de su plan:
1.- Minimizar los riesgos. Si en saque de puerta el Atlético mordía, se jugaba en largo. Pese a jugar el Atlético con un único punta que estaba sobre Busquets, este se alineaba con frecuencia entre los centrales y rara vez trataba de dividir. Tampoco eran frecuentes las conducciones de los defensores. Dada la acumulación interior rival, no se insistía en buscar por dentro para evitar pérdidas, buscándose las bandas. No arriesgar conlleva menos ocasiones en ambas porterías: que todo sea más lento y menos fluido a cambio de recibir menos contraataques. Teniendo en cuenta el estado de forma de Xavi e Iniesta, tal vez fuera una medida acertada.
2.- Buscar las bandas. Muy en consonancia con lo anterior, los costados eran buscados de manera constante para progresar en el juego. Mediante los laterales, el intenso pressing lateral rojiblanco no lo permitió. Sí se hicieron repetidos cambios de orientación, con otro matiz para evitar los riesgos: los centrales sólo buscaban la izquierda, pues las pérdidas en el otro lado (el de Filipe, y Arda) eran mucho más arriesgadas. Este plan, que podría haber sido muy bueno, se quedó en regular por la lentitud en la circulación, la que convertía prácticamente cada pase en previsible.
3.- Sorpresa por la variante atlética y tardía adaptación a la misma. La ubicación de Busquets entre los centrales en la salida, la intención de mover el balón de lado a lado o la salida lateral seguramente habrían sido más propicias frente al habitual 1-4-4-2 atlético que frente al 1-4-5-1 utilizado. No fue hasta la última media hora, una vez los cambios en ambos equipos marcaron la mejora y el empeoramiento de unos y otros, cuando se adoptaron reiteradamente medidas más lógicas, como que Piqué avanzara más con el balón en la salida (ya estaban Busquets y Mascherano con Villa) o que los laterales empujaran más hacia atrás a sus extremos. Aunque, en cualquier caso, estos detalles también son entendibles desde la perspectiva de la minimización inicial de riesgos.
4.- Juntar rivales por fuera para jugar por dentro y acabar en el otro lado. La idea, teniendo en cuenta el plan del rival, era muy buena. Pero falló la ejecución individual. Pedro, en una mala actuación, pocas veces fue capaz de devolver el balón a zonas interiores en buenas condiciones; ninguna de superar a su par. Con Neymar y las permutas que se dieron desde su entrada, la situación mejoró ostensiblemente. En el otro costado, a Alexis se le buscó menos por aquello de no arriesgar. En cambio, cuando pasó a jugar de ‘9’, sí se buscó (y encontró) a Alves. Claro que, en lugar de los pétreos Koke y Arda, ya estaban en el campo los tibios Óliver y Leo.
Eso sí, el plan habría resultado con más frecuencia si Xavi o Iniesta hubieran apoyado más y mejor a los jugadores de fuera, o si hubiera habido más movilidad desde el inicio. Aun así, el Barça, mediante este plan, consiguió sacar partido de la basculación atlética generando situaciones de gol en no menos de cuatro ocasiones, de las cuales una (en la que se obvió el pase intermedio, pasar por el centro) sirvió para que Neymar pusiera las tablas en el marcador.
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5.- Posiciones más fijas en el primer tiempo, líquidas en el segundo. Quizá, Martino planteó el partido esperando una mayor velocidad en la circulación de balón por parte de su equipo. Las claras referencias posicionales podrían haber ayudado a favorecerla en tal caso, pero no fue así. Por ello, el plan tuvo que cambiar, lo que se consiguió cuando Cesc salió y permutó con todo el mundo, Neymar hizo más de lo mismo y Alexis ocupó con mayor frecuencia la posición de ‘9’, dejando el carril a Dani Alves. De esta forma, el Barça fue más imprevisible y, por ende, fluido. En cualquier caso, la menor movilidad del primer tiempo favoreció la ubicación en la transición defensiva, aunque el menor sometimiento del rival deshacía esta ventaja.
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6.- La paciencia por bandera. Lo más frecuente es que, dado el enorme desgaste físico y mental al que se ve sometido cualquier equipo que dispone de porcentajes tan bajos de posesión y la prioridad de contrarrestar al rival en su plan, con los minutos la intensidad vaya decayendo. Martino lo sabe, por lo que, valorando la dificultad del rival y que era sólo el partido de ida, planteó un encuentro muy de menos a más en cuanto a movilidad y riesgos con el balón. Y le salió bien. Todo hace pensar en una situación similar de cara al miércoles, pero hasta entonces no saldremos de dudas.
* Rafael León Alemany.
– Foto: Ángel Gutiérrez
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