El Barça ha comenzado la temporada con demasiada prisa. Los 15 primeros minutos contra la Real Sociedad fueron ya sintomáticos: tres goles a favor y uno en contra. Vértigo.
Tito ha devuelto a los extremos -de ahí la importancia de Tello para Tito- que estiran por fuera intentando fijar laterales rivales para dejar espacios por dentro a los interiores y a Messi, pero lo cierto es que el Barça no junta al rival como hacía, no lo desorganiza con la posesión, no lo lleva a posiciones no habituales e hipoteca así la transición defensiva como ha sucedido en los cuatro primeros partidos oficiales.
El Barça no presiona igual tras pérdida no por actitud o por un problema físico; no lo hace porque juega demasiado rápido, porque no tortura al rival juntando pases y jugadores y los rivales, cuando recuperan la pelota, superan la primera línea de presión fácil para terminar creando peligro normalmente por el lado contrario a la pérdida.
La velocidad desnaturaliza a este Barça, destapa sus carencias físicas y tácticas como ocurrió ayer con Mascherano, Adriano o Piqué. El argentino, como sucede con Abidal, no saben ser centrales, pero en el contexto Barça incluso Valdés podría jugar de central porque el 70% de posesión les hace jugar siempre de cara y con ventaja posicional sobre rivales. Pero la realidad es que Mascherano tiene carencias para perfilar y marcar avanzados porque nunca lo ha hecho: no ha necesitado hacerlo.
Los despejes del Real Madrid terminaron en gol o casi en gol porque Mascherano y Piqué se vieron en una situación nueva para ellos: pelotas aéreas sin ventaja posicional sobre rivales avanzados. Así que el argentino pareció bajo y Piqué lento. En realidad todo se debe a la pérdida del Barça, a que no maduraba la posesión, porque el jefecito y el canterano han sido siempre igual de «bajo» e igual de «lento».
Paradigma Guardiola comparó a los centrales del Barça con dos máquinas excavadoras que empujan la arena de la orilla contra el mar, que hacen el campo de 50 metros empujando al rival hacia su portería. Pero ¿cómo lo hacen? Juntando pases, a través de su fascinante juego de posición sobre el que Óscar Cano acaba de publicar un libro delicioso. Conquistando espacios, ganando espaldas del rival.
Paradójicamente el Barça tuvo que jugar con uno menos para volver a la esencia, para jugar más juntos, para llevar al rival hacia un lado y sorprenderlo por otro. Cuando la inferioridad numérica obligó a soltar posiciones, Arbeloa y Marcelo perdieron referencias y comenzaron a salir a acosar entre líneas, donde quería llevarlo el Barça, para que aparecieran Alba y Montoya. Ellos tuvieron la Supercopa en sus pies.
Quizá Tito haya querido volver al origen de los 6 títulos girando el campo con los extremos para jugar a lo ancho en lugar de a lo largo, pero lo cierto es que entonces Messi no era este Messi y estaba Eto’o dividiendo atenciones, amenazando con la ruptura. ¿Se agota el falso nueve? Con posiciones tan rígidas no funciona la fórmula: que las cifras goleadoras de Messi no lleven a engaño.
* Felipe S. Mateos es Entrenador de fútbol. Metodología Fútbol Base C. A. Osasuna. En Twitter: @FelipeSMateos
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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