Brigitte Yagüe: «Pocos deportistas pueden decir que han hecho historia. Y yo lo he hecho»

por el 26 febrero, 2013 • 1:52

Seis medallas en seis mundiales disputados, tres de ellas de oro. Cuatro oros europeos, más otra plata. No hay duda de que Brigitte Yagüe se había ganado, por derecho propio, ser denominada La Reina del Taekwondo. Sin embargo, a sus 31 años, la mallorquina sentía que le faltaba algo, algo por lo que venía luchando desde hacía más de ocho años, algo que, con una patada que ha pasado a la historia del deporte español, por fin consiguió en Londres: una medalla olímpica. Y Brigitte Yagüe pasó a ser mucho más que la Reina. Con esa medalla, con esa patada, Briggite Yagüe se convirtió en eterna.

Pregunta.- Empieza en el taekwondo a los diez años, por culpa de Van Damme.

Respuesta.- Sí, de pequeñita me encantaba ver sus películas, y luego me pasaba todo el día en casa pegando las patadas que él pegaba en la tele. Así que mi madre decidió que, mejor que por casa, pegarlas a un saco, así que me apuntó a taekwondo.

P.- ¿Y qué sintió esos primeros días que iba a entrenar, a competir?

R.- Me encantaba. Poder estar ahí en un tapiz, hacer un combate, competir… era como un sueño. Siempre he disfrutado muchísimo del taekwondo y de la competición. Y esa ha sido una de las claves de todo lo que ha venido después.

P.- Digamos que ya desde pequeñita vio claro que eso era lo suyo.

R.- Sí, bueno, al principio tú empiezas con el deporte como un hobby, como algo que te gusta. No te planteas en ningún momento que vayas a ser campeona del mundo o medallista olímpica. Pero poco a poco ves que tienes cualidades, empiezas a ganar campeonatos… vas creciendo, vas entrenando más, y ves que te has metido ya de lleno en la alta competición casi sin darte cuenta.

P.- Su entrada a ese mundo, no obstante, no fue sencilla. Primero eliges no ir al CAR por su juventud, luego sí, una vez ahí le echan sin saber muy bien por qué, vuelve a Mallorca, tampoco funciona del todo, vuelve a Barcelona… Una época un poco complicada, ¿no?

R.- No todo es color de rosa. Cuando una solo ve los títulos y las medallas, parece que sí, pero el mundo del deporte no es como se ve desde fuera. Yo tuve que luchar mucho. Muchísimo. El problema es que los títulos llegaron muy rápido (campeona de Europa con 17 años, ndr) y la gente se acostumbró a que yo siempre ganara. Y eso es malo, porque era algo imposible de mantener; estuve casi dos años sin perder ninguna competición, y el nivel de exigencia era imposible de mantener… Así que en el momento en que en lugar de ser primera fui segunda, empezaron a cuestionarme y me echaron del CAR. Yo creo que no supieron leer bien, ni la Federación ni los entrenadores, realmente mi carrera, mi trayectoria, mi progresión.

P.- ¿Cómo se sentías en ese momento?

R.- Fue un palo muy fuerte para mí verme fuera del CAR después de todo lo que había conseguido con tan solo 18 años. No ha sido fácil, siempre he tenido que luchar muchísimo. Y como soy una chica muy testaruda, al quitarme ellos algo que yo tanto quería, en vez de derrumbarme aquello me hizo más fuerte. Me costó mucho superar todo lo que me había pasado, pero lo que yo pensaba es que si con 17 años ya era campeona de Europa, si seguía por esa línea en tres-cuatro años más podía ser algo grande. Y eso es lo que hice, seguir luchando, seguir entrenando, esperar mi momento, y terminó llegando.

P.- Ahí fue importante también la figura de Antonio Toledo.

R.- Sí. Además, y a pesar de que los resultados seguían llegando, sentí que no tuve los apoyos necesarios. De hecho, me quedé un año sin ir a ningún campeonato habiendo sido campeona de España. Yo tenía una rival fuerte, como era Belén Asensio, y necesitaba apoyo en mis resultados. Y entonces fue cuando apareció Antonio Toledo. Yo me fui con él a la federación de Cataluña, con mucho más poder, y él se encargó de pedir criterios por mis resultados. De esa forma pude ir al Mundial al año siguiente.

