Liga BBVA 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- El alta hospitalaria recibida por Tito Vilanova una hora antes de iniciarse el partido de Valladolid simboliza lo que ocurrirá en el encuentro: un vestuario nuevamente abofeteado por la enfermedad sale decidido a superar otro desafío. Ha encajado varios grandes golpes, sin acostumbrarse nunca a recibir el siguiente. Agitado por la nueva mala noticia, el equipo se viste la camiseta de dar ánimos y se calza sus botas de siempre. No jugará un gran partido.
2.- Pero lo sacará adelante con una solvencia mayúscula, sin ceder prácticamente opciones al Valladolid hasta el minuto final, y recurriendo solo a uno de los tres lemas de la camiseta de apoyo a Tito (“Seny, pit i collons”, el lema del técnico en su teléfono móvil): a la prudencia. Incluso Jordi Roura, desde el convencimiento de una interinidad asumida por todos, dejará vacío el asiento de primer entrenador, como diciéndole: “Es tuyo. Te esperamos”.
3.- Mascherano suple a Puyol, Thiago a Iniesta y nadie a Cesc. Es un Barça que salta en condiciones anímicas complejas a un campo teóricamente aguerrido y lo hace sin cuatro de sus puntales: dos de los capitanes y dos de los lesionados (Fàbregas y Adriano). Cuatro jugadores básicos para medir la fluidez del conjunto. Cuatro jugadores que serían titulares si tuviera que disputarse una final por estas fechas.
4.- Sin ellos, el Barça es el mismo de siempre aunque Puyol muestre más seguridad; Adriano la pujanza del lateral imparable; Iniesta una centésimas de control indefendibles; y Cesc la omnipresencia en la batalla. Pero no diría que esas ausencias adquieran un peso relevante en el desarrollo del partido: simplemente, es un Barça que se ha levantado de la lona tras el golpe y anda dispuesto a hacer lo que toca, aunque probablemente le apeteciera más recogerse en casa hasta que todo volviera a la normalidad.
5.- Estados anímicos al margen, el Valladolid de Djukic sale con un espíritu conmovedor, persiguiendo a todo barcelonista que se mueva -y se mueven todos, ya lo sabemos-, cerrándose en 4-4-2 buscando moverse en grupo para no ceder huecos entre líneas. Comete un error: saltan a por el poseedor blaugrana del balón, regalo mayúsculo para un rival al que le gusta precisamente que le acosen de uno en uno. Por ahí empieza a marcar diferencias el Barça.
6.- Los encuentros de Liga se están convirtiendo en un pulso entre la voluntad de los contrarios y la terquedad del Barça, al que por más desafíos que le echen se empeña siempre en imponer su forma de jugar. Apretándole arriba o esperándole abajo; regalando bandas y cerrando por dentro; saltando a por Messi o “flotándole”. Da igual la fórmula elegida. Quien no cambia es el Barça y su búsqueda de sometimiento del contrario a partir del juego que conocemos.
7.- Incluso si Mascherano tropieza de salida y parece revivir el trauma que le ha disminuido; incluso si Alexis alimenta a los indesmayables polemizadores con su yerro inicial a portería batida; incluso si Dani Alves continúa muy por debajo en influencia, velocidad y tacto de Adriano y Jordi Alba; incluso con estas mermas el Barça no pasa ningún apuro en Zorrilla.
8.- Es difícil pasar apuros cuando Busquets y Xavi se mueven a este nivel superlativo. Xavi ha culminado un inicio de temporada explosivo, lo que es mucho para un diesel. Influyente como un arquitecto y listo como un abogado, Hernández saca en cada partido el bloc de notas de La Masia, reparte los apuntes y dicta los verbos del idioma Barça. A su ritmo, el equipo habla una y otra vez el mismo lenguaje, pero escribiendo frases nuevas.
9.- Plantado sobre el campo en 2-1-4-1-2, con Busquets por delante de los centrales, Alves y Alba a la altura de Xavi-Thiago, Messi liberado y sus dos barrenderos separando rivales, al Barça solo le queda administrar el tiempo. Sabe que en este gota a gota se llevará la mejor parte de la botella en juego.
10.- No todo funciona bien. Pedro y Alexis cumplen perfectamente las instrucciones, pero a cambio están torpes en el control y cegados en el remate, hasta el punto que ya ni lo intentan. Hay que explicar esto: los atacantes que mejor trabajan para Messi son ellos dos. Tello posee mayor velocidad; Villa mejor remate. Pero lo que el equipo necesita son dos delanteros que agiten, socaven, agoten y separen a la defensa contraria en beneficio de Messi. Se puede estar de acuerdo o no, pero esto es lo que el entrenador le pide a sus atacantes: que le hagan hueco a Messi. Y se lo hacen.
11.- Tampoco anda fino Dani Alves, que intenta emular a Jordi Alba en las llegadas constantes, pero sin su acierto y con un estado de forma opuesto al del zurdo. Yo no sé si Alves regresará a su antiguo gran nivel: los pronósticos populares dicen que no, pero lo indudable es que la única posibilidad de que eso ocurra es jugando partidos, cometiendo errores y buscando perfeccionar el rumbo. Su actuación ante la portería del Valladolid, tras una jugada colectiva de filigrana, confundiéndose de dirección y cediendo atrás en lugar de rematar, ha resultado desconcertante en grado sumo.
12.- En las antípodas, Sergio Busquets. Multiusos, otro día en su Paraíso. Hombre de hielo, sustantivo del fútbol, sus recuperaciones de balón han sido una pesadilla para el Valladolid y almohadón de plumas para el Barça. Más que la velocidad de los movimientos, son esas recuperaciones de Busquets las que marcan el ritmo de un partido. Si él acierta, su Barça se aposenta en la yugular del contrario y de ahí no sale hasta clavar el aguijón.
13.- Por momentos, el Barça se ha sentido como en casa, con la afición local vitoreando a Iniesta; con Messi superando plusmarcas; con Xavi jugando en todas las posiciones del catálogo y Busquets explicando los secretos del idioma mientras en la mano sujeta las llaves del cofre del tesoro.
y 14.- El Barça se va de vacaciones como nunca, con 16 victorias y un empate en 17 encuentros de Liga, 49 de 51 puntos posibles sin haber llegado a medio campeonato. Fortalecido en su idea futbolística, el equipo que siendo adolescente lo ganó todo con Pep ha entrado en la madurez con el objetivo de ganar aún más. Madurez insaciable.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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