"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
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1.- Que nadie se extrañe si en años venideros, tras agotar la pólvora de los fuegos artificiales, los chacolís y los pintxos, en Bilbao comienzan a repartirse regalos. Será a buen seguro un 27 de agosto, apenas culminada el Aste Nagusia (Semana Grande de Bilbao), y servirá para conmemorar los presentes de aquella noche de verano. Ya saben que los vascos son hombre de tradiciones y tardarán poco en teñir ese día de rojiblanco en los calendarios. Rememorarán un nuevo milagro alentado, como no podía ser de otra manera, por San Mamés en su nueva casa, una catedral del siglo XXI. Y ejecutado por Aduriz, el hombre que se vistió de Olentzero para aprovechar todos y cada uno de los regalos italianos.
2.- Repitió el once de San Paolo Ernesto Valverde, confiando en los mismos hombres que se trajeron el 1-1 para la vuelta. Resultado trampa para el equipo que juega en casa por la ventaja previa y, quizá por ello, con más que perder que el Nápoles. En cualquier caso, no dudó el Athletic y los primeros minutos dejaron clara su propuesta. Presión alta, defensa en mediocampo (algo que intentó mantener durante gran parte del encuentro) y percusión por las bandas, sobre todo por el flanco derecho. Allí la superioridad de De Marcos y Susaeta provocaron los primeros rugidos de la parroquía que hoy, por fin, podía disfrutar de su templo sin andamios y obras. Cada córner o cada jugada a balón parado se convertía en una fiesta, un clamor. El ritual previo al gol, que se escapaba por poco, ya fuera por falta de puntería o escasez de pausa en esos metros finales.
3.- Enfrente, el Nápoles de Benítez confió su apuesta a la velocidad de Mertens y Callejón en las bandas y a la conexión Hamsik e Higuaín. El eslovaco se acostaba a la espalda de Iturraspe y Mikel Rico y por ahí, entre líneas, pretendía hacer daño a los rojiblancos. De una caída a una banda de este y un posterior centro al corazón del área llegó la primera ocasión italiana. Un tiro de Callejón que se marchó alto. Posteriormente sería Higuaín, quien se cocinaría su ocasión para llevar el suspense a la grada. El disparo se marchó desviado por poco. No estaba el Nápoles para acciones poéticas. Su discurso era llegar y pegar. Pura retórica de Benítez.
4.- El Athletic creció en el partido cada vez que maduraba la jugada, aunque curiosamente los goles llegaron en tres jugadas de fútbol directo: un córner, un despeje y un balón a la espalda de la defensa. Así de indescifrable y rico es el fútbol. Con esa intención de alargar las jugadas, Muniain repitió esas incursiones en horizontal o diagonal hacia el centro del ataque bilbaíno. Seguido siempre por Maggio, el carril izquierdo quedaba para la carrera larga de Balenziaga, que siempre se sumó con criterio y exigió un esfuerzo extra a Callejón. En el otro ala, Mertens no se mostraba tan implicado en labores defensivas y al Athletic le resultaba más sencillo encontrar las superioridades en banda derecha.
5.- Mientras, los mediocentros Iturraspe, Mikel Rico y, sobre todo, Beñat fueron los primeros en leer la superioridad por alto de Aduriz frente a la pareja de centrales. El Athletic combinó bien en la primera parte el juego directo con el ataque posicional que terminaba habitualmente con balón a una banda para el centro. La jugada sumaba en peligro cuando a ella se sumaban los mediocentros y se multiplicaban los receptores. Así llegaron los córneres en los que tanto Laporte como Gurpegui tuvieron el gol en sus pies y su cabeza, respectivamente. No obstante, al descanso se llegó con 0-0 y la sensación de que el Athletic había merecido algo más y el Nápoles no había dicho su última palabra.
