"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
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1.- Ante la tarea de resucitar al equipo, Luis Enrique ha ido por partes. Primero ha buscado acabar con la agonía defensiva, esa debilidad que convirtió la pasada temporada en un via crucis constante. Ha dedicado la parte sustancial de las tareas a fortalecer este aspecto y los partidos disputados avalan su trabajo: en los seis disputados (cinco de Liga más el de Champions) no ha encajado ningún gol ni concedido excesivas oportunidades a los rivales. A cambio de ello, en La Rosaleda se han evidenciado las restantes carencias que acumula el equipo. El empate ante el Málaga parece poner punto final a esta primera parte del trabajo y abrir la puerta a la siguiente fase.
2.- Ahora llega la hora del juego. Hasta Málaga, el entrenador del Barcelona se ha dedicado básicamente a recomponer la organización defensiva y el equipo le ha respondido. Se ha mantenido más agregado, ha defendido bastante arriba, con Busquets recuperando en posiciones altas, y el conjunto ha perseguido los balones perdidos con energía. Globalmente, dicha organización puede considerarse la mejor virtud del Barça de Luis Enrique hasta la fecha. En paralelo a ello ha ubicado el ataque con los extremos muy cerrados, preparando la llegada de Luis Suárez, y los laterales ocupando posiciones exteriores.
3.- Ha dejado pendiente de trabajar todos aquellos movimientos colectivos que permiten atacar mejor contra una defensa organizada y muy replegada. Las prioridades del entrenador han sido razonables y lógicas: ha empezado por el gran problema, ha dado algunos pasos preparando la llegada de un gran refuerzo y ha dejado para la segunda fase el verdadero desarrollo de la fase de construcción de juego. Cabe imaginar que lo ha hecho por este orden porque precisamente el trabajo pendiente es el más complejo y arduo y requiere un tiempo del que no disponía en estas primeras semanas.
4.- El Málaga ha mostrado a la luz esta realidad del Barcelona. El equipo de Javi Gracia se ha defendido en tres líneas (distribuidas en 4-3-3) en lugar de las dos habituales en todo equipo que se repliega frente al Barça. Ha juntado mucho las dos líneas próximas a Kameni y ha facilitado el ataque barcelonista por las bandas a cambio de cegar las zonas internas. Al Málaga le ha preocupado poco ofrecer facilidades exteriores pues se protegía mucho por dentro, con marcajes muy próximos al rival. En el eje central ha situado a cuatro hombres formando un cuadrado de protección: Sergio Sánchez y Weligton junto al área y Darder y Camacho unos pocos metros por delante.
5.- El Barça ha respondido alejando a Messi de ese cuadrilátero por el que solo cruzaba, de rato en rato, el desacertado Pedro. En consecuencia, Messi volvía a acercarse a la zona de Busquets, como si se tratara de Xavi. La ventaja del movimiento es que facilita la apertura del balón al costado de Alba; la desventaja es que si juega de Xavi, Messi no juega de Messi y esa es una ecuación que, de momento, aún no resulta ganadora para el equipo.
6.- A pesar de que Amrabat es un delantero veloz y perspicaz, el Barça se ha defendido bien en general, muy correcto Piqué y excelente Bartra en la anticipación. Pero el equipo ha jugado mal sin paliativos. Como símbolo, durante varios minutos se ha visto a Iniesta observando despavorido cómo el balón sobrevolaba su cabeza, cruzando errático de un lado a otro del campo. Y cuando el cuero bajaba al pasto, los barcelonistas lo movían con pesadez, sin esa fluidez en sus avances geométricos que facilita el ataque contra un equipo que se ha encerrado sobre sí mismo.
7.- En el primer tiempo, el Barça no ha sufrido, pero tampoco ha hecho sufrir al Málaga. En la única aproximación interesante, Messi situado como mediapunta ha abierto a Pedro, que ha prolongado a Jordi Alba, pero su centro raso y combado no ha podido ser rematado por Messi. Eso ha sido todo en un equipo que no ha conseguido rematar ni una sola vez entre los tres palos del rival en noventa minutos, un dato que puede calificarse de estremecedor.
8.- Sin la menor duda, el conjunto de Javi Gracia es responsable de semejante problema barcelonista (el de no rematar ni una sola vez a portería). Aunque en ataque solo ha hecho cosquillas, el Málaga ha jugado más arriba durante algunos tramos de la segunda mitad, consiguiendo enredar al Barça en las proximidades de Claudio Bravo, e incluso ha enviado un balón al palo en una falta desviada por el guardameta chileno.
9.- Al modo del debutante Douglas, el Barça ha dejado la impresión visual de sentirse incapaz de resolver el jeroglífico propuesto por Javi Gracia. Si el lateral brasileño ha hecho pocas cosas mal, pero ninguna sustancialmente positiva, el equipo de Luis Enrique se ha parecido al lateral recién llegado como dos gotas de agua. Sin desborde ni penetración, solo empeñado en no cometer errores groseros, Douglas ha dejado todo por mostrar y demostrar, simbolizando en su persona el momento difícil que ha vivido el Barça en la noche andaluza: por momentos parecía impotente, fiado todo al arrebato de Messi o al impacto de los jovencitos Sandro y Munir.
y 10.- Esta vez, ni un Messi alejado del área ni los dos delanteros jóvenes han conseguido resolver individualmente las lagunas de la organización ofensiva, una asignatura que no es que esté pendiente sino en la que el equipo parece no haber abierto aún los libros de texto. Además de secar una vía de victorias consecutivas, La Rosaleda parece indicar el final de la primera fase en los planes de Luis Enrique. Ha conseguido dotar de solidez a la organización colectiva de la defensa, acabando con el drama de las transiciones temblorosas (aunque no puede fiarse: este problema jamás se resuelve por completo). Ahora empieza la segunda fase: ahora hay que ponerse a jugar. Porque no es un asunto de falta de intensidad, sino de juego.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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