Liga BBVA 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- Empatar en Mestalla es notable, por más que el 0-5 del Madrid de los velocistas pudiera relativizarlo. Empatar en Mestalla tras no apuntillar en el Bernabéu, padecer contra el Málaga y caer en Anoeta es sinónimo de eneros-febreros plomizos, pero nada más que eso. Ni hay carga física, ni más problemas relevantes que los propios de una propuesta de juego de bajo control a la que algunos rivales han empezado a pillarle el truco.
2.- El fútbol nunca es lineal. Por definición. El fútbol cuestiona en cada partido todas las teorías mecanicistas. Del mismo modo que uno no entra dos veces en el mismo río, no es posible mantener rendimientos idénticos en un equipo compuesto por once hombres: sus circunstancias cambian sin cesar y no hay linealidad posible. Como juego que es, resulta voluble, está sujeto al azar, mediatizado por un rival y relacionado con cuerpo y mente.
3.- Además, no es medible en su composición. ¿Cuánto tiene de físico? ¿Cuál es la unidad de medición de la motivación? ¿Y de la intensidad? ¿Y del desgaste mental? ¿Afecta cada factor por igual a cada jugador? No tengo respuestas y creo que no las hay. El fútbol es complejo y si nos dedicamos a analizarlo desde la simpleza probablemente nos equivocaremos seriamente. Así que apenas cabe aproximarse a lo que, desde la lejanía, podrían ser explicaciones de una realidad. Ahí va:
4.- De una manera similar, aunque no idéntica, a Málaga y Real Madrid, también el Valencia espera en zona de tres cuartos la salida de balón del Barça. Esa altura de la presión parece hacerle daño al equipo de Jordi Roura. Es una presión que no logra burlar con un simple regate y que a su vez le impide combinar con los medios porque ellos también están presionados. De hecho, cuando Piqué o Valdés levantan la mirada, con el balón en el pie derecho, no logran encontrar un compañero libre de marca.
5.- A medida que el Valencia se va haciendo más agresivo, más intenso, más cargante en esa tarea de ensuciar la salida del balón, al Barça le crece la irritación porque entiende que la tarde no será agradable, sino empinada. Si el primer paso del camino contiene tantas dificultades, el resto se intuye peor. Y así es. A Xavi le empieza costar un mundo girar sobre sí mismo, lo que facilita el robo rival, y cada pérdida equivale a un transición defensiva, término odiado en Can Barça.
6.- Agarrado a su nuevo concepto de plantear un bajo control del partido para incrementar las ocasiones propias aunque eso regale más opciones al contrario, el Barça repite otro encuentro de idas y venidas, de sprints y contragolpes. El Barça encaja y marca, como en casi todas las jornadas precedentes. Ya no hay control, sino otra versión, quizás provisional, del antiguo equipo que repartía tila y prozac a los rivales, que los aturdía con sus lentas nanas. La nueva versión es cafeína y rock
7.- Encaja gol el Barça en una nueva cobertura errónea de Alves en defensa, la cuarta de la temporada si no estoy equivocado, y padece en defensa organizada por razones bien conocidas: cuando defiende, el Barça defiende mal. Lo hace bien solo cuando ataca y ataca bien. Desde el 1-0, el equipo de Roura ya no juega a jugar, sino a hacer jugadas. Hacia delante en busca de un empate que llega a través de un penalti, hacia atrás para evitar otro tanto valencianista que solo las prodigiosas manos de Valdés consiguen frenar.
8.- Por una vez la nueva receta no da resultados: la producción de ocasiones de peligro es muy baja, inferior a las concedidas ante un Valencia fenomenal, lo que por lo menos abre un pequeño interrogante sobre la nueva fórmula del juego abierto y vertical, máxime con los recientes precedentes. Es posible que lo que ha resultado útil y eficaz durante media temporada empiece a serlo menos ahora que te van pillando el truco y llegan los partidos decisivos.
9.- Como si pensara en algo parecido, Iniesta se ha bajado al balancín a falta de veinte minutos para acabar el correcalles y apretado el botón de “pause”. Ya lo declaró el miércoles en la zona mixta del Bernabéu y lo ha querido mostrar en el tramo final de Mestalla: más control, parece reclamar Iniesta, como diciendo que la nueva fórmula está muy bien pero que se necesitan unas gotas de la antigua.
y 10.- Aunque enero y febrero siempre fueron plomizos, ahora no son las piernas las que pesan: lo que había que trabajar ya concluyó hace muchos días. Ahora es el juego, simplemente. El Barça es como un río, que busca superar cuantos obstáculos le plantean en su curso. Le costó superar las murallas que le sembraron en primavera, pero acabó por encontrar la solución, a base de verticalidad y control reducido; abrirse, correr, ser más vertical, encajar más, marcar mucho más. Ahora, pillado el truco, llegan nuevos retos. No descartaría que volviéramos a ver un Barça algo más controlado. Aunque solo fuera por despistar.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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