6.- Nada más volver de los vestuarios, los italianos confirmaron esto último. Con la grada apurando todavía el puro y el bocadillo y los jugadores pensando cada vez más en que el resultado les valía, llegó el gol Hamsik. Jugada típica de los equipos de Benítez, aunque en esta ocasión la dejada en la frontal vino provocada por un intento de despeje de Balenziaga. Por allí estaba el capitán napolitano para recordarnos que a pesar de que ha bajado varios peldaños su rendimiento de otras temporadas, sigue atesorando calidad suficiente para colocarla ahí: ajustadita al palo, imposible para Iraizoz. Tras el gol no había lugar a las dudas, el Athletic debía dar un paso adelante, aunque entonces lo que fallaron fueron las ideas.
7.- El Nápoles, replegado y saliendo al contragolpe por la espalda de Balenziaga y De Marcos, llevó la intranquilidad a la grada. Defender y correr con espacios es el paraíso soñado en los equipos de Benítez, pero los italianos mordieron de la manzana prohibida en un córner a la hora de partido. Y penaron su afrenta durante el resto del encuentro. Un simple bloqueo de Gurpegi y un balón que vuela al segundo palo. Lo pincha magistralmente Aduriz y el resto es el clamor que corre por La Catedral. Pecado mortal blasfemar así en terreno divino, debió pensar Benítez. Ocho minutos después, nuevo error defensivo, en esta ocasión de Albiol, y nuevo castigo. Algo de fe hubo en esa carrera de Aduriz. Donde todos vimos una locura, él fue el único que atisbó el regalo.
8.- Y a pesar de todo, el 2-1 simplemente mandaba al Nápoles al purgatorio. Un gol italiano los clasificaba, pero los jugadores rumiaban más los errores propios que las opciones reales de clasificación. Si acaso Higuaín buscó en alguna jugada aislada llevar el peligro a las inmediaciones de Iraizoz. En esos momentos emergió Ander Iturraspe. Magistral durante todo el partido, achicó espacios y barrió el peligro cuando los italianos, con más corazón que fútbol, intentaron llegar al gol. Si el Athletic consigue retenerle tiene asegurado el ancla y el metrónomo a orillas de la ria. Por si con él no fuera suficiente, en el horizonte ya asoma Unai López, otro cachorro de Lezama.
9.- Fué él quien filtró el pase del tercer gol, en dirección a Aduriz. El delantero vasco corrió tras la pelota, pero se paró a tiempo ante la llegada de Ibai, quien tras ganar en carrera a un desconcertado Maggio batió por bajo a Rafael. En la liga española, ese gol, seguramente, nunca hubiese subido al marcador. Aduriz estaba en fuera de juego. Pero detengámonos en Unai. Un chaval de 19 años que demostró lo que es este equipo y particular idiosincrasia. Salió al campo con 1-1 y todo lo que hizo lo hizo bien: aguantó el balón cuando tocaba, lo movió con criterio y sobre todo no le quemó en los pies. Tuvo arrestos suficientes incluso para buscar el gol con un disparo lejano pero duro. Derrochó personalidad en los veinte minutos que estuvo sobre el campo y en Bilbao aseguran que es un proyecto de Ander Herrera. Solo una semana después de vender al mediocentro al United le comunicaron que jugaría en el primer equipo. Hoy parecía que llevaba ya varias decenas de partidos en La Catedral a su espalda.
y 10.- Esta lució imperial en su estreno soñado y rugió en esos minutos finales conocedora su parroquía de que ahora sí navegarán por Europa con la música de Champions de fondo. Con un equipo que viene trabajando alrededor de una idea y un estilo con resortes de Caparrós, Bielsa y Valverde. Un legado prometedor y un ADN único y contracultural en el fútbol moderno. Un competidor feroz capaz de defender sus señas de identidad y que tendrá en La Catedral un templo a la altura de los mejores de Europa. Será difícil olvidar esta noche de verano por los regalos y la emoción, por la acústica nueva y las fiestas que quedan por venir. El 27 de agosto ya es festivo en Bilbao. Guerrero tiene sucesores. Han pasado dieciséis años y las estrellas vuelven a brillar con más fuerza a orillas de la ria. El Athletic es de Champions.
* Emmanuel Ramiro es periodista.
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