1. – La historia, la pasión, el marco, los colores. Eso sostiene al Superclásico como gran espectáculo en el último tiempo y eso es lo que moviliza tanto en la previa. La Bombonera era la sede del juego entre un Boca que tenía hasta el momento el peor arranque de su historia en el profesionalismo en el certamen doméstico y un River que quería prenderse en la lucha para quedarse con el Torneo Final.
2.- Tras una semana en la cual los Xeneizes habían tenido el primer juego de los octavos de final ante el Corinthians, Bianchi ponía en cancha la formación que podía. A la indisimulable ausencia de Riquelme (lejos de su estado óptimo, el único capaz de modificar la ecuación de este equipo) se le sumaban bajas como las de Clemente Rodríguez o Nicolás Blandi y el Burrito Martínez era enviado al banco.
3.- Del otro lado, Ramón Díaz disponía la vuelta de Leonardo Ponzio al primer equipo luego de su desgarro y mantenía en la delantera titular al discutido Rogelio Funes Mori como notas destacadas. Era una prueba para los de Núñez.
4.- ¿Qué mejor que arrancar un clásico ganando antes del minuto de juego? Sin mediar ningún tipo de anuncio, River se puso en ventaja, casi como penalizando el andar de uno y otro en las fechas previas de este campeonato. En ese gol, que tuvo la intervención azarosa de un rebote que derivó en el uruguayo Sánchez, los visitantes mostraron dos valores que serían la clave de su superioridad notoria en la primera media hora de juego. Por un lado, Iturbe retrocedía a la espalda de Bravo para encontrar espacios donde recibir cómodo. Por el otro, Lanzini, con su brillante cabezazo, empezaba a construir su importancia en ese arranque.
5.- En la figura del joven enganche se puede resumir un poco lo que ha sido River en estos últimos años. En este tiempo recayó sobre él la duda, la sospecha, esa misma que se posó en su momento sobre Erik Lamela. Jugadores que otrora hubieran sido del agrado del hincha millonario hoy son los primeros en ser señalados; la pérdida de identidad es marcada y han sido tanto causa como consecuencia de la crisis que terminó con el descenso a la Primera B Nacional.
6.- Desatado y a sabiendas de que había marcado el gol más importante de su incipiente carrera, Lanzini jugó unos primeros 30 minutos realmente buenos. Entendía el partido y tocaba hacia un costado cuando debía hacerlo y verticalizaba para herir a un Boca que daba señales de fragilidad por doquier. En su juego descansaba el ataque visitante; en la firmeza y la vehemencia del colombiano Eder Álvarez Balanta (quizás el más destacado del partido en su globalidad), la defensa.
7.- Boca había recibido un golpe muy duro y pese a que intentó reaccionar como primera medida, a los 15 minutos estaba sumido en el desconcierto propio de un equipo que no reposa en un funcionamiento colectivo aceitado y que cada situación adversa suele pagarla cara. Del otro lado, River era demasiado directo pero lo invitaba su rival a serlo. Daba la sensación de que cada ataque del Millonario podía ser gol.
8.- Lo mejor de los de Ramón Díaz llegó entre el segundo cuarto de hora y el empate de Boca. Lanzini solía recibir solo y a partir de eso River construía, para desgracia de Bravo en primer lugar y por ende de Boca. Claro, no colaboraban con el ex del Fluminense las imprecisiones de Sánchez y, en especial, de Ponzio, quien sintió sus tres semanas de inactividad. Pese a eso, los de Núñez pudieron haber sentenciado el Superclásico. Iturbe tiene condiciones técnicas y velocidad para ser un jugador importante, pero tiene un nulo conocimiento del juego. Un desborde suyo pudo ser el segundo, pero no se la dio a Funes Mori cuando debió. Por si fuera poco, el otro delantero también tiene carencias conceptuales graves y así terminó por colaborar con la zaga local. El uruguayo Sánchez se perdió otro mano a mano a los 34 minutos de la primera parte cuando sobrevolaba el golpe de knockout. Fue la última llegada clara de River en el juego.
