En los años cincuenta, el lanzador estadounidense Parry O’Brien se convirtió en el primer humano en empujar la bola de 7 kilos y 260 gramos más allá de los 18 y los 19 metros. Su primer récord del mundo fue de 18 metros justos (1953) y el último, de 19,30 (1959). Por su progresión e historial, quizás debió ser el primero en lanzar más de 20 metros, pero se quedó en 19,69, conseguidos en Honolulú en 1966.
El honor recayó en su compatriota Bill Nieder, nacido en Hempstead (Nueva York) el 10 de agosto de 1933. Nieder tuvo varias lesiones a lo largo de su carrera que influyeron en su progresión (sobre todo una en la rodilla derecha mientras jugaba al rugby en época escolar). Medía 1,90 y pesaba entre 102 y 108 kilos en época de competición.
La primera referencia que hemos encontrado de este lanzador es un registro de 16,07 metros conseguidos en Columbia el 15 de mayo de 1954, que le colocó el trigésimo segundo lugar en el ranking mundial de dicho año. En 1955 se aupó al tercer puesto con una marca de 17,66 conseguida en Lawrence el 20 de mayo.
1956 era el año de los Juegos Olímpicos de Melbourne y nuestro protagonista se llevó la plata. El 19 de mayo lanzó 18,38 en Manhattan (Kansas) convirtiéndose en el segundo mejor lanzador del año. Consiguió su pasaporte para Australia en los USA Trials disputados en Los Ángeles (California) el 29 de junio con un lanzamiento de 17,71, detrás de Parry O’Brien (18,54) y Ken Bantum (18,15). O’Brien había batido ese año el récord mundial con 18,62 en Salt Lake City (Utah), 18,69 en Los Angeles, 18,70 en Pasadena (California) y 18,97 y 19,06 en Eugene (Oregón). Antes de partir hacia Melbourne, O’Brien volvió a hacerlo por dos veces el mismo día: 19,10 y 19,25 el 1 de noviembre en Los Ángeles, siendo testigo de excepción Nieder, segundo con 17,93.
Nieder pasó a la final olímpica con 16,76, pero no pudo con el intratable Parry O’Brien, que revalidó su título de Helsinki con 18,57. Nieder comenzó con un nulo, luego lanzó 17,61 (que le colocaría en segundo lugar); 17,81; 16,82; 18,18 (su mejor lanzamiento); y terminó con otro nulo, sin duda arriesgando en busca del título.
18,94 fue la marca que consiguió en 1957, el 20 de abril en Lawrence, lo que le supuso ser el mejor del año. Al año siguiente se quedó con el 18,36 conseguido en San José (California) el 3 de mayo, bajando al cuarto puesto del escalafón mundial.
También 1959 fue un buen año para el lanzamiento de peso. Apareció en escena otro estadounidense, Dallas Long, que igualó la plusmarca mundial de O’Brien con 19,25 el 28 de marzo en Santa Bárbara (California), con Nieder en segundo lugar mejorando su marca personal hasta 19,12. Apenas un mes después (el 2 de mayo), Long lanzó 19,26 y 19,38 en Los Ángeles. Este récord no lo homologó la IAAF al conseguirse en el séptimo lanzamiento. Según la reglas de la NCAA, se realizaban cuatro lanzamientos previos y tres en la final, pero ya sabemos que las normas de la IAAF prevalecen sobre las normas particulares de una competición. Por ejemplo, se puede autorizar que un lanzador lo haga cuatro veces para agilizar un concurso, pero no siete. Ya le había sucedido a Parry O’Brien en 1954 con una marca de 18,43 que tampoco fue homologada. El tantas veces nombrado O’Brien igualó la marca de Dallas Long el 18 de julio en Philadelphia y el 1 de agosto la mejoró hasta 19,30. Nieder lanzó la bola, en una exhibición en San José el 23 de mayo, hasta los 19,67 metros.
Nieder tuvo bastantes altibajos durante 1960, año olímpico. En el mes de marzo se mejoró tres veces el record mundial. Primero fue Long con 19,38 en Los Ángeles el 5 de marzo. El día 19 se disputaban en Stanford los Stanford Relays y a las 13 horas y 47 minutos el protagonista de esta historia que estamos narrando conseguía por primera vez el primado mundial con una distancia de 63 pies y 10 pulgadas (19,45 en nuestro sistema métrico decimal). Su serie: 18,96; 19,45; 18,76; 19,11; y dos nulos. Una semana fue el tiempo que Bill tuvo el récord porque el día 26, Dallas Long lanzó 19,67 en Los Ángeles.
El 2 de abril, Nieder recuperó el récord y se quedó muy cerquita de los 20 metros. Ocurrió en el Memorial Stadium de Austin durante los Texas Relays. En su primer intento la bola salió impulsada del círculo de lanzamientos hasta los 19 metros y 99 centímetros. Eran las 13.40 horas y completó su serie con dos nulos consecutivos, dos lanzamientos válidos de 19,76 y 19,02 y renunciando al último intento.
Y llegamos al momento que da título a esta historia. El 12 de junio se disputó un test preolímpico en Walnut. Bill Nieder volvíó a mejorar su marca mundial hasta los 20,06, conseguidos en torno a las ocho de la tarde y con una serie en continua progresión: 18,25; 18,75; 19,39; 20,06; y dos nulos. Además, batió a sus dos grandes rivales: Dallas Long se quedó en 19,42 y Parry O’Brien en 19,28. Se comentaba que Nieder había llegado a una distancia de 20,44 entrenando.
Pero Nieder acudió a los USA Trials de Stanford el 1 de julio lesionado, quedando en cuarta posición con 18,84. Delante de él quedaron Dallas Long (19,30), Parry O’Brien (18,99) y Dave Davis (18,98). Se había quedado fuera de los Juegos de Roma. Una vez más, el sistema de los trials había eliminado a un plusmarquista mundial. Era un duro golpe quedarse fuera de los Juegos Olímpicos de la ciudad eterna.
Finalmente, Dave Davis tuvo que renunciar por una lesión y Nieder entró en el equipo olímpico estadounidense. Con el hándicap de un apoyo ortopédico en la rodilla, Bill no defraudó. Su primer intento en la final fue de 18,67, pero O’Brien buscaba su tercer título olímpico y se puso primero con 18,77 en el primer lanzamiento. Parry se fue en el segundo intento a 19,11, mientras que Dallas Long subió al segundo puesto con 18,88 y Nieder mejoró hasta 18,77. En el tercer y cuarto intentos las cosas no cambiaron, hasta que Bill Nieder destapó el tarro de las esencias y lanzó bastante más allá de la barrera de los diecinueve metros, en concreto 19,68, lo que le sirvió para proclamarse campeón olímpico.
Con la rodilla maltrecha Nieder dejó el atletismo por otro deporte olímpico: el boxeo. Pero un K.O. en su primer combate le hizo cambiar de opinión y abandonó definitivamente la práctica del deporte de competición.
* Joan Pelayo es juez-árbitro de atletismo, especialista en pértiga y miembro fundador de la AEEA.
– Fotos: Bettmann/CORBIS – The Wichita Eagle
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