Austria quiere recuperar su pasado

por el 31 marzo, 2015 • 15:48

Selección austriaca (1931)

Selección austriaca (1931)

Viena y Budapest son dos capitales europeas relativamente fáciles de localizar en el mapa. Como en otras muchas situaciones, la historia contemporánea de Europa posee cierta relación con los primeros pasos del fútbol de selecciones. En el año 1867, el Compromiso austrohúngaro reconoció el Reino de Hungría como un ente autónomo dentro del Imperio de Austria. Tras la finalización de la Gran Guerra, el Imperio Austrohúngaro se desintegró y dos de las naciones más importantes de la historia del fútbol separaron sus fronteras de nuevo. El año exacto de su separación fue 1919, cuando el fútbol escocés comenzaba a ser el utópico estilo futbolístico de varias regiones. Precisamente, ese modelo de fútbol haría que Austria se ganase un hueco en los anales de la historia de ese deporte. El espíritu de aquel equipo quiere despertar en forma de clasificación para la Euro 2016.

Cinco jornadas de la fase de clasificación para la Eurocopa de Francia 2016 se han disputado hasta la fecha y Austria sigue invicta en su grupo. Los centroeuropeos lideran la tabla con 13 puntos, cuatro por encima de su inmediato perseguidor, Suecia. Cuatro victorias y tan solo un empate a uno ante los suecos como resultado más negativo. Ese es el bagaje del equipo de Marcel Koller, que tomó posesión del cargo en 2011. Todo pinta bien para los austriacos, que tienen todo de cara para conseguir clasificarse por primera vez para un campeonato de Europa de selecciones, ya que solo participó en el de 2008 como anfitriona junto a Suiza. La evolución del combinado nacional austriaco es positiva. No obtuvo la posibilidad de disputar la repesca en la clasificación para el Mundial de Brasil por los tres puntos que le separaban de Suecia, que también fue su rival entonces.

La actuación de esta plantilla austriaca trae consigo el recuerdo de un equipo de leyenda, salvando mucho las distancias. Pese a lo que pueda parecer por las últimas actuaciones de la selección centroeuropea, Austria ha sido una de las selecciones clave en el desarrollo del fútbol moderno y, más específicamente, de la evolución del fútbol total. Nos referimos al Wunderteam de la década de los años treinta. Como bien asevera Jonathan Wilson en su libro La pirámide invertida: Historia de la táctica en el fútbol, «la manera moderna de entender y discutir el fútbol fue inventada en los cafés vieneses».

Desde muy temprano, algunos países bañados por las aguas de Danubio adoptaron un estilo de juego específico, basado en el estilo escocés que el Rangers practicó entre finales del siglo XIX y principios del XX. Esa tendencia académica futbolística, que se caracterizaba por un estilo estético y técnico, paciente y puede que demasiado displicente, pasó a denominarse como la Escuela del Danubio. Hungría y Checoslovaquia fueron algunos de los países que estaban dentro de ese estilo. Y también Austria. Hugo Meisl fue el encargado de dirigir a la mejor selección austriaca de todos los tiempos, formada por jugadores como Sesta, Urbanek, Bican o Sindelar, el mejor de todos ellos.

Meisl elevó el juego que practicó la Escocia de aquella época un nivel por encima, otorgándole un toque personal para internar mejorarlo. El juego de aquella Escocia finisecular se caracterizaba por el pase corto, por la premisa de que el balón besara el césped en todo momento y el mayor tiempo posible. El Wundeream asumió una disposición táctica de W-M (2-3-5) que lo convertía en especial por un elemento: la presencia de Sindelar como delantero centro. Jonathan Wilson, definió ese estilo de la siguiente manera: «El equipo utilizaba una formación 2-3-5 tradicional, con el elegante centrocampista central ofensivo Josef Smistik, pero con un centrodelantero poco ortodoxo, que promovía una fluidez tal que el sistema fue bautizado como: el Torbellino del Danubio». Esos dos elementos principales distinguían la W-M austriaca: la presencia de un centrocampista más preocupado por hilvanar jugadas que por defender y un delantero que se preocupaba por los movimientos y el dinamismo del juego casi tanto como de la faceta goleadora.

Ese mítico equipo llegó al mundial de 1934 con una racha de 28 victorias, un empate y dos derrotas en 31 encuentros disputados. Marcó un total de 102 goles, una media de 3,3 goles a favor por partido. Fue apeado de la final de aquella competición en un turbio enfrentamiento ante la Italia de Pozzo, a la postre ganadora de aquella edición y de la siguiente, en la que Austria no pudo estar por el Anschluss de Hitler, aunque se había clasificado de forma oficial. Aquel estilo de juego que tuvo como modelo el fútbol desarrollado en Escocia fue elevado un nivel aún más por encima por la Hungría de los años 50. Y fue llevado a su máxima expresión por Rinus Michels en el Ajax y la Holanda de los años 70. Tras el fin de aquella dorada generación, la selección austriaca fue bajando el rendimiento en las competiciones internacionales a las que conseguía clasificarse. Hasta llegar hasta la actualidad.