P.- ¿Cómo era su relación con Belén Asensio?

R.- Ahora nos llevamos muy bien. Hemos sido muy buenas rivales y es cierto que hace unos años había algo de pique, no con ella directamente, sino por todo lo que estaba sucediendo, por los criterios que se usaban, que no estaban claros, porque las cosas no iban a mi favor incluso ganando campeonatos… y sí, en nuestros combates si que se veía algo más, una tensión mayor, alguna chispa de rabia… aunque ella no tenía la culpa. Y por eso luego fuera de la pista sí que nos hemos llevado bien y en los últimos años nos hemos ayudado una a la otra.

P.- En cualquier caso, ahora de hecho está trabajando en el CAR, lo que da cuenta de que la cosa no terminó mal.

R.- Sí, claro, con el CAR siempre ha habido una buena relación. Lo único es que en aquella época el director técnico de la Federación, un coreano, era muy estricto, teníamos que acatar a sus normas y sus normas no eran muy lógicas… Prefirió centrarse más en Belén Asensio, a mí me veía más como un impedimento, y luego tampoco le gustó demasiado que yo iniciara una relación con Antonio Ramos. No le gustaban las parejas dentro del equipo. Pero eso no tenía nada que ver con el CAR. Yo siempre estaré agradecida al CAR. Para mí es como mi segunda casa.

P.- ¿Cree que todo ha valido la pena?

R.- Si miro hacia atrás, no me puedo quejar. Creo que he hecho algo muy grande. Ya no sólo conseguir esa medalla de plata en los Juegos, sino seis Mundiales disputados, seis medallas, cinco finales… Eso quiere decir doce años en el escalón más alto. Creo que poca gente puede decir que ha hecho historia en su deporte y yo lo he hecho. Claro que vale la pena echar la vista hacia atrás y ver todo eso, pero no es menos cierto que he tenido que luchar mucho y pasar muchas cosas para conseguirlo.

«Llegué a pensar que para qué luchar tres años si me iba a lesionar en el último segundo»

P.- Hablaba de sus seis medallas en Mundiales; también, seis medallas en Europeos. ¿Pero vale más esa medalla olímpica que cualquier otra?

R.- Creo que tanto las de los Mundiales como las de los Juegos deberían valer lo mismo. Son igual de importantes y además estamos los mismos luchadores, pero está claro que un Mundial no tiene ese empuje, esa repercusión… Yo entiendo que la gente valore mucho más esa medalla de plata porque he salido en televisión, la gente ha visto mis combates, la gente ha visto quién es Brigitte, la gente sabe qué es taekwondo… gracias a esos Juegos Olímpicos. Y luego hacemos un Mundial, con igual o mejores resultados, no sale en televisión, la gente no se da cuenta del campeonato que estoy haciendo y al no darse cuenta parece que no tiene valor. ¿Es justo? No, pero es así.

P.- Aun así, ¿diría que la de Londres es la medalla que más ha saboreado?

R.- No quiero dejarme atrás ninguna de las medallas que he conseguido, porque son muchas y muy buenas, cada una con su historia y su sufrimiento detrás, pero te podría decir que sí… También hay que tener en cuenta una cosa: en mi primer Mundial ya conseguí una medalla; en mi primer Europeo obtuve el oro; y en cambio los Juegos Olímpicos, fui en 2004 y perdí en el primer combate, y en 2008 no pude ir por una lesión… Entonces, también en ese sentido ha sido una medalla que me ha costado mucho, que he estado persiguiendo durante ocho años.

P.- Decía que no fue a Pekín por lesión. ¿Puede haber sido ese el peor momento de su carrera deportiva?

R.- Sí, sin ninguna duda. Fue muy duro tan solo intentar asimilarlo. Yo llevaba tres años luchando por ir a Pekín, todos los entrenamientos, los campeonatos, todo… estaba enfocado a los Juegos. Y un mes antes de un preolímpico te lesionas y ves que esa lucha de tres años se desvanece en un segundo. Y que hasta dentro de cuatro años no vas a tener esa oportunidad. Sentía que me habían quitado mi motivación. Me afectó mucho, incluso llegué a pensar en retirarme, aparte de que la mano no cerraba bien, me tuvieron que operar dos veces… toda una pesadilla. Hasta que no acepté que las lesiones forman parte del juego, y me costó mucho, muchísimo, no recuperé las ganas de competir. Porque en mi cabeza solo estaba que para qué voy a luchar tres años más para lesionarme en el último segundo.

