1.- Con cara de derrotado desde el minuto 1, al Levante se le ha hecho muy larga la tarde en el Camp Nou, mientras Leo Messi se daba otro festín de fuera-dentros, convertido el alley oop en su jugada favorita, como si hubiera descubierto en la videoteca que además de Jordan también puede ser divertido vestirse de Pippen, sobre todo si dar pases certeros no te impide seguir marcando goles por triplicado. Navegando a lomos del momento dulce de la temporada, cada nuevo partido le sirve al Barça para reforzarse ante los grandes eventos venideros. Cada nueva goleada (son 42 goles en las once victorias consecutivas desde Anoeta) equivale a un crecimiento exponencial de la confianza. Como si el PIB te creciera un punto en una tarde…
2.- En los primeros ocho minutos, el Barça ha trazado cuatro diagonales hacia Neymar, todas con acierto, próximo a la cal izquierda. Ha sido una advertencia reiterada: atacaremos por aquí, parecían decir. Miraba cada acción Iván López, lateral derecho levantinista, con ojos de impotencia: atacarán por aquí, parecía decirse. Y temblaba. El balón viajaba desde el pie derecho de Bartra hasta el de Neymar o, en su defecto, hasta el pecho del brasileño, una, dos, tres, cuatro veces en ocho minutos. El Barça estaba deletreando sus planes en voz alta.
3.- Con Montoya y Rakitic, jugadores de otras virtudes pero menos miniaturistas en el pase que Alves y Rafinha, el costado derecho del Barça no parecía predestinado a tener un peso sustancial en el partido, por lo que han decidido cargar el izquierdo, donde ahora habita Xavi cuando juega. Así, la derecha ha sido hoy rampa de despegue para Messi, el punto de partida desde el que despliega su movimiento de ataque preferido y recurrente: recibe el cuero, recorre unos pasos hacia dentro, levanta la cabeza, observa el desmarque del compañero situado en la banda izquierda (Alba cuando juega, Neymar cuando no juega Alba) y le envía un balón milimétrico para el remate decisivo. Un alley oop letal cada vez. Lo que antes le mandaba Xavi a Alves ahora es un regalo de Messi para sus colegas de la izquierda.
4.- Las acciones del argentino no terminan ahí. Por si acaso, y con Messi siempre hay un por si acaso, continúa corriendo hasta el centro del área: ya se sabe, un rebote, un rechace, un pase atrás o, sencillamente, apuntillar la acción, como si llevara en la mano el sello del notario y quisiera dar fe de ello. Suyos son los inicios de las jugadas y, a menudo, también los finales.
5.- Tras el primer gol de Neymar, finalizado en un probablemente involuntario remate con backspin golfístico, el Levante le ha hecho unas cuantas cosquillas a la transición defensiva del Barça, esa asignatura que parece tener siempre en vilo a los hombres de atrás. Pero no han pasado de cosquillas, aderezadas con disuasorios contragolpes locales cada vez que los visitantes sacaban una falta o de esquina. Al Levante casi le interesaba más no disponer de corner a favor porque se convertía indefectiblemente en una nueva ocasión de peligro para los delanteros del Barça.
6.- Una acción anticipadora de Bartra ha finiquitado cualquier resistencia levantinista. Anticiparse es una de sus buenas virtudes y lo ha mostrado mientras Uche se dormía cerca del balcón de su área, lo que ha permitido al central robar, dar un paso adelante y un pase preciso a continuación. Recibido el cuero por Messi, le ha bastado con accionar el gatillo derecho para marcar el primero de sus tres goles en el que suponía su partido 300 en liga.
7.- Entre tanto, Xavi pesaba poco en el costado izquierdo, al que ha sido desplazado para que no interfiera en la dinámica de juego de Messi. Pero incluso pesando poco, el capitán siempre ha dado el pase adecuado en un partido que, por definición, resultaba adecuado a sus características al jugarse en poco espacio, como lo ha sido para Busquets, que apenas ha sufrido y ha podido servir un penúltimo caramelo delicioso a Pedro para que Messi marcara el tercero de la tarde.
y 8.- Desarbolado ya un Levante otoñal, tosco atrás y sin picante para cruzar el círculo central, los de Luis Enrique han dedicado la segunda mitad a hacer jugadas de casi gol, rubricado en hat trick de Messi y una tijera de Luis Suárez, en tanto Pedro se ha quedado sin marcar, pero no sin influir. No dudo que pueda fallarme la memoria, pero diría que ha sido el mejor partido de Pedro en la temporada: por los desmarques y apoyos, por la inteligencia de sus movimientos y por la cooperación permanente con sus compañeros. Pedro ya no puede ser el símbolo de este equipo, pero todavía es la representación de su mejor espíritu.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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