"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Saludemos con alegría el retorno de Eric Abidal y Tito Vilanova a la primera línea de actividad deportiva. Hagámoslo intentando no ser cursis y recordando lo fundamental: son cientos de miles las personas que caen enfermas de manera similar y también muy numerosos quienes consiguen superar el gravísimo problema, aunque la mayoría tienen que hacerlo desde el anonimato. Alegrémonos por ellos igualmente aunque no sea festejado con nombres y apellidos como sí ocurre con Tito y Abidal, de nuevo de la partida.
Su victoria ya se ha producido. Para ellos, volver es triunfar, así de simple, más allá de que ahora mismo dicho regreso insufle en el equipo un entusiasmo emocional indescriptible. Entusiasmo de compañero en el caso de Abidal; retorno del líder, en el de Tito. El del Barça contemporáneo es un caso digno de los anales, al margen de su calidad futbolística y el palmarés contundente, porque pocos colectivos deportivos han sufrido tantos golpes continuados, golpes que afortunadamente no han alcanzado las cotas de tragedia vividas en los últimos años por conjuntos como Espanyol, Sevilla o Betis por citar solo algunos.
En el caso barcelonista, Abidal y Vilanova dejan tras sí dos ejemplos poderosos de fortaleza, persistencia, coraje y lucha. Y todos en general, de paciencia y nobleza. Del primero al último en el Barça sintieron que la paciencia era mejor que la precipitación; la esperanza mejor que la radicalidad; y mejor esperar que correr en busca de parches inmediatos. No es habitual en semejante entorno, a menudo despiadado e insensible, esperar al herido, respetar al superior, por amigo que seas, y apoyar a ciegas al compañero, incluso si por hacer todo eso puedes salir perjudicado en los resultados inmediatos. Nunca hay lecciones definitivas ni máximas infalibles, pero estos dos casos se aproximan a las mejores noticias que cualquier colectivo puede recibir: el regreso afortunado desde la oscuridad, la esperanza ilusionante para tanta gente anónima. Bienvenidos, pareja.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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