P.- ¿Y cómo lo consiguió, qué hizo para asumirlo, para cambiar ese pensamiento?

R.- Me tuve que ir del CAR durante unos meses, para ver si psicológicamente me recuperaba de esos pensamientos que obviamente no eran positivos. Había que sacarlos, y fue una buena opción, porque poco a poco fui asimilando que puede pasar, que el deporte es así, y comencé a pensar que si llevo luchando toda mi vida, cómo me voy a rendir ahora. Pensé que si me lesionaba en el último segundo iba a ser duro, pero mucho más duro sería no haberlo intentado. Y ese cambio de pensamiento me permitió recuperar la motivación, la misma o más ilusión por competir, y es lo que me hizo volver.

«Cuando peor estaba, en mi cabeza sólo oía ‘otra vez no, otra vez no’. Creo que gané por eso»

P.- Y conseguir la medalla de Londres. Nos vamos al tapiz. Comienza el torneo, va pasando rondas, llega a semifinales, y a falta de minuto y medio está seis puntos, un mundo, por debajo. ¿Qué se le pasa por la cabeza?

R.- Al empezar el tercer asalto, que perdía por tres puntos, solo buscaba acercarme en el marcador. Pero cometí un gran fallo, quizá producto de la desesperación, y me vi a seis puntos. En mi cabeza ya solo estaba la patada giro. La probé en un salto y fallé. Pensaba que le iba a dar, pero fallé. Y en la caída fue como si se parara el tiempo. Duró muchísimo. Y me dio tiempo a pensar muchísimo. Y en mi cabeza solo se me repetía: «Otra vez no, otra vez no». Fue levantarme de nuevo y conseguí primero el punto abajo, que me hizo ver la acción que ella me quería hacer, y al ver eso yo volví a intentar la patada giro, con la suerte de que esta vez sí salió. Yo creo que gané por eso. En ningún momento pensé «voy a perder otra vez». No, en mi cabeza solo se repetía «joder, otra vez no, otra vez no, otra vez no, no quiero, no quiero…». Y no quise.

P.- Una patada que ha quedado para la historia. ¿Cómo se sintió en cuanto terminó el combate?

R.- Fue… no me acuerdo… fue una sensación que… algo que no voy a volver a vivir en la vida. Es una medalla muy esperada, ocho años luchando por ella, y en semifinales vas perdiendo por seis puntos, le das la vuelta en el último momento… fue todo como un shock para mí. Solo recuerdo que me eché a llorar, que me entraron como gestos de rabia, porque hasta el último segundo he tenido que sufrir. Fueron muchas y muy rápidas sensaciones, lloré, tiré el casco, me reí.

P.- Y el «sí, mamá» a la cámara.

R.- Claro. Mi madre estaba en casa. Pude subir a abrazar a mis hermanos, a mi marido… pero a mi madre no la iba a ver, por eso el gesto de «sí, mamá, mira, la medalla»… Fue demasiado. No sé, no te puedo decir lo que sentí, pero para mí había conseguido algo que estaba buscando desde hacía mucho tiempo. Ocho años. Toda una vida.

P.- Tanto shock, como decía, ¿le afectó en la final?

R.- Yo creo que sí. Al romper a llorar, al tener tantas emociones, al haber sufrido tanto en ese combate, porque lo di todo, no me quedó nada. Es cierto que luego me afectó bastante. Me encontraba agotada, me pesaban las piernas, me costaba calentar… Yo no salí atenta a todo y me dio muy rápido en la cara. No me dio tiempo a poner el brazo. A partir de ahí ella lo vio claro y yo ya fui a remolque… Además me daba la sensación de que ella sabía en todo momento lo que yo iba a hacer. Se anticipaba a todo lo que yo hacía. Llegó un momento en que me desesperé, no podía hacer nada. Yo no la leía nada y ella me lo leía todo. Lo intenté todo, pero…

P.- De todas maneras, esa plata debe saber a oro, ¿no?

