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1.- El fútbol no quiere que haya una final Real Madrid- F. C. Barcelona. Es definitivo. Por mucho que los aficionados españoles clamemos al cielo un Clásico que luche por la orejona, que imaginemos complots maquiavélicos de la UEFA para llevar en volandas a los dos grandes de nuestro fútbol a la cima del mundo, no hay manera de que se realice. Y mira que no cejamos en el empeño. Culés y blancos quieren llegar a la última ronda juntos, de la mano; los últimos tres años han estado en semifinales, pero nada, que no.
2.- Ya se lo avisé al Real Madrid. Le dije que no volviera más a Alemania, que allí no era bien recibido. El porte de chulapo madrileño saca a la luz la rabia (no siempre contenida) del alemán común. Una vez consiguieron ganar en territorio alemán y ya se creen que pueden hacer olvidar 18 derrotas e insisten en visitar el país de Bismarck. Y claro, pasa lo que pasa (y eso es prácticamente siempre), que llega el Borussia con sus elegantes colores y se pone a mirar al Madrid por encima del hombro, con gesto amenazante y definición exterminadora. Lewandowski ha dado algún que otro motivo más que escuchar a Wagner para tener ganas de invadir Polonia, por cierto.
3.- Pronto empezó a desviarse el camino marcado hacia ese ente inerte y casi mitológico tan anhelado por la muchedumbre merengue llamado Décima. Ángel Di María se convirtió en padre unos meses antes de lo esperado y preocupado como no podía ser de otro modo tuvo que ir a ver a su retoña y a la madre. El estado emocional del Fideo llevó a Mourinho a dejarlo reposar sus pensamientos en el banquillo, prefiriendo arriesgar con Luka Modrić.
4.- Y arriesgó porque los encuentros en los que el croata ha sido pieza clave se cuentan con los dedos de media mano. Un golazo en Old Trafford y algún destello esporádico componen su escueto currículo de blanco. Además entraba en el equipo en la posición que en teoría le es más natural, la mediapunta, pero en la que curiosamente se siente más incómodo desde que está en Madrid. Siempre que ha jugado de creador, unos metros más atrás, ha estado mejor, que no brillante.
5.- Pero ni Modrić ni el resto de los once que saltaron al campo rindieron por un motivo que va mucho más allá de la “falta de actitud” de la que hablaba Sergio Ramos. El concepto de equipo que ha mostrado al mundo el Borussia ha sido insuperable. Cada jugador del BVB sabía a conciencia cuál era su cometido y lo desarrollaba hasta el extremo. Hasta tal punto llegó la compenetración que daba la sensación en cualquier momento del partido de que había catorce alemanes en vez de los once reglamentarios.
6.- La presión era al unísono, basculando de un costado a otro casi levitando sobre el césped, impidiendo que ningún jugador del Real Madrid se sintiera cómodo. Por norma, minimizar la influencia de Alonso es eliminar el 90 % del peligro blanco. Hoy el Dortmund no hizo sólo un marcaje a Alonso, sino a cualquier madridista que recibía. Si recibía Modrić, Bender y/o Gündoğan estaban ya previamente encima de él. Lo mismo con Cristiano, lo mismo con Khedira.
7.- Para el Real Madrid, jugar la ida fuera de casa es una desventaja. Por lo general, suele salir directamente con el rabo entre las patas, a esperar a lo Rocky que el rival empiece a golpear hasta que se canse, y es entonces cuando trata de desperezarse y meterse en el partido. Esta vez el primer golpe lo llevó a las cuerdas y el segundo hizo que acabara con los morros sobre la lona. La preciosa jugada del Borussia asustó a los blancos, que bajaron las orejas en señal de sumisión, por no decir de pánico.
8.- La flexibilidad del Dortmund también era efectiva en ataque. Acobardado por la avalancha inicial, el Madrid olvidó los mandatos principales de su juego, como son la eliminación de espacios y el marcaje al cerebro rival. Gündoğan dirigía a sus tropas desde la atalaya que le permitía conservar el Madrid. El germano-turco robaba y disparaba a los extremos, sin presión que lo evitara. Pasaron unos veinte minutos hasta que Khedira reaccionó tras el shock y fue a molestarle, aunque fuera un poco.
9.- El Madrid lleva mucho tiempo jugando un único estilo de fútbol, y como le pasa al Barça, no sabe cambiarlo. El juego de contención, reducción de espacios y contraataque asesino es realmente útil contra casi cualquier otra forma de jugar, como se ha visto estos años. Vale contra casi todos, excepto contra sí mismo. El Dortmund le ha jugado al Real Madrid con las mismas armas, exactamente las mismas armas, tres veces esta temporada. Resultado: dos victorias y un empate agónico.
10.- Decían algunos que el Bayern München le había hecho al Real Madrid un enorme favor esta noche anunciando un día antes el fichaje de Mario Götze. El conocimiento general del futuro del jugador borusser podía haberlo desestabilizado. Ahora muchos madridistas pensarán que el fichaje que podrían haber desvelado era el de Lewandowski, desde hoy mejor goleador en una semifinal de la Copa de Europa. El polaco hizo un partido que para definirlo faltan calificativos. Me quedaré con descomunal.
11.- Más allá de los cuatro tantos, tres de ellos buscados y encontrados por el espigado atacante, era la continua sensación de seguridad que trasmitía lo que asustaba. Se incrusta de maravilla en el vértigo del contragolpe con toques sutiles poco habituales para hombres de su estatura, gana casi cualquier balón aéreo a pesar de su delgadez, la que aprovecha para ser ágil y colarse entre centrales. Lo dicho, descomunal.
12.- En el fútbol la justicia tiene dos filos muy afilados. Por una parte, es capaz de quitar aquello merecido con todas las de la ley, como la inicial ventaja del Dortmund, corta tanto en el minuto 43 como en el 90. La justicia (o injusticia en este caso) hizo que Mats Hummels (el mejor pasador del Real Madrid durante toda la noche) diera muy poca fuerza a la cesión sobre Weidenfeller y por ahí apareció Higuaín para ofrecer el regalo a Cristiano.
13.- El otro filo es el del ángel exterminador, que baja a vengarse por las afrentas sufridas. El Dortmund salió exactamente igual en el primer tiempo que en el segundo con las dos diferencias que eran su mayor efectividad y el mayor cansancio en las piernas blancas. Ahí, Lewandowski cogió el cetro y comenzó su reinado de terror. Dos movimientos en el área propios de Fred Astaire y dos golazos en diez minutos, redondeado con un misil por penalti.
y 14.- Lo triste, más que lo preocupante, es que el Real Madrid se quedó sin reacción. Los alemanes nunca bajan de marcha. En el momento que meten la directa, sólo saben frenarse una vez que el árbitro dice que se acabó el partido. Pero no encontrar un resquicio de esperanza en toda la segunda parte demuestra que la empresa que tendrá que llevar a cabo si quieren estar en la final deberá ser titánica, más o menos a la altura de Lewandowski.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Kai Pfaffenbach (Reuters) – Ángel Martínez (Real Madrid)
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