Se busca mediocentro defensivo con capacidad para organizar el juego, sentido táctico y despliegue físico. Está en peligro de extinción.
Estas palabras podrían estar perfectamente en cualquier cuaderno de un secretario técnico, mánager o entrenador de un equipo que busque un jugador de estas características en la actualidad. Asier Illarramendi, a sus 23 años, es un futbolista cuyas cualidades escasean en el fútbol europeo y mundial en estos momentos.
Martín Lasarte le dio la oportunidad en el primer equipo de la Real Sociedad en enero de 2011, pero la fue la temporada pasada con Philipp Montanier en el banquillo cuando se consolidó en el primer equipo. Su magnífica Eurocopa sub-21 con la selección española le ha presentado en sociedad a nivel mundial, pero el torneo de Israel no ha hecho sino confirmar todo lo demostrado en la Real Sociedad durante la temporada 2012-13.
Se trata de un futbolista diésel, un motor que cuando arranca no se detiene, con una dinámica constante durante los noventa minutos. Demuestra capacidad de sacrificio, abarca con holgura la zona ancha y tiene flexibilidad para el robo de balón. Su zancada es poderosa, un falso lento con una forma de correr en conducción que recuerda al estilo que tenía el alemán Bernd Schuster en esa faceta concreta del juego. Sus capacidades físicas le autorizan de pleno para jugar como mediocentro.
Analizando la temporada de Illarramendi en la Real y sus partidos en la Eurocopa sub-21, se puede observar una evolución táctica: una buena capacidad para leer los partidos. En la Real ha jugado la mayoría de encuentros como mediocentro acompañado de otro futbolista (Markel Bergara o Rubén Pardo) en un sistema 4-2-3-1. En la selección iba alternando ese 4-2-3-1 con un 4-3-2-1 en el que Illarra actuaba como único mediocentro defensivo flanqueado por dos interiores, en este caso Koke y Thiago. Tiene intuición para cuando acudir a la banda y cuando no, a robar, algo clave en un mediocentro defensivo que no debe perder su posición si no está seguro de que va a robar o a propiciar un robo. Tiene despliegue, aunque no es una faceta que utilice con frecuencia.
Técnicamente adapta su juego a la posición del campo en la que se desempeña. No es un pasador excelso, aunque su capacidad para tocar en corto es buena y puede desplazar en largo. Normalmente utiliza más el desplazamiento horizontal que el diagonal; cuando pasa en largo utiliza más los envíos al espacio rasos batiendo alguna línea que en largo por arriba. No destaca por su disparo aunque por su capacidad física puede asomar en la frontal del área con facilidad. Tiene una habilidad especial para proteger el balón y no perderlo en situaciones en las que le hacen un dos o incluso un tres contra uno. Cuerpea bien y recorta con facilidad.
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: EFE
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