Así podrían resumirse los últimos tres partidos del Real Valladolid en casa contra el Albacete, Mirandés y Sabadell, donde se dieron, respectivamente, los tres resultados posibles: derrota, victoria y empate.
Yo diría, que los tres últimos partidos en casa del Real Valladolid han sido malos. La derrota contra el Albacete mostró carencias que creía que el equipo no tenía. Tras encajar el gol en el mejor momento que se puede encajar, nada más empezar el partido, si es que hay un buen momento para hacerlo, observé un equipo sin armas. Hace un tiempo, el Pucela, que a priori quiere ser protagonista, habría encontrado en esa circunstancia un reto perfecto para mostrar su saber jugar, sin embargo todo se volvió caos y ausencia de ideas preprogramadas. Nada, en ese momento, se parecía a lo que creía que era. Todo aquello que pensaba que formaba parte de un guion que tenía que ser interpretado, se esfumaba. Amnesia.
Contra el Mirandés, después de un 2-0, y tras encajar nada más empezar la segunda parte el 2-1, el Real Valladolid tuvo muchos minutos de titubeo. Llama la atención que Roger, después de su larga lesión jugase de inicio de delantero centro, por delante de fichajes como Pereira o Tulio de Melo. Con esta decisión, el entrenador antepone la garra, el coraje y el compromiso a la calidad y a la fuerza.
Frente al Sabadell, y a pesar de la expulsión en la segunda parte de Leao, el equipo le puso ganas, ímpetu y corazón. No fue suficiente. Aun generando numerosas llegadas al área rival no se concretaron ni tan siquiera ocasiones que inquietasen. Resultó interesante ver el movimiento táctico de Rubi, jugando la parte final del partido con un 1-3-2-3-1 para seguir manteniendo el control del juego.
Intuyo que el Real Valladolid, en estos últimos partidos, simplemente está jugando a ganar. ¿Qué es jugar a ganar? Son palabras vacías que olvidan lo más importante: los principios del modelo de juego y hacer bien lo que depende de cada uno de los jugadores. Estas dos cosas, desde mi punto de vista, son lo que aproxima, de verdad, a la victoria.
Empiezo a vislumbrar que la plantilla no tiene claro a qué juega y, lo que es peor, percibo en las decisiones de Rubi más dudas de las razonables. Posiblemente una cosa traiga la otra y la otra la una, y solucionada una, solucionadas ambas. Hace tiempo que no veo al equipo arriesgar en la salida de balón desde el saque de puerta, no veo la paciencia deseable en algunas posesiones, no veo la intención de gustarse con la posesión, me cuesta observar el juego posicional que en algún momento de la temporada vi. Un indicador claro de que el modelo de juego se está difuminando es la ausencia de jugadas de estrategia, que se veían antes con asiduidad. Lo mismo que pasa con la estrategia pasa con el juego. Algo ha pasado. La concentración táctica de todos ha decaído. La fase inicial de enamoramiento entre entrenador y jugadores quizás ha dado paso a una rutina peligrosa.
Tengo mis preferencias en cuanto a jugadores se refiere, no lo voy a negar, como cada uno de los aficionados que se sienta en la grada de Zorrilla, pero a la vez tengo la convicción de que el bloqueo blanquivioleta actual no se soluciona con jugadores, sino con ideas. Rubi esta vez se enfrenta al reto más difícil que se le ha presentado en toda la temporada. Tiene que seducir de nuevo a su plantilla para tratar de luchar por una de las plazas de ascenso directo o, lo que es más importante, para volver a competir con ideas entrenadas de manera coordinada.
1.- El Real Valladolid posicional (septiembre 2014)
2.- Los detalles de Zorrilla (octubre 2014)
3.- Que la inspiración te encuentre trabajando (noviembre 2014)
4.- Ser justos en la victoria y en la derrota (diciembre 2014)
5.- Los tres Reyes Magos (enero 2015)
6.- Inercia emotiva (febrero 2015)
7.- El Capitán Álvaro (marzo (2015)
* Daniel Juan Sánchez es entrenador.
– Foto: EFE
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