"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
Cuando dos equipos de máximo nivel se ven las caras, los partidos suelen ser intensos y cargados de matices. Si este enfrentamiento se produce en una eliminatoria. la transferencia de intensidad hacia el espectador aumenta todavía más porque la eliminación de uno de ellos es segura. Y si el escenario ya es la Champions, suelen dejarnos choques de grandísima calidad. Por eso esta competición es la madre de todas las batallas.
Barça y Atlético de Madrid nos mostraron un primer enfrentamiento de su eliminatoria bajo parámetros conocidos, donde pudimos disfrutar de un fútbol de muchos quilates, aunque, siendo exigentes, mejorable por parte de los dos. Ambos equipos nos enseñaron sus virtudes y defectos, pero no engañaron a nadie. Lo visto era altamente esperable. Y en el desarrollo del partido las defensas se impusieron a los ataques, también la defensa del Barça, una de las más efectivas en los últimos tiempos. Quizá la lesión de Diego Costa nos dejó sin algunas llegadas de más rojibancas y la poca presencia de Messi –en gran parte por el gran trabajo de los de Simeone defensivamente–, sin esa jugada que definiera un choque bastante cerrado como solo el astro argentino es capaz de desnivelar.
El partido comenzó con un Atlético de Madrid intenso en la presión adelantada. Por casi todos es sabido que el Barça no tiene, entre otras muchas cosas, una salida tan aseada como en años anteriores, y Simeone utilizó los primeros compases del partido para apretar a los culés en campo contrario. Bajo un 4-4-2 que quizá sorprendiera a muchos, la presencia de dos puntas agresivos en primera línea hizo daño, como es habitual, a los blaugrana. La ausencia de Valdés ayudó a ello, ya que Pinto no es un gran especialista con los pies.
Esto trajo dos consecuencias consigo. La primera y más evidente fue que el Atlético gozó de alguna ocasión de peligro, en especial la que tuvo en sus botas Villa, ante los problemas del portero culé para iniciar al juego. La segunda fue que el Barça aumentó el número de efectivos necesarios para comenzar su fase de ataque organizado. Y esto se derivó en que el tiempo de repliegue disponible para los atléticos aumnetó y se redujo la capacidad para correr tras superar la presión de los culés. De todos es sabido que este Barcelona de Martino realiza más carreras y que de ahí obtiene más opciones ofensivas, pero el verse obligado a retrasar más jugadores para iniciar el juego le dejó sin esa posibilidad.
Pasado este primer tramo, el Cholo ordenó lo que parecía más esperable: el repliegue intensivo de su equipo a campo propio con los once jugadores muy cercanos, no permitiendo casi recepciones entre líneas. Ahí el comportamiento fue el de un acordeón, cerrando espacios interiores y exteriores en función de por dónde trasladara el Barça la pelota.
El trabajo defensivo de los puntas atléticos, con un posicionamiento muy cercano a la línea de mediocampo, permitía a Gabi y Tiago tener una movilidad lateral importante para aumentar el número de efectivos que realizaban el tan conocido y brillante achique rojiblanco en las zonas de banda.
El partido se desarrollaba casi sin llegadas ni ocasiones ya que, como comentábamos antes, las defensas se imponían claramente a los ataques. En este sentido, dos eran las premisas para que esto ocurriera, y ambas tenían al Barça como protagonista por su toma de decisiones y actitud. Vimos un Atlético de Madrid prácticamente sin capacidad para la salida al contragolpe. Muchos achacan este aspecto a la lesión de Diego Costa, pero el análisis nos lleva a concluir que este no fue el único factor, ni posiblemente el de mayor peso, en esta situación. El repliegue intensivo atlético y la gran activación de los jugadores culés tras pérdida posiblemente tuvieron más incidencia en que no viéramos a los rojiblancos correr hacia la portería de Pinto que la propia lesión del nueve rojiblanco.
La otra clave de la ausencia de grandes ocasiones venía derivada del no aprovechamiento de manera adecuada de sus laterales por parte del Barça. Ya hemos comentado en artículos anteriores que este Barcelona no tiene ese punch que conocíamos en el juego interior y que su fútbol encuentra sus mejores momentos a raíz de los cambios de orientación y la profundidad de los laterales. Faltó una mejor dinámica en el juego exterior por parte culé en este partido, como bien nuestra la ausencia de centros al área de Jordi Alba en todo el encuentro o que Dani Alves solo ganara una vez línea de fondo para servir un pase atrás, del que se derivó un disparo de Iniesta al que respondió con solvencia Courtois.
El Atlético de Madrid se fue cerrando cada vez más a posiciones interiores, visto que los de Martino no progresaban de forma continua por los carriles exteriores. El juego del Barça era menos elaborado que en otras ocasiones, tratando de golpear de manera más directa. Faltó esa paciencia para mover de lado a lado y que la basculación atlética presentara más fisuras, sin ser tampoco el mejor partido en el cierre de las bandas de los rojiblancos. El Barcelona tenía opciones para profundizar por fuera, pero no las aprovechó de la manera más productiva al no lanzar a sus laterales con mayor verticalidad. Esto permitía el movimiento en acordeón anteriormente referido desde dentro hacia fuera para tapar la progresión de los laterales culés.
Bajo estos parámetros de partido los goles solo podían llegar a través de algún robo o de una acción a balón parado. Y los dos del encuentro se derivaron de estos aspectos, junto con alguno de los escasos errores defensivos de ambos equipos. Diego aprovechó la pasividad del mediocampo culé en el saque de una falta para cerrarlo y hacer el 0-1 de un disparo descomunal, y el Barça empató gracias a una recuperación y un fallo en la basculación de Miranda, que no hizo la ayuda pertinente a Juanfran, que aprovechó Neymar para poner el empate.
De cara al partido de vuelta las premisas parecen claras. El Atlético tratará de copiar el planteamiento realizado, pero debe ser capaz de encontrar opciones para tener una mayor capacidad de contragolpe. Ahí tiene un trabajo de decisión importante Simeone, porque el repliegue intensivo de los puntas le ayuda en gran medida a que sus mediocentros tengan un escenario donde moverse lateralmente para cerrar las bandas.
Por el contrario, el Barça, necesitado de la victoria, tendrá que encontrar unos argumentos ofensivos que en las citas importantes y ante rivales de repliegue bajo e intensidad defensiva no está mostrando.
¿Podría ser una alternativa que Iniesta ocupe la posición de interior y Messi y Neymar actúen como falsos extremos a pierna cambiada con tendencia a la diagonal interior? En este partido de ida se dieron situaciones puntuales en las que vimos esta disposición, y en ella los dos astros culés conseguían una gran atracción de rivales y la posibilidad de abrir las zonas exteriores para la incorporación de los laterales de forma ganadora. Otra cuestión es si Martino será capaz de lanzar de verdad a sus laterales de forma profunda como parece demandar muchas veces el ataque culé.
La vuelta espera con todo por decidir, pero con cartas a priori muy marcadas. Los técnicos tendrán la última palabra. Estas eliminatorias se pueden decantar por pequeñas variantes tácticas inesperadas. Veremos si es así o todo transcurre como el guion inicial parece marcar.
* Miguel Canales es creador del blog ‘Táctica Barça’.
– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal