Lo celebró como si hubiera marcado un gol, pero no era un gol. Era una interceptación. Thiago cortó el “pase de la muerte” que Mkhitaryan enviaba a Kagawa, desviando el balón fuera del campo y festejó su acción cerrando los puños y con un grito de alegría. El gesto fue similar a cuando celebra un gol, pero Thiago estaba celebrando una buena acción defensiva. Ocurrió el pasado domingo, en el FC Bayern-Borussia Dortmund, a los 14 minutos de partido, y es el símbolo de lo que pretende ser Thiago Alcántara: un centrocampista completo y no solo “el mago” del balón.
Su magia es sobradamente conocida. Su talento fuera de serie, la capacidad para efectuar pases inverosímiles o encontrar huecos que casi nadie advierte. En Múnich ya aprecian sobradamente estas virtudes, a pesar de los muchos meses de ausencia por lesión que ha padecido el jugador. En los últimos diez partidos Thiago suma 27 driblings exitosos, 21 pases potencialmente decisivos y cuatro asistencias de gol, además de un repertorio formidable de balones largos cruzados y jugadas magníficas. Pero su reto está en otra parte: en la faceta defensiva y en cometer menos errores.
El error es parte consustancial en el juego de Thiago. Es inevitable. Por lógica, el jugador que más arriesga comete más errores que el conservador que nunca arriesga un pase. Thiago es valiente y arriesgado y siempre busca el pase más útil para el compañero. A veces se adorna o se entretiene y pierde el balón, una faceta que debe mejorar. Aún así, esta temporada promedia nada menos que un 88 % de pases acertados, lo que es un porcentaje espléndido si tenemos en cuenta que los suyos no son pases cortitos, fáciles y al pie, sino que contienen siempre una dosis importante de intencionalidad y profundidad y a menudo se producen en zonas de finalización del ataque.
El otro gran ámbito de mejora reside en el juego defensivo. La propuesta que Pep Guardiola viene aplicando en el Bayern desde octubre del año pasado implica a muchos jugadores de ataque, a menudo cuatro delanteros en el mismo once titular, lo que significa que los centrocampistas deben estar especialmente atentos en las transiciones defensivas. Aunque en apariencia solo Xabi Alonso y Thiago ocupan esas posiciones de centrocampistas, la presencia en el equipo de Lahm (o Rafinha) y Alaba les convierte siempre en centrocampistas de apoyo. Thiago está dando un paso adelante en la mejora de este aspecto. No hay partido en que no robe dos o tres balones importantes al contrario y suma ya nada menos que 18 tackles exitosos en ocho partidos como titular. Una cifra muy elevada para un jugador de perfil creativo y ofensivo. Esta es la razón por la que festejó de manera tan visible su intervención defensiva ante Mkhitaryan, evitando un más que posible gol del Dortmund. Porque sabe que en este tipo de acciones reside su gran margen de mejora para convertirse en un centrocampista completo.
Quien ya ha dado el paso definitivo para cumplir las expectativas creadas a su alrededor es Jérôme Boateng. Escribíamos en noviembre de 2014 que el defensa alemán era un diamante. Hace unos meses, Boateng fue superado por Leo Messi en un regate formidable dentro del área. Es algo que le ha ocurrido a cientos de defensas del mundo entero y que seguirá ocurriendo porque el fútbol es un deporte repleto de errores y aciertos, pero en el que se ha establecido como norma la vejación y la humillación de los demás, sea quien sea. Boateng fue víctima de miles de burlas en el mes de mayo por aquel regate fantástico de Messi, pero supo abstraerse de ello y seguir trabajando en su perfeccionamiento.
Como cualquier otro futbolista. Boateng tiene defectos y comete errores, pero ha incrementado sus virtudes de manera constante. El domingo hizo patente su eficiencia en el pase largo. Conocemos las cifras: ocho balones largos en el primer tiempo (siete con acierto), 13 en el total del partido y dos pases de gol (a Müller y Lewandowski). Mejor que las cifras fueron las circunstancias: pasó en largo y en corto; con el pie derecho o con el izquierdo; desde la posición de central derecho o desde la de central izquierdo; en diagonal o por el eje vertical; por alto y por raso; con intención ofensiva o defensiva. La composición de pases que ejecutó el domingo (79 pases, con un 85 % de acierto ante un rival peligroso y agresivo) equivale a un curso completo de maestría en fútbol. Pep aseguraba que Boateng era un diamante en bruto que solo necesitaba ser pulido y aquí está, convertido en auténtico aspirante a ser un gran Kaiser de la defensa (y del ataque construido a partir de la defensa).
Para concluir el análisis del FCB-BVB querría señalar cuatro detalles que me parecen relevantes:
1.- El empleo de balones largos. Es una herramienta habitual en el Bayern que Guardiola utiliza para superar el pressing del contrario. En realidad, Guardiola ya lo utilizaba frecuentemente en el Barcelona, donde Rafa Márquez lanzaba diagonales largas a Thierry Henry a menudo. En el Bayern ha sido un recurso empleado con asiduidad. El primer gran ejemplo se dio en Dortmund, en noviembre de 2013, cuando el Bayern venció por 0-3 al BVB entrenado por Jürgen Klopp y recurrió al uso de balones largos por parte de Dante. Desde entonces, y aún más desde el fichaje de Xabi Alonso, es una herramienta muy potente del equipo de Pep. Lo que sorprende es que sorprenda que Guardiola lo use. Quizás se conoce menos el modelo de juego de Guardiola de lo que imaginamos.
2.- El pressing orientado. El Bayern no acostumbra a utilizar la presión alta contra el rival de manera constante durante los noventa minutos del partido. Más bien realiza una presión selectiva. Selecciona los momentos del partido en los que apretar fuerte. Sobre todo, es un pressing orientado que busca encajonar al contrincante en una zona concreta del campo para arrebatarle el balón. Cuando lo practica lo hace con intensidad muy alta, pero siempre seleccionando momento y zona.
3.- La temporización en los contraataques. Dos de los goles muniqueses (el 2º y el 5º) se produjeron a partir de contragolpes en los que fueron necesarios combinar la velocidad con la pausa. En el primero de dichos goles, Müller fue inteligente y en lugar de correr alocadamente decidió temporizar, esperando un apoyo: Lahm se lo ofreció y decidió correctamente con el pase a Thiago que fue de todos ellos quien más rápido tuvo que correr. Se produjo de este modo una paradoja: el más veloz (Müller) fue quien aplicó la pausa y el más pausado (Thiago) fue quien más corrió. En el quinto tanto del Bayern, Costa aplicó la velocidad y Götze la pausa. El éxito de los contraataques consiste casi siempre en la combinación precisa de ambos factores.
4.- La versatilidad del camaleón. Aunque el partido quedará definido por los certeros balones largos de Boateng y también por su uso masivo por parte de Xabi, Thiago y Javi Martínez, en realidad el Bayern mezcló de forma constante el juego largo y el corto, así como empleó varios esquemas de juego, distintos comportamientos defensivos y ofensivos y combinó el juego de posición con los contraataques directos. Mostró todo el catálogo de capacidades que ha interiorizado el equipo, pero sería un error pasar por alto lo ocurrido en el cuarto gol porque fue un gol exquisito. Intervinieron siete jugadores, tocaron el balón únicamente nueve veces, con la siguiente secuencia de pases: Neuer-Javi-Neuer-Xabi-Müller-Lahm-Müller-Götze-Lewandowski. Cada intervención sirvió para superar a uno o dos rivales y avanzar; cada pase buscó superar una línea contraria; la dirección fue horizontal y corta cuando convino y vertical y larga cada vez que se pudo; el balón no se entretuvo en los pies, sino que voló veloz en busca del compañero; cada jugador recibió bien orientado para, a su vez, realizar el siguiente pase; y, por supuesto, fue culminado con una asistencia superlativa de Götze al goleador del equipo. El día de los balones largos, el gol más exquisito llegó a través de una secuencia de pases milimetrados.
– Fotos: Getty Images / Gráficos: Flavio Fusi & @redrobbery
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