R.- Un oro es un oro. Y la campeona es la campeona. Yo siempre que voy a un campeonato me gusta ser la mejor. Pero sí que es verdad que una medalla olímpica es algo muy grande, y ganar una semifinal como yo la he ganado es lo que me llevo. Una semifinal de infarto, una final increíble…me quedo con eso.

P.- Antes de los Juegos, ya había comentado: «Ahora nos toca a nosotros». Estaban convencidos de que el taekwondo español iba a ganar medallas. Y mejor imposible. Tres de tres.

R.- Ya nos tocaba. Habíamos tenido muy mala suerte en los Juegos anteriores, siempre estábamos a punto pero no se llegaba por poco… Yo iba con esa mentalidad, dispuesta a sufrir y a disfrutar, e igual que yo iban los demás competidores y los entrenadores. Estaba convencida de que iba a sacar una gran patada en el último momento para conseguir el objetivo. Ya me pasó en el preolímpico y me permitió la clasificación; y en Londres volvió a pasar. Mantener en la cabeza esa actitud positiva, creyendo siempre que vas a sacar una acción que te va a terminar dando la victoria, me ha empujado a no rendirme hasta el último segundo, sobre todo en ese combate tan difícil. La mentalidad es que tienes que luchar, luchar, luchar, y a veces sale, otras no, pero si no luchas no sale. Yo luché y salió.

«Quiero quedarme embarazada, volver al equipo, e ir a Río»

P.- Ahora hay Mundial en México.

R.- Yo ahora estoy recuperándome de un par de lesiones del año pasado y ese es el primer objetivo: quitarme todas las molestias, recuperarme al 100 %. Y también estoy intentando ser mamá. Ojalá en este año pudiera quedarme embarazada y tener ese bebé para reincorporarme cuanto antes al equipo y prepararme para el siguiente campeonato.

P.- Entonces, ojalá podamos decir que no va al Mundial por estar embarazada, ¿no?

R.- Ojalá. El taekwondo es un deporte en el que necesitas estar siempre en forma, pero sobre todo el año antes de los Juegos, que es cuando te juegas la clasificación. Mi gran intención es quedarme ahora embarzada lo antes posible para luego volver a tiempo al equipo nacional y ponerme en forma.

P.- Pensamos en Río, entonces.

R.- Sí, en mente está Río de Janeiro. Es complicado, hay que elegir bien, ir con cuidado, tener una buena recuperación, administrarse bien estos tres próximos años… pero si que es verdad que está ahí.

P.- Es bastante futbolera. ¿Más del Madrid o del Mallorca?

R.- Puedo decir que soy de los dos, pero sí es verdad que veo más al Madrid, ya desde pequeñita, porque mi padre era del Madrid… Pero también soy del Mallorca. Los tengo a los dos en el corazón.

P.- ¿Y para vivir, Mallorca o Barcelona?

R.- Mallorca, sin duda.

P.- ¿Qué tiene Mallorca?

R.- Hay una cosa que siempre he dicho: calidad de vida. Un sitio pequeño donde lo tienes todo. Donde no tienes atascos, ni coger el coche y hacer 50 kilómetros para ir a trabajar… Calidad de vida.

P.- Y el reconocimiento que le ha brindado la gente de ahí, brutal, ¿no?

R.- Ha sido una pasada. Todo el mundo me conocía por la calle. Para mí, increíble, porque ya te digo, con todas las medallas que había conseguido nadie me había conocido, y este verano era dar dos pasos por Palma y la gente me miraba, me preguntaba, me saludaba, fotos con todos… Para mí ha sido muy gratificante, estoy viviendo cosas que las otras medallas no me han dado. Me da la sensación de que he entrado en el corazón de mucha gente, he logrado que la gente disfrute con mi combate de semifinales, y con eso es con lo que me quedo.

P.- Eso es con lo que se quedaría de la medalla de Londres, pero del taekwondo en general, ¿con qué se quedarías?

R.- ¡Uf! Son muchísimas cosas… pero quizá me quedaría con que me ha enseñado a ser una persona luchadora. Para todo. Aprendes a luchar en la vida, en el trabajo, con los niños, en casa, con tu relación… siempre tienes que estar luchando e intentando mejorar, y eso me lo ha enseñado el taekwondo.

* Tolo Leal es periodista y editor del diario «Som Balears».


– Fotos: EFE – Sport




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