1.- Este ha sido el primer partido de la reconversión en que Xavi no se ve superado por la velocidad ni aplastado por sus compañeros. Para ello, el capitán ha necesitado ir y venir, recibir de centrales, ejercer de aguador, subir el balón, domarlo cuando se terciaba y plantarse en tres cuartos para llegar. Incluso ha llegado para marcar su 50º gol en Liga.
2.- Es el primer partido del Barça de los velocistas en que Xavi no muere aplastado, posiblemente porque él mismo está siendo parte activa en la reconversión y será el primero en reformatearse visto el porvenir. A cambio habrá días como esta noche en Vallecas en que su contacto con el balón se convierta en algo esporádico: si ante el Celtic dio 186 pases, frente al Rayo solo ha podido sumar 66, prácticamente el 33%, indicativo pleno de las diferencias de planteamiento entre uno y otro rival.
3.- Quizás la tesis más relevante que se pueda extraer del Rayo-Barça es que el Barça de Xavi no será incompatible con el Barça de Cesc aunque el tiempo desemboque, inexorablemente, en el de este último, girando el timón del equipo desde Terrassa hacia Arenys. Si ante el Celtic se hacía imprescindible la versión Xavi para masticar el juego hasta la extenuación de las mandíbulas, contra el Rayo de las líneas altas resultaba aconsejable el modo Cesc. La novedad no reside en esa elección, sino en rotar de un modelo a otro sin pestañear y lograrlo con ambos en el campo.
4.- Hasta el minuto 18, el Rayo ha dominado al Barça. Ha sido un Rayo abierto, intenso, presionante, mordiendo, robando balones sin cesar. Ahí no había ni valentía ni zarandajas: había competitividad extrema del equipo vallecano, que acogotaba arriba y empujaba al Barça contra Valdés, quien ya saca en largo todos los balones que recibe, cumpliendo instrucciones contundentes del entrenador. En el Tito Team no se saca el balón en corto desde atrás a menos que el rival esté replegado tipo Celtic. O hasta que regresen Piqué, Puyol y Abidal.
5.- En el 18º minuto de partido, el Barça ha realizado su primera posesión larga de control. El único objetivo de la misma ha sido enfriar al ardiente Rayo. Pasarse un rato el balón sin otra intención que romper el calor local y congelar el ambiente. Un minuto más tarde ha llegado el gol: presión de Xavi, recuperación de Pedro, asistencia de Cesc, remate de Villa. Posesión más gol han sido dos golpes duros para los rayistas y la sensación de que ya iba a ser difícil que al Barça se le escapara la victoria, sobre todo si Xavi podía estar arriba y abajo; Messi hacía de Xavi y Cesc conseguía la omnipresencia posicional.
6.- Cada día es más llamativa e impactante la presencia de Fàbregas en un equipo que se aleja a pasos agigantados del monstruo creado por Guardiola, en esa reconversión vertical, febril, casi electrizante en la que Pedro Rodríguez interpreta al superratón. ¿Se aleja definitivamente? No lo sé. Lo veremos cuando hayan regresado los ausentes y se llegue a la fase clave de la temporada, la de los títulos. Entonces sí podremos decir con rotundidad si Valdés saca en corto o en largo, si el juego de posición se ha verticalizado, si la velocidad ha sustituido al control y si Cesc ya lleva el mando en lugar de Xavi.
7.- Desde luego, ahora mismo Fàbregas está en todas las salsas que cuaja el equipo, empezando por asistir a gol, faceta en la que ya ha superado a Messi al sumar siete en Liga (dos en Getafe, tres en Riazor, dos hoy). Colosal por momentos, es quien empuja la nave contra el viento. Para ello necesita espacios, sin duda alguna, de ahí que en noches asfixiantes como la del Celtic su concurso no sea el más interesante. Pero a tumba abierta como en Vallecas, Cesc es un trueno.
8.- Cabría decir que, probablemente, Tito Vilanova no alcance nunca la profundidad táctica de Guardiola, pero está sabiendo entender lo que exige cada encuentro y presenta un Barça camaleónico que se adapta a las necesidades precisas. Es como si abriera el armario y encontrara siempre dos trajes para elegir: controlar cuando se precisa; correr cuando se exige. En paralelo, mientras el camión de las ausencias es importante (Piqué, Puyol, Alves, Abidal, medio Iniesta y tres cuartos Alexis), el carro de las altas se ha convertido casi en manifestación multitudinaria: Cesc, Pedro, Xavi, Villa y Adriano parecen fichajes nuevos que sumar a Montoya y Alba, con lo que el equipo siente correr aire fresco.
9.- El gol de Messi tras el descanso ha roto las compuertas definitivas y al Rayo le han bastado dos buenas paradas de Valdés para deshacerse cual azucarillo. Luego ya ha sido un desmelene, con Montoya sumado a la fiesta de los velocistas, confirmando que sabe elegir los momentos como pocos laterales y Adriano entusiasmado en su nuevo rol, otro velocista que ni en sus sueños más húmedos imaginó semejante eficiencia como central.
10.- Desbocados Cesc, Pedro, Messi y Montoya, los siguientes goles han sido fruto de velocistas que pasaban hacia atrás en busca de los que llegaban. Y llegaban. Porque ya Xavi les daba bola e incluso el gris Song parecía resucitar de su pálida noche, contraste con un Barça hambriento y competitivo como si estuviésemos en 2009.
11.- Esas preguntas que flotaron durante tantos meses empiezan a ser respondidas. Le pillaron tanto el tranquillo al Pep Team que Guardiola planteó cambios que no fructificaron. En el turno de oficio de Vilanova, las respuestas empiezan a tener sentido aunque las notas de la partitura no siempre suenen igual. El Barça sigue entonando su himno a cada partido, a veces al son pausado de Xavi, el tradicional; a veces, al frenético de Cesc, el heterodoxo. Reconoces la música aunque a los oídos suene distinto y la mayor virtud parece la capacidad de mutar de una a otra sin el menor remilgo. Ahora este traje, luego el otro.
y 12.- Inmutable, Messi acumula muescas en su revólver. Pelé ya está ahí, a la vuelta de la esquina. Los 75 goles conseguidos por O Rei el año 1958 están a punto de pasar a mejor vida ahora que el asesino de adjetivos ya va por los 73, justo cuando su perfil futbolístico ha dado un paso más hacia la excelencia en este nuevo rol de centrocampista atacante. Qué curioso, justo la definición que Pelé hacía de sí mismo.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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