Crónicas 2015-2016 / España / Liga BBVA 2015-2016 / Fútbol
1.- En ocasiones, algunos resultados no ejemplifican las sensaciones mostradas en el terreno de juego. El clásico de hoy no admite dudas. Hoy, juego y partido fueron de la mano. Benítez alineó el equipo con más potencial que dispone, pero un conjunto cuyas características no son las mejores para el planteamiento que se pudo ver en el campo, con un Real Madrid que presionaba pero no lo hacía ordenado, sino con movimientos individuales. El conjunto blanco planteó un 4-4-2 con James en banda derecha, Cristiano en el costado izquierdo y Benzema junto a Bale en el centro. El doble pivote lo formaban Modric y Kroos, jugadores nacidos para tener el balón y que sufren demasiado sin él.
2.- Por su parte, Luis Enrique decidió no arriesgar desde el inicio con Messi y juntó a cuatro centrocampistas en el campo. Sergi Roberto partía desde la banda derecha y permitía la superioridad en el centro del campo. Allí donde estaba Roberto había una línea de pase clara, fuera abierto o identificando en qué pasillo interior podía ser más útil para su equipo. El de Reus sumó en ataque y fue decisivo en defensa, ya que con la ayuda de Rakitic no permitieron en ningún momento que Marcelo hiciera daño desde la banda izquierda.
3.- Y tras cuatro minutos de un Madrid más agresivo, el Barcelona cogió el partido y ya no lo soltó. El tanto inicial llegó con la primera gran interpretación de Sergi Roberto, que rompió hace dentro en conducción y asistió a Luis Suárez en el momento justo –Ramos perdió la posición–. El uruguayo, con un desmarque dentro-fuera-dentro, batió a Keylor Navas golpeando con el exterior, como el que prueba una manera más de definir en un entrenamiento rutinario. La jugada involucró a diez jugadores culés, que dieron hasta 36 pases entre ellos.
4.- El Real Madrid nunca tuvo clara su idea. Si el objetivo era esperar al Barcelona en repliegue medio y salir al contraataque, no lo consiguió. La defensa se quedaba atrás, Benzema, Cristiano o Bale buscaban incomodar a la salida de balón culé, y el centro del campo madridista era inexistente. La separación entre líneas era un regalo para el eje Piqué-Busquets-Iniesta y el excelente acierto técnico del Barcelona desde atrás. Especial mención a Andrés Iniesta, superlativo en el primer pase y excelso en el manejo espacio-tiempo. Batuta en mano, el capitán culé aceleró y pausó el juego en función de las necesidades de su equipo.
5.- Alrededor del minuto 20, los locales hicieron ademán de presionar arriba y obligar a buscar la salida en largo del Barcelona, pero esto fueron acciones aisladas. Iniesta seguía dominando el encuentro con el balón y Luis Enrique mostrando el trabajo previo sin él. Suárez y el manchego tapaban siempre a los dos centrales y Rakitic al pivote madridista más cercano. Los de Rafa Benítez, partidos, no ocupaban posiciones interiores en mediocampo y Busquets no sufría la presión adelantada de su equipo, que además avanzaba en conjunto. El Barcelona ni siquiera notó la lesión de Mascherano (entró Mathieu por él).
6.- Ese notable trabajo culé en la presión posibilitó el robo de Luis Suárez y el pase de Iniesta al espacio para que Neymar anotara en uno contra uno frente a Keylor Navas el segundo gol. Cerca estuvo el Barcelona de anotar el tercero al filo del descanso, con una arrancada de Neymar al estilo de Ronaldinho en 2003 –Danilo no era capaz de pararle–, pero primero Suárez y luego Rakitic se toparon con la zaga madridista.
7.- En la segunda mitad, mismo guion e idéntico resultado: cuatro minuto de espejismo madridista, 41 de monólogo culé y otros dos goles para los de Luis Enrique. Iniesta, que estaba siendo el dueño del juego en Chamartín, se juntó por dentro con Neymar que, tacón mediante, dejó al manchego al borde del área y con todo para batir a Navas. Iniesta colocó el balón en la escuadra y añadió, a su manual de gestos técnicos e interpretación del juego, un disparo que recordó al de sus históricos tantos.
8.- El carrusel de cambios, valga la redundancia, no cambió nada. Isco y Carvajal sustituyeron a James y Marcelo, mientras que Messi disfrutó de 31 minutos para recuperar sensaciones y dar oxígeno a Rakitic. Era difícil imaginar un escenario tan favorable para que el argentino acumulara minutos de juego en busca de su mejor puesta a punto. El partido, aun siendo dominado por los visitantes, permitió el ida y vuelta que coronó a Claudio Bravo como el portero oportunista. Siempre concentrado, siempre seguro, desbarató hasta tres ocasiones claras del Real Madrid.
9.- Aunque a un ritmo inferior, el Barcelona siguió buscando la portería de Keylor Navas. El cuarto gol y la posición de Jordi Alba lo reflejan. El lateral izquierdo lanzó primero un desmarque de ruptura a la espalda de la defensa madridista. Sus compañeros no le vieron. La jugada siguió y, ya entre líneas, Messi le encontró para que el catalán habilitara con un toque a Luis Suárez. El uruguayo esperó hasta el último momento para definir, pero se decidió a acabar él mismo la jugada ante la posición dudosa de Neymar. Con el 0-4, Bravo siguió con su repertorio de paradas y el Barcelona con los acercamientos constante, con un Piqué especialmente activo que buscaba poner la guinda con el quinto gol. Pero unas veces la defensa madridista y otras la anticipación de Munir -que había entrado por Iniesta, aplaudido por parte de la afición merengue- le privaron del remate final. El encuentro acabó con la expulsión de Isco tras una patada a destiempo que ejemplificaba la frustración de los locales.
10.- El Real Madrid no compareció en el partido. Los amagos de presión desnudaban un océano entre las líneas blancas. No se vio intencionalidad con el balón, ahogado con la trabajada presión culé. Benítez no fue capaz de identificar su inferioridad en el centro del campo y la posición de Sergi Roberto que formaba un cuatro para dos constante. Un equipo formado por Modric, Kroos, James, Bale, Benzema y Cristiano parecía tener por plan defender sin balón, pero los movimientos no fueron colectivos y los blancos estaban siempre demasiado agazapados como para crear peligro al contraataque.
11.- La apatía madridista contrasta con el monólogo blaugrana. Con una depurada salida de balón desde atrás, Iniesta brillaba y Sergi Roberto era el comodín perfecto para mantener el dominio que materializaban Neymar y Luis Suárez en goles y una amenaza persistente a la meta de Keylor Navas, que hoy no pudo evitar la debilidad defensiva blanca.
y 12.- Batuta en mano y catálogo desplegado, Iniesta dirigió la orquesta blaugrana, cuyo juego escenificó una jerárquica victoria en un Bernabéu resignado al violín culé más afinado de los últimos años.
* Ismael Ledesma.
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– Foto: EFE
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