9.- Cuando Boca no hacía nada por empatar, igualó. Una jugada aislada en la que Ervitti mostró sus credenciales, aquellas que hicieron que Boca pagara mucho dinero a Banfield para traerlo. El volante marplatense (que había sido de lo más destacado ante el Corinthians) desequilibró al romper líneas y pisar el área; Silva, que hasta ahí solo había chocado contra sus rivales, anticipó a Mercado y facturó. Empezaba otro partido.
10.- En verdad, se terminaba el que se había dado y no empezaba ningún otro. River acusó el golpe y dejó de intentar; es cierto, encontraba menos espacios para sus contraataques del otro lado. Boca ganaba en tranquilidad y Sánchez Miño sobre la izquierda y Caruzzo en la línea de fondo eran lo más destacado del equipo local. De no ser por algunos cruces del marcador central, los Xeneizes quizás no hubieran estado a tiro del empate.
11.- El encuentro tomó un tono caótico, y allí Lanzini se diluyó definitivamente. Las variantes de Ramón Díaz, lejos de potenciar a su equipo lo hicieron aún más chico. No tanto por la salida de Ponzio, sino por la de Iturbe. Con sus carencias, el delantero que pertenece al Porto era una preocupación para Boca. En su lugar entró el ex del Benfica Rodrigo Mora, una sombra de lo que amagó a ser el semestre anterior.
12.- En ese trámite mundano, un detalle que nunca apareció podía marcar las diferencias. Ramón Díaz fue expulsado y a partir de las cargadas del público local hacia el riojano y a River en general por el descenso de hace dos temporadas, el partido terminó de desnaturalizarse. La peor cara del fútbol argentino dio el presente y dos suspensiones parciales se debieron a la pirotecnia, sujetos subidos a los alambrados y otras yerbas. Más allá de alguna frase rimbombante, no es de esperar ningún tipo de determinación, ya nos hemos acostumbrado a movernos en este medio y se han naturalizado estas circunstancias.
13.- En el cierre casi lo gana Boca en su segunda jugada de peligro en más de 90 minutos. El juvenil Escalante anticipó en un tiro de esquina y casi le da un triunfo injusto a los locales; ninguno terminó haciendo méritos claros luego del empate de Silva.
14.- Boca finalizó el encuentro con un equipo plagado de juveniles que a comienzos de este campeonato no pensaban tener esta importancia. Apellidos como los de Marín, Zárate, Bravo o Escalante, más otros con más rodaje como Sánchez Miño, Fernández o Paredes, terminaron siendo 7 de los 11 (o 10, porque Burdisso se fue bien expulsado en el cierre) que concluyeron por el bando local. Hicieron lo que pudieron, que fue más bien poco. Los de Bianchi no ganan desde hace 11 encuentros –desde la primera fecha– y ponen todas sus fichas a la Copa Libertadores, aunque realmente solo un milagro futbolero permitiría que este equipo pueda ser campeón de América.
15.- Del otro lado River no parece aún tener la estatura de un equipo campeón, aunque estando a cuatro unidades del Lanús, que transitoriamente es puntero (a la espera de lo que haga Newell’s). no puede ser descartado del todo. Los torneos cortos permiten este tipo de cosas.
y 16.- Baño de realidad para Boca que sigue penando en el regreso de Bianchi, quien no da en la tecla y ha sumado más decepciones que alegrías hasta acá. Baño de realidad para River que tuvo a su rival contra las cuerdas, pero al igual que en el último campeonato le perdonó la vida cuando debía darle el golpe de gracia. Y baño de realidad para el fútbol argentino: la última media hora del juego más importante –desde la expectativa– del torneo se esfumó entre bombas de estruendo, bengalas y esa clase de detalles. De fútbol, poco y nada. Nunca es triste la verdad, ¿pero tiene remedio?
* Diego Huerta es periodista y editor del sitio web Cultura Redonda.
– Fotos: Olé
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