Aurelio De Laurentiis ha producido unas cuantas películas en su carrera, pero ninguna le está saliendo tan redonda como esta. Tan solo queda la incertidumbre final. Evidentemente, si la escena final es mala tira a la basura todo el producto. Sería injusto valorar toda una temporada por los resultados finales, pero así funciona esto y así debe ser, las notas se ponen a finales de mayo y no en enero.
De momento no le está saliendo mal el experimento. Llamó a Maurizio Sarri para dirigir la película. Este había recibido buenas críticas por parte de la prensa en su anterior aventura en el Empoli, pero siempre se respira cierta incertidumbre a la hora de dirigir una película de mayor presupuesto. Un mito, el Dios, Maradona predijo que no saldría bien, pero se equivocó. Sarri supo adaptarse a los actores, a la crítica y sobre todo a un público que siempre pide el máximo.
El protagonista se había tornado antagonista a finales de la temporada pasada. Higuaín tuvo ofertas para poder salir, pero quiso quedarse en Nápoles, grabar una última película y por fin silenciar a todas esas voces que le persiguen. Tiene 28 años y está en el momento clave de su carrera, cada balón que toca entra en la portería. Hamsik e Insigne parecían dos actores secundarios. De esos que parecen buenos, pero que no terminan de dar ese paso hacia la alfombra roja. Este año las cosas han cambiado, ambos se sienten importantes y en los días grandes salen a hombros.
En toda película debe haber gente que trabaje, incansables. Sarri tiene a sus órdenes a unos cuantos: Hysaj, Koulibaly, Allan, Jorginho, Callejón, Reina, etc. Son esa clase de tipos que cuando tienes un día malo estan ahí y cuando las cosas salen, también brillan. Incluso tiene la fortuna de tener a dos jugadores que bien podrían ser titulares en varios grandes de Europa, como son Mertens y Gabbiadini, y que sin queja alguna asumen su rol, juegan como si cada partido fuera el último.
Todavía queda para que la película reciba sus premios, si es que los recibe, pero su estreno está siendo más que positivo. Nápoles espera ansiosa, con mucho miedo al fracaso, pero con la sensación de que quizá por fin reciban lo que tantos años llevan pidiendo.
El Napoli con Sarri se ha vuelto mucho más pragmático. Es un equipo que mantiene el orden; el equipo de hace unos años vivía cómodo en el caos que él mismo provocaba. Ese cambio lo simboliza a la perfección Hamsik. Antes era simplemente un llegador, pisaba el área y asistía al delantero de turno. Ahora no, ahora ha retrasado su posición y le ha dado esa función de asistente a Lorenzo Insigne. El eslovaco está bien escoltado por dos brasileños, Allan y Jorginho, que juegan muy fácil. No se complican la vida con sus pases, Sarri busca que en esa posición tan comprometida el riesgo sea mínimo y que sean los de arriba quienes de verdad arriesguen. En la punta de ataque está la auténtica pólvora, con un Higuaín que no hace otra cosa que marcar goles y un Insigne que por fin ha logrado mantener esa regularidad que tanto se le pedía. Pero no solo con goles y un medio hábil se mantiene el liderato. En defensa, Hysaj le ha quitado el puesto al eterno Maggio, Albiol y Koulibaly están siendo una pareja más que fiable y Ghoulam se come la banda en cada subida. Pero quizá, más allá del temporadón de Koulibaly, el mayor cambio reside en la vuelta de Reina. Cuando le llegan a portería resuelve con gran acierto, véase el partido ante el Inter, pero sobre todo él es quien inicia los ataques. En Reina nace la jugada, saca en largo y a partir de ahí todo el mecanismo se engrasa.
* Iñaki Lorda.
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