Internacional / Fútbol / Copa Libertadores 2013
El cuento de hadas tuvo final feliz para Ronaldinho: el Atlético Mineiro se consagró por primera vez en su historia campeón de la Copa Libertadores y él amplió el club de futbolistas vencedores en este certamen de seis a siete.
Los torcedores del Galo en Belo Horizonte viven en júbilo, y es lógico. Siempre tuvo que cargar la cruz de club perdedor, pese a ser muy masivo, y esta es su hora más gloriosa. Sin embargo, viéndolo en perspectiva, este equipo no dejará un gran recuerdo. O más bien: su imagen se fue tornando cada vez más pálida con el correr del certamen.
Olimpia fue un muy digno rival; es más, estuvo apenas a cuatro minutos de coronarse y en definitiva su caída se dio desde el punto del penal. Pese a la enorme diferencia de presupuestos, Éver Almeida y compañía disimularon sus carencias y no pudieron capitalizar sus chances. Que las tuvieron y muchas.
No solo en Asunción el resultado se quedó corto, sino que en el Mineirao los paraguayos contaron con tres opciones clarísimas, esas que no pueden ser desperdiciadas en una instancia semejante. Fredy Bareiro y Juan Carlos Ferreyra (a los 84 minutos, con el arquero Víctor ya superado) fueron los que perdieron las chances más concretas; Juan Manuel Salgueiro, la restante: el uruguayo no tuvo la eficacia que sí había evidenciado en el resto de la Copa.
Pero volvamos al campeón. El Galo se calzó el traje de candidato en la fase de grupos y lo ratificó en octavos. Las goleadas por 5-2 (en Sarandí y en Belo Horizonte) ante Arsenal y la paliza por 4-1 al Sao Paulo (que hoy se desangra en el Brasileirao) en el Estadio Independencia habían generado el boom Mineiro. Sin embargo, de allí en adelante, los de Cuca fueron siempre menos que sus rivales.
En cuartos de final, el Xolos de Tijuana comandado por Antonio Mohamed lo puso en jaque. Los brasileros pasaron por sus goles marcados en condición de visitante y porque Víctor, siempre clave, tapó un penal en el minuto 93 con sus pies. Ese fue el primer guiño del destino que tuvo a su favor el Mineiro, pero no sería el último.
Su juego poco a poco fue conviertiéndose cada vez en más espeso. Si bien los mexicanos del Tijuana habían expuesto su enorme fragilidad defensiva, la maquinaria en ataque aún funcionaba. Y cuando dejaba de hacerlo aparecían sus individualidades: Ronaldinho (en baja como su equipo desde octavos, pico que nos había llevado a hablar de su resurrección), Bernard –su joya–, Tardelli –muy constante– y el incombustible Jo.
Ante Newell’s el cantar fue otro. Se volvió de Rosario con un 2-0 propinado por el equipo de Martino, aunque la diferencia debió ser superior. Esa fue por un lado la mejor pieza del equipo del Tata en la Copa, mientras que el Mineiro tuvo en el Parque Independencia una de sus dos peores versiones. Luego en la vuelta un gol tempranero puso al Galo a tiro de la remontada, pero el tanto del empate en el global llegó tras un mal despeje de Mateo a poco del final. Minutos antes un oportuno corte de luz cortó la dinámica del conjunto rosarino, que terminó cayendo en los penales tras no convertir los tres últimos. Víctor volvía a ser figura al taparle el decisivo a Maxi Rodríguez.
En la ida, los paraguayos fueron muy superiores. El equipo de los descartados se deglutió a Ronaldinho en el Defensores del Chaco. En verdad, en los 120 minutos que se jugaron en la revancha el Gaucho volvió a ser absolutamente intrascendente. Leve, fácil de absorber para el mediocampo del Decano.
Había pasado el primer tiempo sin dificultades mayores la visita cuando a poco de comenzar el segundo tiempo nuevamente un mal rechazo (ahora fue Pittoni) le dio la posibilidad a Jo de descontar en el global. Con ímpetu, el equipo brasilero atosigó los siguientes minutos a su rival y Martín Silva tuvo tapadas claves. Pero era más a través de envíos directos que con juego asociado con el que acercaba su peligrosidad el equipo de Cuca. Jo fue el imán de cada balón largo, Bernard no tenía campo para correr y Tardelli –que lo intentó– no pudo encontrar nunca el resquicio para filtrarse entre la zaga paraguaya.
Quedaban 10 minutos y Olimpia estaba por quedarse con su cuarto título continental. Almeida empezó a replegar a su equipo. Ferreyra tuvo su chance y la perdió, tras cartón Manzur fue expulsado y unos minutos después Silva metió un cabezazo bárbaro para poner el empate. El Mineiro superaba el peso de su historia de decepciones y quedaba a un gol del título, pero con los penales como resguardo.
Era ahí cuando podíamos esperar que Ronaldinho se rebelara y se hiciera eje, que los laterales fueran casi extremos, que Bernard hiciera alguna genialidad. Quedaban 30 minutos de alargue y el rival estaba con unos menos: nada de eso ocurrió. En verdad, Pittoni tuvo un tiro libre que se fue al lado del palo y podría haber sido el título de Olimpia. Fue la más clara en esa prórroga. Luego los penales, la tapada –otra vez con los pies– de Víctor y el travesaño final de Matías Giménez. La copa para el Atlético Mineiro.
La responsabilidad de derrotar a los fantasmas, quizás el inoportuno parón por la Copa Confederaciones, tal vez esa imagen inicial haya estado distorsionada por sus rivales. Puede haber muchas causas, pero lo cierto es que de aquel señor equipo que parecía que iba a ser el Atlético Mineiro terminó empequeñeciéndose fase tras fase. No superó (una victoria por gol de visitante y dos por penales) a ninguno de sus últimos tres rivales, pero así y todo se coronó. La frutilla del postre para Ronaldinho, quien ya puede descansar tranquilo. Visto su nivel en las fases decisivas, las opción 2014 parece quedarle muy lejana al Gaucho.
* Diego Huerta es periodista y editor del sitio web Cultura Redonda.
– Foto: AFP
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