SOLIDEZ Y VARIABILIDAD TÁCTICA

La Austria de hoy en día no se parece ni un ápice a la descrita en los párrafos superiores. El fútbol ha evolucionado. Lejos quedan aquellos vientos de fútbol menos moderno constantemente en evolución. La selección austriaca actual tiene muy encarrilada la clasificación para la Eurocopa de Francia del año que viene y lo ha conseguido por méritos propios. Desde su fracaso en la Euro 2008, la evolución del plantel ha sido ascendente, hasta encontrarnos en la actualidad con una plantilla muy equilibrada por nombres. El sistema de juego se basa sobre el 4-2-3-1 tan común hoy en día como la W-M en tiempos del Wunderteam. Alaba, Junuzovic, Harnik o Arnautovic son los jugadores más destacados de este combinado y los encargados de hacer historia con la primera clasificación para un campeonato de Europa de selecciones.

Antonio Aragoneses, experto en fútbol austriaco, tiene claro el once tipo de esta selección: Almer; Fuchs, Hinteregger, Dragovic, Klein; Alaba, Baumgartlinger/Kavlak; Harnik, Junuzovic, Arnautovic; Janko. Todos, jugadores que juegan o han jugado en alguna de las grandes ligas del viejo continente, por lo que se ha de suponer un nivel de competitividad óptimo. Alaba es el mediocentro clave en el equipo como centrocampista de mayor libertad ofensiva, siempre resguardado por un pivote de menor tendencia ofensiva. La zona de tres cuartos está copada por jugadores de una gran movilidad. Los dos volantes tienden hacia el interior en las jugadas atacantes, dejando el carril libre a los laterales que se incorporan desde atrás. Se puede observar que es una selección que se preocupa mucho más por el apartado ofensivo que por el defensivo. La punta de lanza la alternan Janko y Okotie, dos perfiles de delanteros centro muy distintos. El primero, más físico; el segundo, de más movilidad y velocidad.

Ireland vs Austria

El estilo de juego depende de muchos factores: rival, jugadores con los que cuenta, situaciones de partido… Podemos apreciar también cambios claros de estilo durante un encuentro. El guión está ahí, pero eso no quiere decir que no pueda ser objeto de modificaciones para adaptarse a las distintas fases por las que pasa un encuentro de fútbol. El equipo es capaz de aguantar la posesión del balón, sobre todo cuando se juntan en el medio Baumgartlinger, Alaba y Junuzovic se retrasa para recibir. No se trata de una posesión inefectiva, sino que se suele realizar en campo rival, asumiendo bastantes riesgos ante la posibilidad de contragolpe del rival. Es ahí donde más puede sufrir el conjunto de Marcel Koller por las lentas transiciones defensivas. En palabras de Antonio Aragoneses: “No hacen demasiado bien las transiciones defensivas. Si los laterales se descuelgan, muchas veces el mediapunta no baja a cubrir su banda y obliga al mediocentro defensivo a salir a ella, dejando hueco por el centro”.

El contragolpe es un arte que también están capacitados para desarrollar. Su forma de defensa en estático, organizados en su propio terreno de juego, es algo muy llamativo de la selección austriaca. Se organizan en 4-4-2, donde las dos líneas formadas por cuatro hombres permanecen muy juntas, cediendo algo más de espacio para jugar, pero recortando los huecos entre líneas. Las ayudas a los laterales para crear superioridad defensiva en los costados son bastante destacables. El compromiso en defensa de jugadores como Harnik y Arnautovic, muy tendentes a un juego más ofensivo, es esencial para asegurar el equilibrio cuando el equipo permanece replegado atrás. Si combinamos ese repliegue y ayudas en los costados a una pareja de centrales (Dragovic y Hinteregger) consolidada y joven, tenemos una verdadera muralla defensiva. No es de extrañar que solo haya encajado dos goles en lo que llevamos de clasificación. Esa buena defensa, unida a la velocidad y dinamismo en el pase de los jugadores de arriba, nos deja un equipo muy peligroso con espacios para correr.

El actual plantel de Austria combina de forma eficiente la juventud con la experiencia, pero cuenta de manera mucho más acusada con más jugadores jóvenes que experimentados. Esto puede ser un punto negativo por la inexperiencia en competiciones tan exigentes como una Eurocopa. O en caso contrario puede actuar como motivador y sacar la mejor versión de estos jugadores. Se trata de un arma de doble filo con la que habrá que tener cuidado. Sin embargo, pese a contar con un plantel eminentemente joven, por detrás llegan empujando jugadores de mucha calidad, como sostiene Antonio Aragoneses:

«El caso más llamativo quizás sea el de Valentino Lazaro, jugador del RB Salzburgo, que con 19 años ya ha debutado con la absoluta. También ha debutado con la absoluta Marcer Sabitzer (20 años), un mediapunta muy hábil y que lleva en el primer nivel austriaco unos años. Otros jugadores destacables son Schöpf, Wydra, Serbest, Horvath, Kvasina o el central del Madrid, Lienhart».

El nuevo formato favorece a todas estas selecciones que siempre se quedaban a las puertas de una posible repesca o no conseguían sacar adelante dicha eliminatoria. Alcanzar la fase final de la Eurocopa de Francia no debería suponer ningún problema. Pero nos encontramos en el ecuador de la fase previa y hay tiempo suficiente para perder todo lo conseguido por cualquier motivo. Gestionar la ventaja que ostenta la selección austriaca no será una tarea fácil para el técnico, Marcel Koller. El conjunto centroeuropeo tendrá que demostrar su valía lejos de sus fronteras, ya que tendrá que visitar a todos sus perseguidores: Suecia, Rusia y Montenegro. No decaer en esos enfrentamientos será esencial para conseguir la ansiada vuelta al panorama internacional. Abogar al espíritu del Wunderteam no estará demás a la hora de afrontar esas salidas tan peligrosas.

* Christian Sánchez.


– Foto: George Hochmuth (EPA)




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