Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Italia / Serie A
No fue un domingo cualquiera en Roma. La capital italiana y del antiguo Imperio comtempló un nuevo derbi entre giallorossi y biancocelesti. Con la final de Coppa todavía en la retina, pero sabiendo que muchas cosas han cambiado en el combinado que resultó vencido aquella tarde de mayo, la Roma quería romper la racha de cinco derbis sin ganar y enterrar un poco más el gol de Lulic.
Las sensaciones eran positivas antes del encuentro para el conjunto de la Loba. Líderes (junto al Napoli) tras vencer en los tres primeros partidos de liga. Livorno y Parma, fuera de casa, y Hellas Verona, en el Olímpico, habían sido las víctimas del equipo dirigido desde este verano por Rudi Garcia. La Lazio, que había debutado el jueves la Europa League con victoria, llegaba habiendo estrenado su casillero de derrotas en liga tras caer con estrépito en casa del campeón.
Para ganar ese mini trofeo que significa vencer a tu vecino, Garcia utilizó a su once habitual (y de gala), colocando esta vez a Gervinho en el tridente ofensivo, junto a Totti de falso nueve y Florenzi en la otra banda. Vladimir Petkovic, por su parte, volvió a la temporada pasada para utilizar su 4-1-4-1 que había dejado en desuso este año con la entrada de Biglia en el once. Ahora volvía Ledesma a jugar solo por delante de la defensa y Álvaro González ayudaría a Hernanes unos metros más adelante.
Poco historia tuvo la primera mitad. La Lazio aguantó bien esperando en su campo y disfrutando de alguna que otra ocasión ante una Roma demasiado horizontal. Sin prisa por ganar el derbi y sobre todo sin ninguna prisa por perderlo en un movimiento erróneo. La Roma, por la comodidad de la Lazio por cómo se iba desarrollando el encuentro, exigía un cambio de guion en la segunda parte, y tal y como había hecho en los otros tres partidos disputados, lo consiguió. La entrada de Ljajic por Florenzi aportó esa revolución vertical que tanto ansiaba el espectáculo. La Lazio empezó a tener grietas y la Roma tuvo la suerte de cara para acertar antes. A partir del gol de Balzaretti, todo se simplificó para los giallorossi, que, eso sí, hicieron esperar hasta el descuento para certificar el triunfo en el Derby della Capitale con el gol de penalti que provocó y transformó Adem Ljajic.
En clave romanista, el derbi deja varios detalles. El primero es que este equipo sabe competir. El equilibrio se ha encontrado gracias a jugadores como Strootman y De Rossi (memorable actuación), y defensivamente el equipo sufre poco gracias al buen nivel de la pareja Benatia-Castán. Otro aspecto es el físico. El equipo ha conseguido sus diez goles en las segundas partes y ha acabado siempre más entero que el rival. Podríamos seguir hablando largo y tendido sobre lo desequilibrante que fue la entrada de Ljajic, del renacer de Maicon o de la eterna juventud de un Totti que como falso nueve (o simplemente mediapunta) sigue dando un rendimiento muy alto a sus casi 37 años. O, por qué no, de la fortuna que tuvo la Roma cuando, primero, Castán en propia puerta y luego Klose tuvieron el gol laziale a tiro con empate a cero en el marcador.
Pero para acabar vamos a hablar del crédito que han ganado dos personas. El primero es el autor del 1-0: Federico Balzaretti (Turín, 1981). Llegado a la Roma en 2012 procedente del Palermo tras una gran Eurocopa y criticado por su bajo rendimiento desde también 2012. El destino quiso que su primer gol de giallorosso fuese en un derbi cuarenta partidos después de su debut. El jugador con coleta celebró primero con rabia su tanto, para terminar llorando mientras el estadio rugía su nombre.
El otro que ha ganado crédito ha sido el teniente que comanda la jauría. El principio con pleno de victorias, el liderato en la jornada 4 y la guinda de ganar un derbi después de tantos sin triunfar suponen que Rudi Garcia gane mucho crédito en su proyecto. Algo que quizás le faltó a Zdenek Zeman y, sobre todo, a Luis Enrique. Como en los videojuegos, el francés ha ganado una vida extra en una partida en la que aún no había perdido ninguna y eso, en Roma, es mucho.
* Rafael Medel.
– Foto: Andrew Medichini (AP)
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