Selecciones / Mundial 2014 Calificación / Fútbol
La tricampeona mundial vivió un punto de inflexión en el 2006. Tras la humillante eliminación en la primera fase de la Eurocopa de 2004 en Portugal (no ganó ningún partido), la selección alemana tenía que recibir a las mejores selecciones del mundo como anfitrión del deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan ellos. Klinsmann fue el sucesor de Rudi Völler tras aquel fracaso. El que fuera mítico delantero de Inter o Bayern, y actual seleccionador de la selección de EE. UU., provocó una revolución en cuanto a la concepción del fútbol en su país. La mentalidad ofensiva y de toque tomó protagonismo ante los estereotipos que todos teníamos sobre el fútbol alemán. Los resultados no llegaron (a pesar de quedar terceros en el Mundial’06) y Klinsmann dejó de ser seleccionador tras dar la oportunidad en la selección absoluta a jóvenes como Lahm, Schweinsteiger o Podoslki (elegido mejor jugador joven en el 2006). Su sucesor sería el que hasta ese momento era su ayudante: Joachim Löw.
Löw ha sido la extensión de Klinsmann. La idea del fútbol del actual dueño del banquillo de la Mannschaft es muy parecida a la de su antecesor. En la DFB creían en Löw, y la relación con la prensa, desde un principio, fue exquisita. Alemania es un país ganador y su selección también lo es. La sequía de títulos empezó en 1996, y cuando Löw tomó el mando se quiso dejar claro que el proyecto sería a largo plazo y que era el momento de cambiar, modernizarse y tener paciencia. Así ha sido. Desde ese momento, el objetivo de la Mannschaft siempre fue el mismo: el Mundial de 2014. Ocho años dan para modificar todo lo que se estaba haciendo mal, y trabajando desde abajo, es el tiempo idóneo para empezar a exigir frutos. Pero desde 2006 hasta ahora se han sucedido varios acontecimientos. Alemania, en su proceso de transición, logró ser finalista en la Eurocopa’08 y semifinalista en el Mundial’10 y en la Eurocopa’12. En un país ganador, las notables actuaciones del equipo sin conseguir títulos, a pesar de ser conscientes de estar en una época de transición, han cambiado la situación. La prensa empieza a tachar a Löw de romántico y cabezón, y aunque el juego de la Mannschaft convence, los resultados no llegan a ser a los que los alemanes están acostumbrados.
Alemania está encuadrada en el Grupo C de la fase de clasificación para el Mundial de Brasil. Favorita en su grupo, no ha defraudado y tan solo ha cedido un empate (4-4 contra Suecia) en ocho partidos. Los últimos encuentros que disputará de dicha fase son ante Irlanda en Colonia y contra Suecia fuera de casa. Con una victoria el viernes los de Löw tendrán en su mano un billete para Brasil. El torneo deseado desde hace ocho años está a punto de disputarse y es precisamente ahora cuando Joachim Löw parece tener más dudas. El seleccionador alemán debe decidir en los próximos meses con qué jugadores cuenta y para ello tan solo tendrá tres oportunidades para elegir a los chicos que viajarán con él hasta Sudamérica. Los dos partidos de clasificación del viernes y el martes, un amistoso a mediados de noviembre ante Italia y un partido a principios de marzo contra Chile son las tres citas antes de viajar hasta Brasil.
Con el paso de los años al frente de la selección alemana, Joachim Löw ha dado la oportunidad a diferentes y numerosos jugadores, en su mayoría jóvenes, hasta elegir a los que para él se amoldan más a lo que quiere ver sobre el terreno de juego. A Brasil, y salvo desgracia, irán seguro jugadores como Neuer, Lahm, Mertesacker, Boateng, Hummels, Khedira, Özil, Schweinsteiger, Götze, Kroos o Müller. Sin embargo, aún hay varios puestos en el avión cuyos ocupantes no están definidos. Las lesiones en los últimos meses de jugadores como Gündogan, Klose, los hermanos Bender o Mario Gómez han dejado en evidencia las preferencias de Löw. Stefan Kießling no sabe qué hacer para ser convocado. El delantero centro del Bayer Leverkusen fue máximo goleador de la Bundesliga el año pasado, y rara es la temporada en la que no marca 20 goles. Al igual que Kießling, Weidenfeller se siente olvidado por Löw y la prensa ataca al seleccionador alemán de tozudo y poco justo por anteponer su concepto futbolístico al rendimiento de dichos jugadores.
La juventud de la mayoría de los chicos de Löw no está exenta de calidad y protagonismo. Marco Reus, Sidney Sam, André Schürrle, Julian Draxler o Max Kruse tienen capacidad suficiente como para convertirse en jugadores importantes en el torneo. Eso sí, la competencia en sus puestos, o la poca experiencia en competiciones de tan alta magnitud, puede provocar que ni tan siquiera veamos de qué son capaces de hacer con un balón. Su técnico en la Mannschaft tiene excentricidades, pero si algo le caracteriza es que no le tiembla la mano a la hora de dar oportunidades a jóvenes que piden paso.
El 4-2-3-1 es el sistema que más gusta a Löw; utilizado en las grandes citas desde que tomó el mando de Alemania, siempre con un doble pivote bien definido, laterales largos y una línea de tres por detrás del delantero con movilidad, talento y con capacidad de determinación. Los resultados, los rivales, la exigencia, las lesiones y la búsqueda de la perfección han hecho que Joachim Löw pruebe con diferentes sistemas en los últimos meses. Hemos visto desde un 4-3-3 hasta un 4-1-4-1 o el propio 4-2-3-1, como digo, el más utilizado. Sea cual sea, los puntos débiles, al igual que los fuertes, parecen claros en la selección alemana. La pareja de centrales aún es una incógnita. Hummels, Boateng, Mertesacker, Höwedes e incluso Westermann tienen las mismas oportunidades de ser titulares o suplentes. Lo que sí parece claro es la posición de Lahm. El que siempre fue lateral (bien en la derecha o en la izquierda) ahora resulta ser un excepcional mediocentro para Guardiola. Eso sí, para Joachim Löw el puesto de Philipp siempre será la banda. En el centro del campo también existe una variedad de opciones. Khedira suele ser habitual y junto a él, Schweinsteiger, Kroos, los hermanos Bender o Gündogan podrían tener opciones. Thomas Müller y Mesut Özil son tan diferentes como importantes, y por ello su participación parece clara. El tercer hombre en la mediapunta y el delantero serán puestos más dependientes del estado de forma en el que lleguen los jugadores. Götze, Reus o Schürrle son jugadores de un alto nivel; Klose y Gómez, delanteros de área pero con problemas físicos.
Sea cual sea el sistema, sean cuales sean los jugadores, lo que está claro es que llega el momento más esperado para la Mannschaft de los últimos ocho años, el momento de demostrar que la confianza de la DFB en Löw ha servido para algo. El gen alemán es ganador. Dieciocho años sin un título son muchos años, ha llegado el momento.
Convocatoria de Löw para los dos últimos partidos de clasificación:
* José Gavilán.
– Foto: AFP
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