1.- Es la alineación más coherente y adecuada vista la realidad de la plantilla barcelonista: los más frescos atrás, los ortodoxos en el centro y los peleones arriba con Messi. Y, sin embargo, son aplastados, triturados, destruidos por los hermanos del norte, los destinados a ser nuevamente tiranos de Europa.
2.- Lo mejor del Barça en la trágica noche muniquesa es el anuncio de su alineación. A partir de ese punto, todo irá a peor, en caída libre, equipo desmembrado en cuerpo y espíritu, en plan e idea, en ejecución; finalmente convertido en en saco de todos los golpes del Bayern, que vive su Dies irae, su Día de la ira, aquel día en que los siglos se reduzcan a cenizas…
3.- ¿Por qué? Porque muchos de los pasos que se dieron en la temporada fueron erróneos. O perjudiciales. O erráticos. O insustanciales. O las cuatro cosas a la vez hasta acabar en esta masacre de Múnich, la que ya se había olido en los tres goles del Madrid en la Copa del Camp Nou, los dos del Milan en San Siro, los dos del PSG en París, y en tantos y tantos síntomas, avizorados, advertidos… Un detalle, una piedrecita en el camino, otro detalle, la liberación de Pep…
4.- Planteó mucho mejor el Bayern la temporada que el Barça y le salió un partido cien veces más redondo. Llegó Heynckes con 14 jugadores de campo en perfecto estado de revista, como era palpable en las cifras que alumbran el curso, mientras el Barça alcanzaba el Allianz Arena con siete y medio y una montaña de interrogantes en forma de jugadores, roles, lesiones, oportunidades y modelo de juego.
5.- El cuadro de Heynckes plantea el partido desde sus fortalezas: una presión constante y feroz, robo de balón y latigazos veloces y verticales. El de Tito lo hace desde un punto de partida que no imaginábamos: la convicción de inferioridad. Sabíamos que era inferior, a causa de las mil peripecias vividas, pero no intuíamos que se “sintiera” inferior.
6.- Es una primera parte del Barça en modo posesión defensiva, una faceta que ya ha quedado muy en evidencia esta temporada. Si no usa el balón para agredir, sino para conservarlo, lo que consigue es desnaturalizarse, volverse blando y sin peligro. Más aún: la posesión defensiva se convierte en un peligro para el propio Barça aunque, muy probablemente, se trate de un mecanismo instintivo de protección. El Barça se siente frágil y busca fortalecerse a base de guardar el cuero. Pero es un mecanismo peligroso.
7.- El Bayern busca agredir con balón, espacio y velocidad. Muerde, presiona, cubre, roba y corre. Cuatro carriles, por dentro y por fuera, doblando y desdoblando. Ribéry y Robben bajan hasta la altura de sus laterales siguiendo a Alves y Alba. El partido del francés será conmovedor: su desgaste resulta formidable persiguiendo a un incansable Dani Alves, excelente apretando, bien coordinado con Pedro, quien a su vez se desgasta persiguiendo a David Alaba. Ribéry se convierte en el máximo recuperador del equipo local, con una exhibición defensiva apabullante, emotiva, epoustouflante.
8.- A su alrededor se mueven como termitas Javi Martínez, Schweinsteiger y Thomas Müller cubriendo, marcando, cortando, cerrando todos los pases interiores entre Xavi, Iniesta y Messi. Pero nada de eso cuadraría sin la vigilancia de Mario Gómez a Busquets, al que entorpece de manera aguda, cortando la fluidez del equipo visitante, que parece tan encharcado como el círculo central del estadio.
9.- Lo único que no hace bien el Bayern es sacar el balón desde atrás. Lo ejecuta con tanta tranquilidad como dificultad. Ahí tiene el Barça una oportunidad. En este aspecto y en las espalda de Alaba, pero no lo aprovechará y el partido quedará en las cabezas germanas. La defensa blaugrana, aplastada, concede saque de esquina tras saque de esquina. Y cada uno de ellos suena a susto garantizado aunque, en realidad, no es así porque el Bayern los va desperdiciando uno tras otro pese a su manifiesta superioridad en estatura.
10.- Hasta que marca. Una, dos veces, dominando por alto el área de Valdés, que bastante hace junto a Piqué para defenderse del bombardeo que llega casi siempre por la espalda de Jordi Alba, al que se le ven esta noche sus peores vicios, desnudado por Robben y Lahm. En el área son pulgas frente a jirafas y el Barça no logra evitar ese duelo desigual: pierde por alto y pierde por velocidad. En realidad, pierde porque ya no logra imponer su manera de jugar, como le ha ocurrido en todos los partidos grandes del curso.
11.- Tras el 2-0, rotundo, contundente, razonable, casi corto visto el monumental despliegue del Bayern, los blaugranas dan un pequeño paso adelante, el de la desesperación. Saben que necesitan un gol, lo que se antoja más complicado que detener a los alemanes, que se sienten superiores, muy superiores. Messi no está. Simplemente no está. No nos lo han dicho, pero en París sufrió algo más de lo que aventuraron los opacos partes médicos, y en Múnich se comprueba que no es él, que sus piernas no están todavía ahí. Y en esa cruel comprobación fenece su equipo, cocido, ahogado en los pequeños detalles que se dejaron escapar en el día a día.
12.- Heynckes tortura aún más al Barça al introducir a Luiz Gustavo por Mario Gómez, porque eso es espesar aún más al Barça y a Messi, que ha vivido una de sus peores noches como profesional, totalmente minimizado por la lesión, jugando al trote, carente de la mínima explosividad y enjaulado sin salida posible. A partir de dicha espesura, el Barça se enreda en la maraña y cada balón perdido es un «ay» y un «uy» y al final son cuatro como hace cuatro años, pero en sentido opuesto.
13.- Robben y Müller matan al Barça, que compite su peor semifinal de los últimos seis años. Por el resultado obtenido, pero especialmente por la competitividad mostrada. Sí, era inferior al Bayern, pero sobre todo se sentía inferior, incapaz de poner sobre el césped sus atributos futbolísticos habituales, probablemente porque ahora mismo no es capaz de encontrarlos. Por todas partes corre hoy una pregunta que ya se planteaban a priori importantes analistas europeos: ¿Ha terminado la era de este Barça? Yo no conozco la respuesta, pero es indudable que el potencial alemán no admite discusión como gran alternativa.
14.- La gestión de la plantilla del Bayern a lo largo de la temporada había sido mucho mejor que la del Barça. Y su juego certifica que si el Barça quiere seguir dictando su ley en Europa va a tener que cambiar muchas cosas y actitudes porque enfrente ya no solo está el Real Madrid, sino un rival bávaro y bárbaro. Enredado en tantas pequeñas miserias, el Barça descubre hoy con crueldad que gestionar lo heredado no era tan sencillo.
y 15.- Pero también es pronto, muy pronto, para enterrar a semejante equipo. Ahí está Messi, que volverá cuando se recupere. E Iniesta. Más Busquets y Piqué. Demasiado potentes estos nombres como para que se precipiten los sepultureros. Es comprensible que tantos años de dominio futbolístico provoque la reacción de ridiculizar las pautas de esa manera de jugar en cuanto el equipo dominador ha sido derribado. Pero, a expensas del rumbo que adopte el club en el futuro inmediato, que será decisivo para bien o para mal, uno sería muy precavido a la hora de dar por muerto a semejante equipo. Aunque tenga que cambiar mil cosas.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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