Me ha asombrado una frase de Laurie Mains, seleccionador neozelandés de rugby, pronunciada en la charla previa a la final del Mundial 1995. En aquella final, disputada en el Ellis Park de Johannesburg, se enfrentaron Sudáfrica y Nueva Zelanda y vencieron los locales por 15-12 en la prórroga. Resultó una final dramática que inmortalizó Clint Eastwood en su película “Invictus”. En esa charla previa a la gran final, el entrenador Mains se dirigió a sus pupilos, favoritos en principio para conquistar el titulo y les dijo: “Recuerden, señores, que el rugby es un deporte de equipo”. Hasta aquí, nada nuevo. Lo chocante fue lo que pronunció a continuación: “Así que 14 de ustedes deben asegurarse de pasarle el balón a Jonah Lomu”. Humor anglosajón, sin duda, aunque también certificación de una realidad irrefutable: aquel Jonah Lomu era el mejor jugador de rugby del momento, y uno de los más contundentes de la historia, capaz de las proezas más inverosímiles, con lo que el seleccionador All Black se veía capaz de pedir a sus hombres que jugasen para Lomu… tras recordar las virtudes colectivas.
La frase de Mains no la imagino en boca de Guardiola o Vilanova, pero podría intuirse en el juego del Barça de la última temporada. Balones a Messi que él resuelve, pudieron pensar sus compañeros. No sería nada extraño, vistos los 73 goles conseguidos por el argentino con la camiseta blaugrana, cifra que pulverizó todos los récords conocidos. Seguro que también usted tuvo alguna vez ese pensamiento, sobre todo en las noches más espesas del equipo, cuando el rival se encierra sobre sí mismo como un gato que se hace ovillo y no parece haber otra solución humana que encomendarse a Messi. En esos casos se da la paradoja del rugby neozelandés, deporte colectivo basado en pasarle el balón a un único individuo para que resuelva.
La sensación de que en los momentos duros el Barça se ponga en manos absolutas de Messi no es necesariamente negativa. Al fin y al cabo, todos lo hacemos cuando está en juego algo importante. Quizás la parte menos positiva sea que el equipo se acostumbre a ello: Messi como salvador de todas las dificultades. Personalmente no tengo la impresión de que ya haya ocurrido algo semejante. Vi al Barça con recursos suficientes y con la misma idea colectiva de siempre, pero no puede negarse una cierta tendencia a darle el balón a Messi. Si ocurre para que el argentino finalice en gol, nada que objetar. Sus cifras son contundentes y más aún si le añadimos las graves ausencias que se produjeron durante el año (Villa seis meses, Alexis y Pedro bastante tiempo). Si se trata de dependencia respecto del gol, bienvenida sea. Pero ¿y si se trataba de dependencia de juego? Insisto en que no creo que sea así, pero añado que en ese supuesto no creo que resultara positivo basarlo todo en Messi como hacía Nueva Zelanda con Lomu. Sí para finalizar, pero no para iniciar, construir, progresar y basar todo el juego en él.
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